jueves, 28 de junio de 2012

Cualquier sitio es bueno.

Esta va a ser una entrada diferente para las que escribo normalmente. Va a ser muy corta ya que solamente quiero enseñaros una curiosidad, por lo menos eso me ha parecido a mi.
Hace más de un año publiqué una entrada de nidos curiosos (si queréis verla pinchar aquí) y este nido podría haber estado presente en aquel momento.
Como veis, estas golondrinas han construido un nido aprovechando todo lo que tenían alrededor.
La golondrina común es un ave muy conocida que vuelve todos los años al mismo nido o la misma zona, a menos que el año anterior se lo hayan destruido o eliminado la pollada.
Las golondrinas son muy buenas obreras. Barro, paja o hierba seca son sus principales materiales e incluso boñigas de vaca pueden ser utilizadas para la construcción que con un poco de aguan forma una pasta que irá poniendo poco a poco hasta construir este nido en forma de cuenco que se apoya en la viga de madera, algo que buscan normalmente las golondrinas, y lo curioso, en el grifo.
Algo a destacar sobremanera, es el respeto del dueño del lugar hacia el nido. No lo destruyó sino que puso una manguera para seguir sacando agua sin molestar a sus nuevas inquilinas. En muchos lugares que las golondrinas aniden en tu casa es un hecho que se considera una suerte y, en este pueblo, así lo creen.

lunes, 25 de junio de 2012

Última visita a Villafáfila por esta temporada.

