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martes, 26 de diciembre de 2017

79 Ánsares caretos en Villafáfila

¡Impresionante! Esa es la palabra que puede definir la tarde, de hace unos días, que pude disfrutar en las Lagunas de Villafáfila. Este año se está viendo un buen número de ánsar careto; he podido ver diferentes grupos desde los 7 ejemplares que vi el pasado 22 de noviembre a los 20 que vi el día 16 de diciembre o los 8 del día 17 pasando por los 30 del día 19 y el pasado día 22…una auténtica gozada pero, todo a su tiempo.
El ánsar careto es uno de los ánsares más bonitos que hay. Es un poco más pequeño que el ánsar común y destaca sobre todo por su pico rosa con una mancha blanca en la base (mancha que le sale cuando cumplen, más o menos, un año de edad), sus patas naranjas y, en los adultos, el espectacular y precioso barrado en negro de su pecho y abdomen como el de este fantástico ejemplar que pude ver en el que se pueden apreciar todas esas características.
Los jóvenes no tienen ese barrado, ni la mancha del pico y tienen el rosa del pico más apagado. Jóvenes que migran con sus padres la primera vez para ir aprendiendo rutas de viaje y de alimentación. En la siguiente imagen se pueden ver varios jóvenes con adultos.
Este precioso ánsar era el principal objetivo del día. Quería ver cuantos había porque en mi anterior visita el día 19 había contado 30 ejemplares; Manuel Segura y J.Javier Orduña, el día 18 habían visto 43.
Llegué a la zona en la que se movían últimamente. Allí estaban, comiendo tranquilos. Estaban distribuidos entre los ánsares comunes, mezclados en un ir y venir en busca de alimento. De vez en cuando algún ánsar común se mosqueaba y los echaba hacia otro lado. No lograba verlos bien porque la zona era complicada ya que se metían en unos bajos y entre las hierbas, con lo cual, cambié hasta tres veces de ángulo de visión pero nada, no había manera así es que volví al lugar inicial donde apareció otro amante de la naturaleza, Juanjo González.
El ánsar careto proviene de la tundra siberiana, migrando hasta centro Europa (Bélgica, Holanda, Alemania) donde se mezcla con los ánsares comunes y viaja hasta nuestro país. Los últimos años su número en España se ha visto incrementado regularmente aunque el pasado año las Lagunas de Villafáfila acogieron muy pocos ejemplares.
Pasada una hora se empezaron a juntar en una zona con agua y contamos 44. Era un número impresionante. Nunca había visto tantos juntos pero había alguno más porque nos seguían quedando tapados.
Pasada una media hora se levantaron y se desplazaron un poco más lejos, momento que aproveché para hacer fotografías al grupo, lo cual me sirvió (posteriormente) para saber cuántos podía haber.
Bajaron unos cientos de metros más lejos y continuaron comiendo cuando, al cabo de otra media hora, mi compañero me dijo: “Por ahí viene un grupo”. Dirigí el telescopio y mi sorpresa fue mayúscula. Un grupo de ánsares venía volando alto y de lejos directamente hacia donde estaban los caretos. Cuando comenzaron a bajar me quedé mudo…¡todos eran caretos! 29 caretos más se unieron al grupo.
Era increíble. En total el grupo lo componían...¡79 ánsares caretos! Que suponían el mayor grupo de caretos visto en las Lagunas de Villafáfila desde que Persson H. en 1994 (un año después de dejarse de considerar rareza en España) viera 55 ejemplares (Guía de la fauna de la Reserva Natural "Las Lagunas de Villafáfila" (2006) de Mariano Rodríguez y Jesús Palacios editado por la Junta de Castilla y León). Una auténtica maravilla.

sábado, 16 de diciembre de 2017

20 ánsares caretos, 1 barnacla cariblanca, 1 piquicorto (posterior) y…agua.

Magnífica tarde por las lagunas en las que la primera alegría me la llevé nada más llegar…¡hay agua!
No es mucha pero es una capa de agua que va a atraer a muchas aves estos días, aves que están saliendo de Europa por el temporal de frío y nieve y que pasaban por aquí sin quedarse, ahora, con un poco de agua, la cosa puede cambiar y ha empezado de la mejor manera posible.
La imagen de arriba las lagunas actualmente.
La imagen de abajo las lagunas hace unos días.
Las dos fotos tomadas desde el mismo sitio.
Lo primero que vi nada más parar fue la barnacla cariblanca que descubrieron el día 3 Juan A. Casado y Diana Domínguez. Barnacla que destacaba entre todos los gansos que la rodeaban cerca del agua.

