La primera vez qué vi un avetorillo este año fue el 29 de enero en el
río Duero a su paso por Zamora y desde entonces, cada vez que bajaba al río, lo
buscaba para verlo y, si había posibilidades, intentar fotografiarlo. Lo había visto más veces y oído en
varias ocasiones en diferentes puntos del río pero sin ningún resultado a nivel fotográfico ya qué es tremendamente complicado de ver entre los carrizos en los que está metido normalmente; mis
esperanzas estaban puestas en una zona muy concreta de Olivares donde los he
visto años anteriores pero los días pasaban y no había suerte. Pero como la naturaleza es caprichosa y sorprendente cuando
no bajé a buscarlo y, simplemente, pasaba por allí, lo encontré por sorpresa y
en una zona que nunca lo había visto antes. La suerte me había sonreído con la
más pequeña de las garzas europeas.
Como he comentado en muchas ocasiones el río Duero a su paso
por Zamora tiene una fauna amplia, variada y sorprendente que muchos zamoranos
ignoran qué en la misma ciudad podamos encontrar tal cantidad de animales,
tanto aves como mamíferos, reptiles o anfibios; en entradas anteriores he
hablado de esta sorprendente variedad de vida, desde martines pescadores hasta
nutrias pasando por águilas calzadas, comadrejas, andarrios, galápagos o picos
menores y, por supuesto, estos avetorillos que tuve la inmensa suerte de poder
ver el pasado fin de semana.
Allí estaban. La pareja de avetorillos en los carrizos. El
macho se fue volando inmediatamente pero la hembra aguantó unos minutos dándome
tiempo a sacarle algunas fotografías.
Esta pareja está en periodo reproductor ya qué como se puede
apreciar en esta hembra, en la base del pico tiene una coloración rojiza qué
así lo indica. Son aves esquivas, miméticas, cuyo plumaje les hace pasar
totalmente desapercibidos entre los carrizos de la orilla. Es un ave de
costumbres crepusculares qué se mueve perfectamente entre los carrizos
agarrándose a ellos con una soltura y elegancia sorprendente.
Todo él está diseñado para vivir en este hábitat. Sus largos dedos y uñas le permiten agarrarse firmemente a estrechos carrizos en posturas dignas de un equilibrista consumado. Su largo cuello es perfecto para equilibrarse y estirarlo hacia el agua para poder pescar pequeños peces qué coge al acecho con su largo y fuerte pico. Su plumaje es de un color mimético con el entorno. Está perfectamente adaptado a la vida entre los carrizos.
Todo él está diseñado para vivir en este hábitat. Sus largos dedos y uñas le permiten agarrarse firmemente a estrechos carrizos en posturas dignas de un equilibrista consumado. Su largo cuello es perfecto para equilibrarse y estirarlo hacia el agua para poder pescar pequeños peces qué coge al acecho con su largo y fuerte pico. Su plumaje es de un color mimético con el entorno. Está perfectamente adaptado a la vida entre los carrizos.
Así se ve en muchas ocasiones el avetorillo. Oculto. Camuflado... |
Me quedé quieto y oculto detrás de unos arbustos. No me podía
ver. No quería espantarla ni molestarla. La hembra estaba tranquila, ya qué si
se hubiera molestado se habría ido volando o hubiera adoptado una postura
típica que los avetorillos adoptan cuando están intranquilos. Hubiera estirado
su cuerpo y levantado el cuello verticalmente, se habría puesto como si fuera
una vara, rígida, inmóvil, como si fuera una caña más del entorno.
No fue así. Estaba tranquila. Al borde del agua. Agazapada y encogida. Pasados unos minutos lanzó su largo cuello al agua. ¿Habría cogido algo? Subió por el carrizo y mostró en todo su esplendor la captura...
No fue así. Estaba tranquila. Al borde del agua. Agazapada y encogida. Pasados unos minutos lanzó su largo cuello al agua. ¿Habría cogido algo? Subió por el carrizo y mostró en todo su esplendor la captura...
Se estiró. Colocó el pez a favor de escama. Estiró el cuello
y con dos rápidos movimientos de cabeza se lo tragó con una facilidad
asombrosa. Acababa de asistir a algo qué nunca había visto. Un avetorillo
capturar y comerse un pez.
Quedé sorprendido y tremendamente contento. Me fui para
casa revisando las fotografías esperando y confiando que se pudieran ver bien
pero sobre todo emocionado por la experiencia vivida. Cuando uno baja al río
estos momentos tan especiales se quedan tan marcados qué aunque ninguna
fotografía hubiera quedado bien mi satisfacción hubiera sido la misma. El
recuerdo quedará grabado en mi memoria para siempre.
En los dos últimos días había podido ver a tres avetorillos
y sacarles algunas fotografías y, además, en el mismo lugar, lo cual me anima a
buscarlos en más ocasiones y como están en periodo reproductivo esperar que
críen por la zona, por lo menos esa es mi esperanza, ya veremos...