Porto está en el noroeste de la provincia de Zamora, es un
pueblo ganadero por excelencia y es el más alto de la provincia a 1205 m. Se encuentra en la Alta Sanabria y forma parte del
Parque Natural del Lago de Sanabria y ahí era el inicio de nuestra ruta.
El comienzo fue fuerte con una empinada ascensión por un
camino repleto de agua que rápidamente nos haría ver el pueblo desde muy
arriba. Continuamos hasta llegar a un altiplano de floración espectacular donde
los amarillos de las escobas y piornos se mezclaban con los morados de los
brezos. Donde miraras encontrabas un lugar hermoso y espectacular a la vez. La
naturaleza estaba rebosante.
En este tramo nos encontramos con varios acentores alpinos.
Ave típica de montaña que te puede sorprender volando muy cerca o cantando
mientras vuela de una piedra a un brezo. Según avanzamos nos topamos con una de
las peculiaridades de Porto, la ganadería. Una buena vacada de raza
alistano-sanabresa nos observaba según pasábamos. Los extraños éramos nosotros.
Estas vacas son duras, y se adaptan perfectamente al terreno y clima
riguroso. Aquí, en Porto, siempre han existido y se han mimado; es famosa la
feria de ganado que se celebra desde el siglo XIX el 26 de cada mes, desde Mayo
hasta Octubre, siendo la feria principal la del 26 de Agosto a la que acuden
compradores y curiosos de Zamora y parte de España, regularmente vienen
compradores del País Vasco buscando toros para utilizarlos en el arrastre de
piedras.
Continuamos hasta el refugio de Corrais donde hicimos una
pequeña parada. Los acentores alpinos seguían rondándonos además del sonido
de las ranas cuando pasábamos junto a alguna
de las lagunas que jalonan la zona.
Una manada de caballos nos miraba con recelo y curiosidad
según avanzábamos. Poco a poco fuimos subiendo hasta llegar al límite
provincial con Orense donde entramos en la reserva de caza de Xares que es un
verdadero espectáculo de la naturaleza.
Las lagunas de Ocelo son un complejo glaciar perfecto con
valles, cañones y lagunas que dejan ver un pasado de hielo que ha quedado
grabado en el terreno. Esta tierra hermosa está habitada por ciervos, corzos,
gamos y muflones que tuvimos la suerte de ver antes de que la niebla los
engullera por completo.
Al muflón se le considera el antepasado de la oveja y fueron
reintroducidos en España en 1954 desde Córcega. Se reintrodujeron con vistas a
la caza ya que los machos poseen unos cuernos que se curvan a ambos lados de la
cabeza dándole un aspecto característico, por cierto, estos cuernos no se les
caen como les sucede a los ciervos o a los corzos que los pierden todos los
años.
El grupo que vimos fue de hembras que no suelen tener
cuernos o si los tienen son muy pequeños. Este grupo siempre va dirigido por
una hembra experta a la que siguen otras y sus crías a las que se añaden, en
época de celo, un macho dominante que se haya ganado, mediante luchas con otros
machos, el derecho a aparearse con ellas. Nada más vernos salieron espantadas
ladera arriba, al refugio de la otra cara de la montaña.
Tras avituallarnos continuamos la ascensión hasta los casi 1.900 m entre una niebla
que nos engullía por momentos hasta no dejarnos ver absolutamente nada. La
niebla no nos dejó ver la
Laguna de la
Serpiente y no nos abandonó hasta que no bajamos a los 1.400 m donde una floración
espectacular del gamón cubría laderas enteras de la montaña.
El gamón es una planta curiosa que no come el ganado y que incluso sale indemne de un incendio. Desde los
antiguos griegos se le asocia con la muerte, con el tránsito a la otra vida por
eso estaba muy presente en los ritos funerarios. También era utilizado para
hacer pegamento al machacar su bulbo mezclándolo con agua y en la Edad Media se empleaba
para tratar eczemas de la piel aunque es muy tóxico si se come.
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Agradezco enormemente a Poli prestarme esta fotografía para ilustrar la entrada. |
Según bajábamos el valle del río Bibei se abría a nuestros
pies. Pies que levantaron a un corcino recién nacido que pronto buscó la protección de
las escobas cercanas. Si encontráis alguno, dejarlo, no lo toquéis, ni lo mováis del
sitio si no se mueve. No está abandonado, su madre no andará lejos ya que el
quedarse quieto y sólo durante las primeras semanas de su vida es una manera de
protegerse de los depredadores.
La madre vendrá varias veces al día a alimentarlo y lamerlo
para quitarle el olor y se volverá a ir. No quiere que su presencia, ni el olor
de su cría, atraigan a un depredador que pueda matarlo.
Una vez en el valle nos dirigimos hasta Porto por una pista
de hormigón que se hace interminable pero se compensa con el paisaje a ambos
lados del valle. Pasamos junto a un viejo acebal que sobrevive al paso del
tiempo y de los incendios.
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Viejo acebal de Porto. |
El acebo es un árbol de crecimiento muy lento y sus bosques
tienen una gran importancia al ser refugio de innumerables pajarillos y
mamíferos en invierno porque suben la temperatura hasta 5 grados y en verano
porque su humedad da frescor al ambiente.
El acebo tiene una madera que aguanta mucho la humedad y se
utilizaba para construir vallas pero cuidado con sus “bolitas rojas” que son
tremendamente tóxicas y además son las causantes de su alarmante descenso ya
que se han empleado masivamente para adornos de navidad.
Poco a poco llegamos a Porto donde finalizamos una ruta
espectacular de 11
kilómetros de subida desde los 1.200m hasta los casi
1.900m y otros 13 de bajada en una naturaleza desbordante y majestuosa.