Hace una semana estábamos completamente secos, sin una gota de agua y las lluvias de los últimos días han dejado una maravillosa sensación de vida en las lagunas. Vida que se ha visto incrementada tanto en cantidad como en variedad. Grandes grupos en los que se pueden ver azulones, silbones, frisos, rabudos o cercetas comunes junto con tarros blancos, algunas gaviotas sombrías y la sorpresa de 3 zarapitos reales, grullas (pude ver unas 500-600), aguilucho lagunero, aguilucho pálido, milano real.... Hay vida. Hay movimiento.
Pero volvamos con la barnacala cariblanca. El año pasado tuvimos otra barnacla cariblanca que pudiera ser o no la misma de este año. Es un ave preciosa que reluce entre los ánsares. Ánsares que han visto incrementado su número hasta, calculo que unos 4.500-5.000 (según mi impresión de ayer) y entre estos ánsares empezaron a aparecer ánsares caretos.
Esta invernada ya había visto un grupo de 7 caretos el pasado día 22 de noviembre pero ese grupo desapareció días después. Según miraba entre los ánsares apareció una cabeza, entre las hierbas, con la base del pico blanca, ¡un careto! Y otro, y otro..así has 10 ejemplares de diferentes edades que se movían entre las hierbas.
Mi sensación era que había más porque salían de una zona que no se veía y lo hacían por los dos extremos de la zona cerrada así es que cambié mi posición hasta otra zona desde donde poder verlos mejor.
Nada más llegar aparecieron otros 4 y otros 2…¡16 caretos! Había 16 preciosos caretos que se movían tranquilos en la zona más alejada posible de cualquier camino. De repente, se levantaron, oportunidad para contarlos todos y…sorpresa…¡eran 19! La tarde estaba siendo fantástica. Minutos más tarde apareció otro en el mismo lugar del que habían levantado el vuelo…¡eran 20 caretos!
La última vez que había visto un bando de veinte fue el 21 de enero de 2013 que vi un grupo de 25 con un ánsar indio, desde entonces siempre eran grupos pequeños hasta este precioso grupo de 20.
La tarde seguía y un ánsar raro me llamó la atención, la pena fue que lo vi un segundo porque se metió entre las hierbas y no apareció más. Al final de la tarde hablando con Jose M. San Román,  biológo y amigo, en la Casa del Parque; le comenté que me había parecido ver un ánsar campestre a lo que él me contestó que no descartara un piquicorto y hoy, al día siguiente, Manuel Rodríguez ha visto un ánsar piquicorto que, con muchas probabilidades, era este mismo ejemplar (Enhorabuena Manu y gracias).
Actualizo esta entrada dos días después porque he visto ver al ánsar piquicorto volando con un grupo en el que iban ánsares caretos y la barnacla cariblanca entre un numeroso grupo de ánsares comunes.
Ánsar piquicorto.
Las sorpresas seguían apareciendo. Pude leer 4 collares. 3 azules y uno que se ve blanco pero no lo es, es amarillo. Además de otros dos que me fue imposible leer y otro que tengo mis dudas.
Curiosamente dos de estos ánsares con collar estaban juntos, los ZE1 y ZE7, dos ánsares que habían sido anillados el mismo día, en el mismo sitio de Noruega y seguían juntos. El 19-7-2017 por Arne Follestad. El ZE7 lo había visto hacía unos días.
El LZ5 es un ánsar curioso porque tiene la letra L puesta al revés y ya nos visitó el año pasado. También está anillado en Noruega en 2016 por Arne Follestad.
Ese ganso en una fotografía del invierno pasado.
El siguiente ganso es el NCE un ganso que descubrió Manuel Segura hace unos días con un collar blanco que nos trajo locos hasta que un anillador sueco (gracias Goyo Parra por la gestión) dijo que era un collar amarillo, procendente de Alemania. Os aseguro que de amarillo tiene poco y si no mirar la magnífica foto de Manuel Segura, al cual le agradezco enormemente dejármela para ilustrar esta entrada, al igual que la extraordinaria foto de un pequeño grupo de caretos que vio hace unos días con este ánsar del collar blanco.
La historia de este ganso es la de un viajero. Desde que ase anilló en 2011 en Alemania por Thomas Heinicke, se le ha visto, ni más ni menos, que ¡93 veces! en cuatro países diferentes: Alemania, Holanda, Hungría y España.
Dos días después he conseguido ver al piquicortoMagnífica tarde en las lagunas que espero sigan cogiendo algo de agua o, por lo menos, mantengan la que tienen. 