Hace unos días fui al Centro de Interpretación de las Lagunas de Villafáfila con el objetivo de ver y hacerles unas fotografías a las polladas de tarros blancos que han criado allí. Pero, como siempre, Villafáfila tiene sus sorpresas...
La primera sorpresa surgió en el camino, en la Laguna Grima de Pajares de la Lampreana me encontré con una garza real, una garceta grande, un grupo de azulones y, sobre todo, con una espátula.
Lo que primero destaca al fijarse en esta ave es su pico. Pico largo y aplanado en su extremo que utiliza para comer ya que al introducir la cabeza en el agua e ir moviéndola de lado a lado, este pico es como un detector de cualquier presa que toque.
Continué camino hasta el Centro de Interpretación pero como llegué demasiado pronto me acerqué hasta la zona del puente romano donde pude observar un buen número de cernícalos comunes y primilla que volaban bajo o "cernían" . De ahí le viene su nombre de cernir, es decir, la habilidad que tienen para permanecer quietos, volando, sobre la vertical en un punto inmóvil. Así es como estaban cazando. Se quedaban "quietos" y caían sobre un insecto que estuviese en el suelo.
Cernícalo primilla macho.
Una abubilla comía tranquilamente en la misma zona de los cernícalos. Por cierto, este año, estoy viendo muchas en lugares insospechados como por mitad de la Avenida Carlos Pinilla en Toro volando por encima de los coches o en plena plaza de la catedral en Zamora.
Cernícalo acosando a un milano negro.
La abubilla solamente se preocupaba cuando un milano negro volaba por la zona. Curiosamente no empleó uno de los actos típicos de las abubillas cuando están amenazadas, desplegar su cresta, sino que lo que quería hacer era pasar desapercibida por completo y, simplemente, giraba la cabeza y miraba al milano negro que, en cuanto asomaba por allí, los cernícalos se tiraban a por él, acosándolo y picándolo hasta que conseguían expulsarlo de la zona. Esa era su zona de caza.
Según me iba una "águila" demasiado blanca llamó mi atención. Venía volando muy baja, la enfoqué con el telescopio y...era una culebrera casi blanca que, seguramente, haya mudado recientemente.
De camino al centro un mochuelo me observaba curioso y expectante a la vez.
Llegué al Centro de Interpretación en busca de los tarros blancos y me dirigí a la laguna de abajo, donde sabía que estaban. Nada más llegar una preciosa pollada de 9 pequeños tarros surgió entre los carrizos.
Nunca los había visto tan pequeños. Se movían todos a la vez, como una pequeña máquina de nueve engranajes, pareciera que remaran sobre el agua. Rápidamente se ocultaron en los carrizos. Allí se encontraban seguros.
Pude ver 5 polladas de tarros blancos de diferentes edades que, cuando sean un poco mayores, se reunirán en un sólo grupo, una guardería. Los juntarán a todos y serán vigilados por alguna hembra o por algún adulto que no haya conseguido criar este año.
