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lunes, 21 de febrero de 2022

Lobo: bendita casualidad.

La Real Academia Española de la Lengua define casualidad como: “Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar”. Eso fue lo que nos sucedió y permitió disfrutar de uno de los momentos más íntimos en la vida de un lobo.
Esa bendita casualidad nos tenía en el lugar justo a la hora justa a mi amigo José Luis y a mi. Unos lo llamarán suerte, otros dirán que fue casualidad o incluso coincidencia el caso es que allí nos encontrábamos una fría mañana ante un pequeño cachorro de lobo que sesteaba tranquilo en el robledal, vigilado, muy de cerca, por su cuidadora, una joven loba tumbada unos metros más allá, escondida entre los brezos, tranquila pero pendiente de todo lo que le pudiera suceder al pequeño cachorro que estaba a su cargo.
Sierra de la Culebra. Hermosa. Mágica. Dura...
Es su cuidadora. Su niñera y debe de protegerlo pero también enseñarle a comportarse y a actuar ante situaciones comprometidas. La loba no perdía detalle de todo lo que sucedía. Estaba pendiente del pequeño y continuaría vigilándolo hasta que el resto del grupo fuera llegando.
El pequeño lobo estaba relajado, tranquilo pero atento a todo lo que sucedía a su alrededor. La mañana estaba fría y el lobato esperaba tranquilo. Estaba creciendo y como todo buen lobo crecía a trozos, sus patas eran largas y falsamente desgarbadas, sus orejas enormes pero tenía una mirada penetrante y limpia propia de su raza.
...Tierra de contrastes. Colores. Olores...
La mañana avanzaba sin sobresaltos que si un ciervo se movía por aquí o un arrendajo chillaba por allá. El lobato esperaba sin prisa, de repente, levantó la cabeza, la giró a su izquierda y sus orejas parecían salir como cohetes en pos de la luna. ¿Qué sucedía?
Volvió a agacharla. Se estiró cuan largo era como una alfombra elegante y se fue girando, reptando diría yo, hacia la izquierda sin levantarse, quedando como una plancha pegada al suelo pero las orejas tiesas como velas y la mirada perdida en el robledal. Estaba escuchando.
Ni que decir tiene que estábamos en un punto que no molestábamos en absoluto al pequeño ni a su cuidadora, es más, no nos detectaron en ningún momento. El telescopio echaba humo: ¿Qué hacía?
El pequeño no se movía. Seguía estirado. Tumbado en el suelo con la cabeza pegada a sus enormes patas delanteras. Silencio. Nos mirábamos incrédulos. Expectantes. Sin saber que sucedía. No podía ser nada malo o peligroso porque la cuidadora seguía tumbada, tranquila pero con la cabeza también levantada hacia donde miraba el lobato.
Pasaron los segundos muy lentamente, parecían eternos hasta que, de repente, el pequeño se levantó como si tuviera un resorte bajo su barriga que le hiciera saltar como un muñeco en una caja y desapareció entre los robles. No podía ser. No veíamos nada. ¿Qué pasaba?
Segundos después, que pasaron atormentadoramente lentos, el pequeño apareció contoneándose como si de un junco se tratara agitado por el viento al lado de una loba a la que se acercaba sumiso. La miraba con la cabeza gacha, le chupaba el morro y esperaba ansioso, mirándola con ojos suplicantes que deseaban respuesta. Volvió a lamerle el morro a la recién llegada y esperó. La loba comenzó a arquearse, agachó la cabeza y regurgitó una pasta digerida que el pequeño comenzó a comer sin demora. Acto seguido la loba desapareció y pequeño lobato, después de comer el preciado tesoro que la loba había traído en su estómago, la siguió entre los brezos. No los volvimos a ver.
...enigmática. Tierra de lobos.
Esta escena he tenido el privilegio y la inmensa suerte de verla unas cuantas veces pero lo que hace a esta en particular diferente es poder ver y observar la actitud previa del pequeño lobato, su comportamiento minutos antes de que llegara la loba: su paciente espera sin delatarse, cuando escucha la llegada de la loba, ¿a cuánta distancia se daría cuenta de que venía?, cuando sabe que se acerca pero permanece inmóvil, cuando salta para recibirla, cuando le suplica comida…
Vida íntima del lobo. Vida familiar. Todos los lobos del grupo traerán comida. Todos cuidarán al pequeño y todos harán lo posible para que salga adelante; si, por cualquier motivo, la loba muriese antes de destetarlo otra ocuparía su lugar encargándose de cuidarlo y alimentarlo hasta que pudiera comer carne y seguir adelante.

miércoles, 16 de febrero de 2022

Nueva visita a Gomecello II: anillas.