lunes, 11 de diciembre de 2017

Santoña I: serreta mediana, colimbos, barnaclas…

Llegas y lo primero que te llama la atención es que hay agua por todas partes y con agua hay aves. Miles de aves. Aves por todos lados aunque cuando hablas con alguien de aquí te dicen que todavía no hay mucho pero, no se dan cuenta, que en el interior estamos secos, completamente secos…
Santoña rebosa vida. Mires donde mires hay aves. En esta primera entrada voy a contar el viaje en barco que realizamos con aves cantábricas por las marismas. Viaje en el que Alejandro García nos mostró todo sus saber y conocimiento de este lugar tan bello y maravilloso. Nos embarcamos con grandes ilusiones de poder disfrutar de la marisma y sus habitantes.
El primero y el último en aparecer fue un colimbo grande. Ave impresionante, de fuerte pico, cuello robusto y pinta de cormorán cuando lo ves a distancia. Salía. Cogía aire y se sumergía nuevamente. Se estaba alimentando.
Ave proveniente del ártico que cría en Groenlandia, Islandia o Norteamérica que pasa el invierno en estas marismas junto con otro colimbo, el colimbo chico que también viene del ártico y del que vimos varios ejemplares.
Es el más pequeño y extendido de todos los colimbos; con un pico más fino, menos robusto y aspecto más frágil. También se alimentaba constantemente. Su actividad era febril. Se sumergía y salía sin descanso. Nos mostraba su destreza en el buceo. Al igual que el colimbo grande (y la mayoría de los patos buceadores) tiene las patas muy atrás en el cuerpo para así desplazarse más eficientemente bajo el agua aunque en tierra le hace ser un poco patoso.
Pasará el invierno aquí, en Santoña y luego volverá a sus zonas de cría en el norte de Rusia, Groenlandia, Islandia y norte de Canadá.
Casi noventa barnaclas carinegras hay ahora mismo en las marismas. El año pasado pasaron de las cuatrocientas. Su número ha ido aumentando exponencialmente en los últimos años, sobre todo por la proliferación de su comida preferida, un alga, la zostera marina.
Este pequeño ganso también proviene del ártico. De dos zonas concretas: del norte de Rusia la subespecie nominal bernicla y la hrota proveniente de Groenlandia y norte de Canadá. Aquí, en Santoña, la que se encuentra normalmente es la subespecie bernicla, aunque por ejemplo, el año pasado aparecieron dos ejemplares de la subespecie hrota. Todavía hay una tercera subespecie que no llega hasta nosotros, es la nigricans que vive en el noroeste de Canadá, Alaska y Siberia oriental.
Acostumbrado a ver muy pocas barnaclas carinegras, lo máximo que he visto en las Lagunas de Villafáfila han sido tres ejemplares en 2015, encontrarte con unas noventa es un espectáculo fascinante. Se movían tranquilas, comiendo y observando como una fila de caballos pasaban muy cerca de ellas.
Una preciosa serreta mediana (y única en la marisma) apareció en la lejanía. Era un hembra solitaria entre azulones, agujas y rabudos.
Lo primero que te llama la atención es el pico. Pico largo y delgado que tiene unos pequeños “dientes aserrados” (de ahí su nombre) para sujetar mejor a sus presas. Otra ave del norte que baja hasta Santoña en invierno. Ave que parece el pinocho de las aves con ese pico tan peculiar. Ave que fue toda una agradable sorpresa encontrarnos.
Continuamos en nuestra ruta con un sinfín de observaciones: agujas colinegras y colipintas, ostreros, ánade silbón, ánade friso, zarapito real y trinador, gaviota sombría, reidora y patiamarilla, espátulas, zampullín cuellinegro…
Preciosos ostreros alimentándose.
Una enorme variedad que nos sorprendía constantemente. Entre cormoranes grandes y moñudos, garcetas comunes, reales y grandes apareció la majestuosa silueta del águila pescadora.
Allí estaba. Posada en un magnífico oteadero. Esperando. Decidiendo cuando emprender el majestuoso vuelo que revoluciona a los miles de silbones, ánades reales, frisos, rabudos y cucharas que deambulan por la marisma.
Este invierno hay dos ejemplares en Santoña. Dos águilas pescadoras que pasarán aquí todo el invierno y, quién sabe, si en algún momento se decidan a criar en esta zona.
Tres zampullines cuellirrojos aparecieron casi a la vez que la pescadora. Estaban bastante lejos pero con el telescopio se veían muy bien. Este zampullín es casi idéntico al cuellinegro pero, en esta época su cabeza “plana” le delata sin remisión.
Fotografía testimonial de dos de los zampullines cuellirrojos.
Es el zampullín más escaso que tiene sus principales cuarteles en Finlandia además de Dinamarca, Suecia, Rusia o Noruega desde donde nos visita en invierno. Experto buceador, como todos los zampullines, que tiene las patas muy atrás (como comentaba anteriormente) para facilitar la inmersión y el buceo que le permite tanto alimentarse como escapar de cualquier peligro. También pudimos ver otros miembros de su familia como el cuellinegro, el chico y el somormujo lavanco.
Zampullines cuellinegros.
Gavión atlántico (la gaviota más grande de Europa), charrán patinegro, tarros blancos…Santoña es un espectáculo de vida. Es un deleite para los sentidos. Es un lugar que hay que visitar para conocerlo y aprender de todo lo que allí se puede encontrar.