El tarro blanco es una ave esbelta y elegante que, podemos decir, está a medio camino entre un ganso y un pato pero que a mí siempre me ha parecido muy hermosa. Estas aves crían en huecos o agujeros del terreno. Aquí, en Villafáfila, suelen hacerlo en viejas bodegas o en huras de los conejos abandonadas. Estos del centro lo habrán hecho en cualquier agujero del entorno de la laguna.
Algo curioso de los tarros blancos es que los adultos, cuando sus crías son un poco mayores, las abandonan y se van a lugares específicos como la desembocadura del Elbe (norte de Alemania) donde se reúnen miles, en bancos de arena, para mudar sus plumas. Durante ese tiempo de muda no podrán volar, lo cual supone un enorme riesgo de cara a los depredadores y por eso se reúnen miles; es una manera de defenderse o de sobrevivir.
Aparte de los tarros pude ver varias polladas de azulones y una de avoceta cuyos pequeños son muy curiosos ya que poco a poco empiezan a tener sn su pico la típica forma curvada que después les caracterizará de adultos.
Pollo de avoceta.
Avocetas adultas, azulones, cigüeñuelas, varias garzas bueyeras, una garza común y un garceta grande deambulaban tranquilamente por sus orillas buscando comida o refugio. También había sus más y sus menos por el terreno como esta cigüeñuela que no paró de picotear a la pobre avoceta hasta echarla de lo que ella consideraba "su territorio".
Un chorlitejo grande deambulaba entre el lodo y un correlimos menudo, identificado por Alfonso Rodrigo, ya que mis dudas tuvieron que ser aclaradas por un experto como él (birdingzamora.blogspot.com.es), se movía rápidamente de un islote a otro en busca de alimento.
Correlimos menudo.
En la laguna de arriba una nutrida colonia de gaviotas reidoras incubaba en los nidos de las isletas mientras sus compañeras volaban sin cesar emitiendo su típica "risita" que las delata.

Entre un nutrido grupo de gansos pude descubrir varios pollos grandes que nadaban tranquilamente entre los adultos. Seguramente fueran alguno de los que pude fotografiar hace unas semanas (pinchar aquí) que han conseguido sobrevivir al constante acoso y ataque de milanos, águilas calzadas e incluso gaviotas que también pueden intentar capturar pollos tanto de tarro como de azulón o ganso. La verdad es que me alegró verlos.
Aquí terminó mi última visita por esta temporada a las Lagunas de Villafáfila ya que en los próximos días me iré a Puebla de Sanabria, al campamento organizado por el C.E.I.P. Sancho II donde estaré buena parte del verano.
Según me marchaba me fijé en dos fochas anilladas (104 y 132) que nadaban tranquilamente en la laguna. Fochas anilladas que tienen su historia como el anillamiento pero eso, será, otra entrada...

sábado, 16 de junio de 2012

Por la Alta Sanabria II: Porto.