En nuestra visita a Gomecello pudimos leer 32 anillas: 2 de milano real, 1 de milano negro, 1 de cigüeña, 1 de gaviota reidora, 1 de gaviota patiamarilla y 26 de gaviota sombría. Un magnífico botín de información e historias de lo más variopinto. Anillas procedentes de Holanda, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Islandia, Noruega, Suecia y España.
Podría estar mucho tiempo contando pormenores de estas aves anilladas pero voy a centrarme en algunas curiosidades o sentimientos especiales hacia ellas.
La primera es una gaviota reidora: J0737 anillada en Noruega en junio de 2021 y que, curiosamente, el pasado día 15 de enero en la Balsa del Cuerno en Coreses (Zamora) pude ver una gaviota reidora anillada en blanco, portadora de la anilla en la misma pata, misma edad, cinco dígitos en la anilla pero que no pude leer aunque estoy prácticamente seguro que era la misma, demasiadas coincidencias, sería muy raro que hubiera dos iguales en este momento entre Zamora y Salamanca.
Ver una gaviota patiamarilla anillada en el interior no es nada fácil ya que son bastante sedentarias y no se mueven normalmente y menos una de la zona cantábrica. Tuvimos la inmensa suerte de ver la que había descubierto hacía unos días Miguel Rodríguez: 05C:G, anillada en Bermeo (Vizcaya) el 25-6-2021 por Alfredo Herrero. De Bermeo a Gomecello.
KS.0U y T010 el 18-12-21 en Zamora.
Es verdaderamente curioso las coincidencias y sorpresas que tiene la lectura de anillas. 12 días antes de ver en Gomecello a las sombrías: KS.0U y T010 las pude ver en el río Duero a su paso por Zamora ciudad. KS.0U fue anillada el 17-7-2020 en Bélgica por Eric Stienen y esta observación zamorana era la primera desde el anillamiento. T010 fue anillada el 30-1-2010 en Gomecello por Vicente López teniendo observaciones en Finisterre y Francia. Si no son pocas coincidencias el día 4 de febrero pude volver a ver a la T010 en el río Duero a su paso por Zamora ciudad.
T010 el 4-2-2022 en el río Duero en Zamora ciudad.
YN32 el 19-1-2016 en el vertedero de Zamora.
YN32
es una gaviota islandesa de ideas fijas. Anillada el 12-5-2013 por Gunnar Thor Hallgrimsson. Siempre se ha visto en Gomecello salvo dos veces que la he podido ver en el vertedero de Zamora el 19-1-2016 y el 6-2-2021; gaviota muy característica por su color oscuro en la cabeza.
Otra de las viejas conocidas es DSD anillada el 22-11-2008 en Gran Bretaña por Peter Steward con observaciones en Inglaterra, Coruña, Zamora y Gomecello.
Una de las sorpresas fue la gaviota sombría B.7 que fue anillada en Holanda en ¡1996! Por lo que tiene la friolera de ¡¡¡26 años!!! Si pudiera hablar cuantas cosas nos contaría.
Y.DAU fue anillada por Kees Camphuysen en Holanda el 25-5-2020 y, además, portaba GPS. En su primer año de vida se había ido desde su Holanda natal a recorrer Inglaterra, de ahí a Francia para llegar a España y recorrerla de norte a sur hasta llegar a Sevilla.
La J463Z era la gaviota sombría que había venido desde mas lejos, desde Noruega, casi 3.000 km desde su lugar de anillamiento hasta Gomecello y Málaga donde también ha sido vista.
M|A anillada con más de 4 años en Holanda
por Roland-Jan Buijs el 8-6-2019.
Historias, historias y más historias que tanto a Miguel Rodríguez como a Miguel Martín y a mi nos apasiona conocer, buscar e indagar como la enorme indagación hasta conseguir saber de dónde era el milano real con marca alar BR38.
Milano real que fue anillado en el Aeropuerto de Madrid-Barajas el 8-4-2021  y que descubrió Miguel Rouco el 17-12-2021 en Gomecello y nosotros pudimos ver 13 días después. F63 es otro milano real anillado el 18-6-2016 por Thomas Pfeiffer en Alemania y viene regularmente hasta aquí; como el precioso milano negro de fenotipo oriental anillado el 8-7-2016 en Suecia con anilla metálica que recorre la friolera de 4.200 km desde su lugar de anillamiento hasta Gomecello por séptimo año.
Milano negro de fenotipo oriental de origen Sueco.
32 anillas con sus historias, sus particularidades y su vida. Historias de aves viajeras que llegan hasta Gomecello para pasar el invierno.
La mañana avanzó con enorme rapidez y llegamos al final de nuestra visita a este lugar en el que Miguel Rodríguez junto con Miguel Rouco hacen una labor extraordinaria digna de todo elogio.

lunes, 7 de febrero de 2022

Pinzones reales en el Bosque de Valorio.