martes, 28 de noviembre de 2017

La reina del río.

Asoma. Emerge. Coge aire y vuelve a sumergirse en busca de alimento. Un rastro de pequeñas burbujas te van mostrando por donde va. Vuelve a salir. Observa. Se acerca a la zuda. Las cigüeñas están alerta. Expectantes. La miran. La reina del río se aproxima más. Cuando va a subir. Las cigüeñas van hacia ella a intentar picarla. La echan. No le dejan pasar la zuda por ahí. La nutria se da media vuelta y continua río abajo (si hubiera querido podría haberles dado un gran susto a las cigüeñas). Paralela a la zuda. Unos metros más adelante sale del agua. La cruza y se sumerge en el otro lado.
Un rastro de burbujas te va indicando por donde va...
Desde hace años las nutrias han experimentado una considerable subida de su población; en los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado tuvieron una enorme disminución provocada por diferentes factores, como la destrucción de su hábitat, la disminución de recursos alimenticios o la enorme presión que la caza ejercía sobre ellas.
Dicha caza se realizaba por varios motivos: el principal, porque su piel era muy cotizada para la elaboración de abrigos (un abrigo suponía la muerte, más o menos, de veinte nutrias) y, en muchas partes de Zamora, de gorros que decían hechos de "piel de lluntre", nombre con el que llamaban a las nutrias, incluso, en muchos pueblos no sabían que lluntre era una nutria (gracias J. Alfredo Hernández por la información).
El segundo motivo tenía que ver con los alimañeros que, durante los fatídicos años de Las Juntas de Extinción de Animales Dañinos, mataron un gran número de ejemplares. Un tercer motivo era que en muchas zonas de nuestro país se cazaba para comer, hasta la Iglesia autorizó su consumo en la época de cuaresma ya que la consideraba una "carne de pescado". También, un cuarto motivo era que muchos pescadores tenían una enorme manía a las nutrias al considerarlas responsables de la falta de peces en los ríos.
La reina del río continuó su camino aguas abajo. Buscaba alimento. Su avance era rápido. Decidido. Se sumergía y salía muchos metros más adelante. Las nutrias son capaces de aguantar hasta tres minutos bajo el agua donde se manejan con enorme soltura gracias a sus características para moverse en un elemento en el que su cuerpo alargado, pelo impermeable, membrana interdigital o su larga cola que utiliza como timón y propulsor son elementos que le hacen una verdadera experta a la hora de nadar y bucear; además tienen un elemento muy útil y necesario que juega un papel fundamental en su vida, las vibrisas faciales.
Estos largos pelos rígidos son receptores táctiles que le proporcionan información constante del entorno. Calcular distancias, percibir corrientes, captar diferencias de temperatura o detectar movimiento son algunas de las utilidades de estos largos pelos que le son enormemente útiles junto con la vista dentro del agua, dado que el oído y el olfato solamente los utiliza fuera.
Asomaba la cabeza. Volvía a coger aire y se sumergía arqueando su largo cuerpo hacia la oscura profundidad del río. La perdí de vista. Desapareció. Pasados bastantes minutos la volví a localizar en otra parte del río. Había conseguido alimento.
Allí estaba. Sobre un tronco medio sumergido comiendo un gran pez. Lo agarraba con sus fuertes manos para sujetarlo y poderlo comer a gusto. Comía rápido. Sin descanso.
Comía rápido, en un contraluz del atardecer.
Como he comentado en otras entradas y, creo que es bueno recordarlo: ¿quién no ha oído decir?: “las nutrias solamente viven en ríos de aguas cristalinas y transparentes; son bioindicadoras de la pureza de las aguas”. Nada más lejos de la realidad. Las nutrias pueden vivir también en aguas oscuras o de color chocolate, lo único que necesitan es alimento, resguardo y tranquilidad, si estas necesidades están cubiertas en un río de aguas turbias, vivirán en él sin ningún problema.
Terminó su comida. Se sumergió elegante, con un fuerte impulso arqueando su cuerpo para salir varios metros más adelante. Nadaba rápido hacia la orilla, hacia los juncos. Una barca se aproximaba. Rápidamente se escondió entre la espesa vegetación donde un avetorillo llegó volando para agarrarse cual experto equilibrista a la inestabilidad de los juncos. La barca pasó. La reina del río volvió a asomar y continuó su recorrido por su territorio. Un territorio urbano. Un territorio en el que nadie la ve. Nadie la molesta. Ella es la reina del río. La nutria. 