Porto está en el noroeste de la provincia de Zamora, es un pueblo ganadero por excelencia y es el más alto de la provincia a 1205 m. Se encuentra en la Alta Sanabria y forma parte del Parque Natural del Lago de Sanabria y ahí era el inicio de nuestra ruta.
El comienzo fue fuerte con una empinada ascensión por un camino repleto de agua que rápidamente nos haría ver el pueblo desde muy arriba. Continuamos hasta llegar a un altiplano de floración espectacular donde los amarillos de las escobas y piornos se mezclaban con los morados de los brezos. Donde miraras encontrabas un lugar hermoso y espectacular a la vez. La naturaleza estaba rebosante.
En este tramo nos encontramos con varios acentores alpinos. Ave típica de montaña que te puede sorprender volando muy cerca o cantando mientras vuela de una piedra a un brezo. Según avanzamos nos topamos con una de las peculiaridades de Porto, la ganadería. Una buena vacada de raza alistano-sanabresa nos observaba según pasábamos. Los extraños éramos nosotros.
Estas vacas son duras,  y se adaptan perfectamente al terreno y clima riguroso. Aquí, en Porto, siempre han existido y se han mimado; es famosa la feria de ganado que se celebra desde el siglo XIX el 26 de cada mes, desde Mayo hasta Octubre, siendo la feria principal la del 26 de Agosto a la que acuden compradores y curiosos de Zamora y parte de España, regularmente vienen compradores del País Vasco buscando toros para utilizarlos en el arrastre de piedras.
Continuamos hasta el refugio de Corrais donde hicimos una pequeña parada. Los acentores alpinos seguían rondándonos además del sonido de las ranas cuando pasábamos  junto a alguna de las lagunas que jalonan la zona.
Una manada de caballos nos miraba con recelo y curiosidad según avanzábamos. Poco a poco fuimos subiendo hasta llegar al límite provincial con Orense donde entramos en la reserva de caza de Xares que es un verdadero espectáculo de la naturaleza.
Las lagunas de Ocelo son un complejo glaciar perfecto con valles, cañones y lagunas que dejan ver un pasado de hielo que ha quedado grabado en el terreno. Esta tierra hermosa está habitada por ciervos, corzos, gamos y muflones que tuvimos la suerte de ver antes de que la niebla los engullera por completo.
Al muflón se le considera el antepasado de la oveja y fueron reintroducidos en España en 1954 desde Córcega. Se reintrodujeron con vistas a la caza ya que los machos poseen unos cuernos que se curvan a ambos lados de la cabeza dándole un aspecto característico, por cierto, estos cuernos no se les caen como les sucede a los ciervos o a los corzos que los pierden todos los años.
El grupo que vimos fue de hembras que no suelen tener cuernos o si los tienen son muy pequeños. Este grupo siempre va dirigido por una hembra experta a la que siguen otras y sus crías a las que se añaden, en época de celo, un macho dominante que se haya ganado, mediante luchas con otros machos, el derecho a aparearse con ellas. Nada más vernos salieron espantadas ladera arriba, al refugio de la otra cara de la montaña.
Tras avituallarnos continuamos la ascensión hasta los casi 1.900 m entre una niebla que nos engullía por momentos hasta no dejarnos ver absolutamente nada. La niebla no nos dejó ver la Laguna de la Serpiente y no nos abandonó hasta que no bajamos a los 1.400 m donde una floración espectacular del gamón cubría laderas enteras de la montaña.
El gamón es una planta curiosa que no come el ganado y que incluso sale indemne de un incendio. Desde los antiguos griegos se le asocia con la muerte, con el tránsito a la otra vida por eso estaba muy presente en los ritos funerarios. También era utilizado para hacer pegamento al machacar su bulbo mezclándolo con agua y en la Edad Media se empleaba para tratar eczemas de la piel aunque es muy tóxico si se come.
Agradezco enormemente a Poli prestarme
esta fotografía para ilustrar la entrada.
Según bajábamos el valle del río Bibei se abría a nuestros pies. Pies que levantaron a un corcino recién nacido que pronto buscó la protección de las escobas cercanas. Si encontráis alguno, dejarlo, no lo toquéis, ni lo mováis del sitio si no se mueve. No está abandonado, su madre no andará lejos ya que el quedarse quieto y sólo durante las primeras semanas de su vida es una manera de protegerse de los depredadores.
La madre vendrá varias veces al día a alimentarlo y lamerlo para quitarle el olor y se volverá a ir. No quiere que su presencia, ni el olor de su cría, atraigan a un depredador que pueda matarlo.
Una vez en el valle nos dirigimos hasta Porto por una pista de hormigón que se hace interminable pero se compensa con el paisaje a ambos lados del valle. Pasamos junto a un viejo acebal que sobrevive al paso del tiempo y de los incendios.
Viejo acebal de Porto.
El acebo es un árbol de crecimiento muy lento y sus bosques tienen una gran importancia al ser refugio de innumerables pajarillos y mamíferos en invierno porque suben la temperatura hasta 5 grados y en verano porque su humedad da frescor al ambiente.
El acebo tiene una madera que aguanta mucho la humedad y se utilizaba para construir vallas pero cuidado con sus “bolitas rojas” que son tremendamente tóxicas y además son las causantes de su alarmante descenso ya que se han empleado masivamente para adornos de navidad.
Poco a poco llegamos a Porto donde finalizamos una ruta espectacular de 11 kilómetros de subida desde los 1.200m hasta los casi 1.900m y otros 13 de bajada en una naturaleza desbordante y majestuosa.