Hacía bastante que no íbamos al bosque de Valorio, uno de los lugares emblemáticos de los zamoranos, cuna de amantes de la naturaleza y lugar privilegiado para la observación de pajarillos. Decidimos dar un paseo por el bosque en una mañana preciosa, de luz radiante, fresco en la sombra y agradable al sol.
Mi época favorita de visitar Valorio es el invierno. El verde intenso se mezcla con los marrones y grises de las cortezas de los árboles que contrastan con la imponente claridad del cielo y la nítida y preciosa luz del invierno; luz que penetra en el bosque ejerciendo un poderoso juego de luces y sombras que te envuelve en un ambiente especial según paseas por el interior del bosque.
El bosque de Valorio y Zamora han ido unidos desde tiempos inmemoriales. Desde la Edad Media se conoce el bosque por dos razones principales. Una porque durante muchos siglos fue utilizado como una explotación forestal y la segunda por la leyenda de la Virgen de La Hiniesta en la que Sancho IV en 1290 salió de caza con su halcón persiguiendo a una perdiz que se refugió en una retama (hiniesta). Al llegar el rey donde se había refugiado la perdiz se encontró con una imagen de la virgen. El rey impresionado le construyó la iglesia de Santa María la Real, surgiendo el pueblo de La Hiniesta. (Actualmente esa parte del bosque desde La Hiniesta hasta los límites actuales ha desaparecido).
Valorio está lleno de vida. Los pajarillos se mueven sin descanso en un continuo frenesí de sonidos, idas y venidas en busca de alimento. Entre todos ellos quiero centrarme en un pajarillo muy especial: el pinzón real.
Precioso viajero que lleva todo el invierno en nuestros campos y bosques llegado desde la lejana Finlandia y noreste de Europa. Es un pequeño paseiforme de vientre blanco, cabeza parda, pico amarillo y alas oscuras con una franja alar inferior blanquecina y superior naranja, aspecto elegante, porte altivo y belleza deslumbrante.
De la flora autóctona del bosque: robles y encinas; quedan muy pocos ejemplares. Lo que más encontramos son pinos y dado su carácter de aprovechamiento forestal tenemos datos de repoblaciones sucesivas de pinos en el bosque. La más interesante para la configuración del bosque es la que se realiza en 1762, en la cual se plantan los pinos piñoneros que pueblan el centro del bosque en la actualidad.
Esta siendo un año extraordinario de pinzón real, además están aguantando y se están poniendo verdaderamente preciosos.
Encontramos un grupo que comía tranquilo entre el suelo y los árboles de alrededor. Arriba-abajo en función de quién les molestara. El pinzón real se alimenta de semillas, frutos e incluso de los pequeños insectos que pueda encontrar.
Un momento importante de acciones en el bosque es entre 1841 y 1852 en los que se reforesta de nuevo y reacondiciona con la construcción del gran paseo de entrada, La Casa del Guarda, el estanque de Los Pinares y la Fuente del León en 1884. El bosque va perdiendo extensión a lo largo de los siglos y en 1927, con el paso del tren, termina por configurarse su tamaño actual, aunque, la llegada de otro tren, el AVE ha vuelto a determinar su configuración.
El bosque de Valorio tiene una extensión de unas 80 hectáreas distribuidas a lo largo de tres kilómetros de longitud, en el que nos encontramos 133 especies de aves (datos de ebird) además de mamíferos, anfibios, mariposas o insectos que hacen del bosque un enclave privilegiado dentro de la ciudad.
El 20 de Mayo de 2011 el Bosque de Valorio fue declarado Zona Natural de Esparcimiento de Castilla y León por la Junta. Figura jurídica de protección para “enclaves de fácil acceso desde núcleos urbanos para proporcionar a la población lugares de descanso, recreo y ocio de un modo compatible con la conservación de la naturaleza”.
Un buen rato estuve observándo los pinzones reales que lucían su espléndida belleza en la luz del invierno zamorano. Admirando su porte. Sus movimientos. Sus idas y sus venidas eran seguidas por los zorzales alirrojos que rebuscaban entre la hojarasca o las currucas capirotadas que se movían incansables entre las ramas cercanas.
Zorzal alirrojo.
Valorio es vida. Un relincho de un pito real resuena en la lejanía mientras un tamborileo del picapinos se acelera en un árbol cercano. El chi-chi-pan, chi-chi-pan de los carboneros comunes actúa de banda sonora en la que petirrojos, lavanderas, pinzones, gorriones o verdecillos patrullan el bosque que espera que sus ilustres habitantes de la noche hagan su aparición: búho chico, cárabo o mochuelo saldrán al bosque en cuanto las luces vayan dejando paso a las sombras.
Un paseo mañanero se convirtió en agradable y espléndido paseo de gran parte del día. Así es el bosque de Valorio: te absorbe haciendo que su magia recorra todo tu cuerpo.