jueves, 16 de noviembre de 2017

Avutardas, grullas y ánsares en una Villafáfila seca.

Villafáfila está sin agua. Todas las lagunas están completamente secas; solamente hay agua en cuatro puntos; cuando digo agua me refiero a cuatro charcos de diferentes tamaños pero a fin de cuentas, charcos.
España está sufriendo una preocupante sequía pero, como una imagen vale más que mil palabras, el día 13 de noviembre AEMET (Asociación Española de Meteorología) publicó las siguientes imágenes:
A dicha imagen le acompañaba este texto: “Índice de Vegetación: En estas dos imágenes comparamos el desarrollo de la vegetación a 31-10-2014 con el del 31-10-2017. Los tonos marrones revelan ausencia de vegetación. La diferencia salta a la vista”. “No es que donde en 2014 había árboles ahora no los haya, sino que falta vegetación herbácea por la ausencia de lluvias. Digamos que es otra forma de ver la sequía”.
AEMET cataloga el año hidrológico 2016-17 como “muy seco”: 15% menos de precipitaciones con respecto a la media.
Esta falta absoluta de agua está provocando importantes problemas de abastecimiento, restricciones, daños en la agricultura y ganadería, problemas de energía, aumento del efecto invernadero, derivada económica, incendios…y, por supuesto, afecta a la flora y fauna de nuestro entorno.
Así está ahora mismo la Salina Grande. Seca.
Ante este panorama mi visita a las lagunas no tenía demasiadas expectativas pero, como sucede muchas veces, la naturaleza me sorprendió. Unas 1.200 grullas y algo más de 1.000 ánsares se mueven por la zona. Las aves han venido, van viniendo pero…como no llueva rápido y mucho…desaparecerán, se irán y la invernada será un auténtico desastre. Se irán a otras zonas como Herrín de Campos donde tienen el agua asegurada mediante su llenado artificial.
Grupo de ánsares llegando a la Salina Grande.
Villafáfila es uno de los pocos lugares del mundo en el que puedes encontrarte juntos: avutardas, ánsares y grullas. Un espectáculo realmente imponente y majestuoso del que pude disfrutar a placer.
La Casa del Parque es otro de los puntos en los que hay agua. En ella un precioso zampullín cuellinegro se movía entre porrones europeos y moñudos junto con fochas, azulones, ánsares o zampullines comunes que recorrían la laguna ante la atenta mirada de un cormorán grande y una garza real.
Los campos están secos. Perdices, bisbitas, estorninos, alondras y pequeños bandos de avefrías se ven salpicando el seco amarillo de las hierbas mientras, un pequeño mochuelo, observa desde su atalaya como un aguilucho lagunero y un cernícalo vulgar patrullan el terreno en busca de alimento o unos conejos se refugian en sus madrigueras asustados por el vuelo de un milano real o un busardo ratonero.
Combatientes, tarros blancos, cercetas comunes, correlimos comunes, patos cuchara y azulones se agolpan en las pequeñas láminas de agua como verdaderas sardinas en aceite, sin espacio para moverse…sin agua.
La situación es muy preocupante, muy delicada. La pasada primavera la temporada de cría fue un verdadero desastre. Las previsiones para esta invernada son desastrosas. No tiene pinta de llover. No hay previsiones de lluvia. Si no llueve, el campo se muere y con él sus habitantes.