lunes, 11 de junio de 2012

Lobo. Primera lección: pasar desapercibido.

Eso fue lo que sucedió cuando nos encontrábamos en una zona de la Sierra de la Culebra y esperábamos confiados la aparición de tan increíble animal. Sospechábamos donde había un grupo y queríamos verlos entrar a su encame, un valle de robles, escobas y brezos. Las zonas de entrada posibles al valle eran varias pero la que probablemente utilizarían sería un cortafuegos, ya que el lobo intenta minimizar su gasto de energía moviéndose por zonas que le supongan un ahorro, en este caso un cortafuegos.
El lobo tiene un territorio que variará su extensión, sobre todo, en función de la abundancia de comida de la que pueda disponer. Dentro de él se pueden diferenciar varias zonas. Por un lado el dominio vital que sería su zona de campeo y por otro, el hogar, que sería la zona más íntima. Y es esa entrada al hogar la que estábamos observando, esperando que algún lobo llegara a ella.
Los telescopios no quitaban ojo del cortafuegos cuando apareció el primer lobo. Bajó tranquilamente por él, casi siempre van por un lateral evitando el centro del cortafuegos. Esto lo hacen porque por los laterales siempre van a cubierto, por lo menos por un lado y tienen un escape rápido y seguro. Bajó con su andar elegante hasta un punto determinado en el que se salió hacia el valle perdiéndose entre la espesura. A los diez minutos apareció el segundo lobo que hizo el mismo recorrido y pasados veinte minutos un tercer lobo que recorrió exactamente los mismos pasos que los dos anteriores. Todos sabían lo que hacían. Todos habían aprendido desde pequeños por donde ir y como llegar. Los tres eran lobos jóvenes.
Ese aprendizaje de los lobos se hace desde cachorros. Otro de los días que observábamos esa zona pudimos ver al típico cachorro remolón que va por libre y que en muchos casos terminará en problemas. Esta vez era al anochecer y fuimos incapaces de ver a ninguno salir del hogar. El cortafuegos estaba desierto. ¿Cuándo habrían salido? ¿Por donde han pasado? Esas son preguntas que te martillean en muchas ocasiones que vas a intentar observar al lobo.
Estábamos a punto de abandonar cuando nos fijamos que en medio del cortafuegos, detrás de un pequeño brezo, se levantó una figura, era un cachorro. El remolón. Allí estaba. No había marchado con la expedición de aprendizaje. Estaba sólo o por lo menos eso nos pareció, quizás algún subadulto anduviera cerca cuidándolo, si estaba, no lo vimos. El cachorro jugaba, mordía el brezo, saltaba pero no se movía de allí. De repente se tumbó, y se quedó quieto detrás del brezo, parecía una prolongación del arbusto. Nos fijamos y vimos que venía una cierva con su cría del año y del año anterior por el cortafuegos, a unos 50 metros a la izquierda del cachorro.
La cierva paró. Levantó el hocico y venteó. Le olía a lobo pero no lo veía. El olor para ella sería peligroso pero continuó, se arriesgó. Pasaron casi rozando al cachorro que no se movió ni un milímetro. Había aprendido a esconderse. A pasar desapercibido. Esconderse le supondrá en muchas ocasiones salvar la vida.
Cuando los adultos sacan a los cachorros de expedición les enseñan y cuidan constantemente. Así sucedió cuando un buen amigo, en el mismo sitio, volvió para ver si había suerte con el remolón y sus hermanos.
Llegaba la noche y ese día vio salir a unos cuantos. La disposición era la siguiente. En primer lugar avanzaba un lobo adulto. A unos veinte metros, seis cachorros de unos 6 ó 7 meses, todos en fila, uno tras otro. Detrás de ellos un adulto y más atrás, como a unos 20 metros otro adulto. Todos caminaban cortafuegos arriba hasta salir a un camino. Siempre pegados a un lateral. A buen paso. De repente el primer lobo se tumbó y automáticamente todos los demás hicieron lo mismo. Era una señal de peligro. ¿Qué pasaba?
Un coche venía por el camino. No lo podían ver porque había una curva entre ellos pero el primer lobo sabía que venía. Aguantó tumbado hasta que apareció por la curva. Cuando lo vio se lanzó al lado del camino, a la cuneta y se tumbó. Inmediatamente todos los demás hicieron lo mismo. Todos quedaron ocultos en la cuneta, al lado del camino, como si fueran sombras, como integrantes del propio paisaje. El coche pasó a su lado y ninguna de las personas que iban dentro vio ni se enteró de nada. Habían pasado al lado de nueve lobos y no los habían visto.
Los cachorros aprenden a esconderse, a moverse por el campo, a pasar desapercibidos. Aprenden a ser discretos, a no llamar la atención. Lo necesitarán en su dura vida y si no lo aprenden lo pasarán muy mal, y mal, para un lobo, es la muerte…
(La primera y última fotos de esta entrada han sido tomadas en un centro de semicautividad)

lunes, 4 de junio de 2012

La autovía.

La construcción de una autovía o el AVE supone un corte en las rutas de los animales salvajes, en sus recorridos cotidianos que vienen de generación en generación. En mi opinión, los animales son bastante más listos de lo que nosotros creemos o muchos piensan. Estoy convencido que si a un animal salvaje, una autovía o el AVE, le cortan su territorio habitual por el que se desplaza regularmente, os aseguro que se adaptará, buscará la manera de cruzarla, de sortearla o de esquivarla para seguir con su rutina habitual.
No voy a entrar en la peligrosidad, un hecho real, del cruce de fauna en ciertas carreteras de nuestra provincia, sino que me voy a limitar en poner unos ejemplos de cómo se adaptan los animales a estas nuevas infraestructuras. Por supuesto un consejo. Cuando vayáis por carreteras de cruce de animales (suelen estar señalizadas) lo primero que hay que hacer es reducir la velocidad, así evitaremos, o por lo menos minimizaremos situaciones comprometidas y peligrosas que pueden causar daños para los animales y, sobre todo, para las personas, bastante graves.
Un ejemplo claro es lo que me pasó el otro día cerca de Villanueva de Valrojo. Delante de los faros de mi coche cruzaron, a las 10 de la noche, 10 rayones y 6 jabalís adultos. Tuve que pararme y dejarlos pasar. Acto seguido, a los 3 minutos, me adelantó un coche pequeño, con un chico joven, a toda velocidad. ¿Qué hubiera pasado si pasa cuando los jabalís están cruzando la carretera?, ¿o si me da a mí por estar orillado, con las intermitencias mientras pasa? ¿o si pierde el control y se da contra otro coche que viene en dirección contraria? La verdad es que hay tener un poco más de cordura cuando se circula por estas carreteras y más este que, seguramente, era de la zona y sabía que por allí pasa constantemente fauna.
Como iba diciendo, voy a hablar de algunos ejemplos de la adaptación de los animales a las autovías y al AVE. Un ejemplo claro son la cantidad de aves que se esconden y hacen sus nidos en los puentes de las autovías y, sobre todo, los conejos. ¿No os habéis dado cuenta de la cantidad de conejos que hay en muchos tramos de autovía? Estos animales se han metido en las medianas y laterales de las autovías. Y lo han hecho porqué allí están a salvo de cazadores, ya sean de escopeta o de carnívoros como los zorros (aunque no de todos ya que algunos entran). Allí dentro están protegidos de ellos, aunque los milanos, águilas y aguiluchos los sigan controlando pero así, los conejos, solamente tienen que controlar un peligro, el que viene del cielo.
Huras de conejos en la autovía.
Peligros reales como pude observar no hace mucho, en el que un águila real se estaba comiendo,  tranquilamente, un conejo, en el arcén de una autovía zamorana y los restos que dejó, los terminó de comer, horas más tarde, un milano negro.
Los animales cruzan las autovías y el AVE; aprenden a hacerlo. Cruzan por pasos elevados o subterráneos e incluso por puentes utilizados por los coches. Buscan los sitios menos peligrosos por los que pueden pasar y saben, aprenden, que meterse en una autovía es una ratonera y la muerte casi segura para ellos. Lo saben porqué es algo del hombre, algo que supone un peligro claro e inminente, nos huelen y, normalmente, huyen. Hay veces que se adentran y, casi siempre, mueren, provocando un accidente peligroso para los ocupantes del vehículo.
Me dirigía, como todos los días, por la autovía Zamora – Toro, al poco de abrirla. Delante de mí, un coche, a unos 70 metros. Según llegamos a la salida hacia Fresno de la Ribera aparece un enorme jabalí al cual no puede esquivar y se lo lleva por delante, matándolo en el acto. A los ocupantes del coche no les pasó nada pero el susto no se lo quitó nadie. Este caso de adentrarse en la autovía seguramente sucedió porque el animal se despistó y no conocía aquella nueva infraestructura. Desde ese día no he vuelto a ver ninguno más pero sí a algún zorro, que anda detrás de los conejos, o a algunos perros vagabundos.
Si los conejos se han sabido adaptar el resto de animales, normalmente, también. Así, los pasos, tanto por encima como por debajo de la autovía o el AVE, son utilizados normalmente por multitud de animales que han aprendido a pasar por allí. Si pincháis aquí veréis varios ejemplos.
Lobo cruzando por un paso elevado. (Autor de la fotografía: Herranz et al)
El lobo es un animal muy inteligente y cruza las autovías o el AVE. Hace no mucho un grupo de amigos pudieron comprobar cómo un lobo, a las doce de la mañana, cruzaba por debajo de las obras del AVE. Sabía por donde iba. Había aprendido a pasar por allí. Lo mismo ocurrió con otro lobo que pude ver como cruzaba por debajo de la carretera, por un paso de agua. Sabía a dónde iba, os lo aseguro. Pero quizás el ejemplo más conocido fue un artículo que salió en la revista Quercus, hace algunos años, de un lobo radiomarcado que habían estudiado durante años y había cruzado la autovía unas diez veces (no recuerdo el número exacto, pero si dais con el artículo leerlo. Os lo recomiendo).
Sí. Las autovías y el AVE cortan las vías de comunicación de la fauna pero menos de lo que creemos. Estoy convencido que los animales se adaptan y son capaces de minimizar estos obstáculos.