Hay días en los que la naturaleza te regala observaciones mágicas, diferentes y muy especiales como la que he podido disfrutar esta misma tarde en la ribera del río Duero a su paso por Zamora ciudad en Olivares, ese lugar increíble que nos regala un sinfín de magníficas observaciones.
La tarde estaba muy agradable y el río bullía vida por los cuatro costados. Las ruidosas garzas reales entraban y salían de su colonia mientras los mosquiteros se movían sin descanso en busca de comida, los herrerillos adoptaban posturas de consumado equilibrista para alimentarse, los carboneros cantaban sin parar y los cormoranes emergían con alguna captura que tragaban con enorme rapidez y pericia.
Caminaba mientras el suave sol de la tarde iba cayendo lentamente en el horizonte cuando un señor me dijo: “Has visto los galápagos. Estaban ahí”. Nos asomamos y habían desaparecido. “Pues estaban ahí”. Decía mientras se alejaba. Un pájaro moscón se movía entre los carrizos como si de un experto minero se tratara entre galerías intrincadas cuando una cabeza vista durante un segundo hizo que mi cara reflejara sorpresa e incredulidad a partes iguales: “¿!Un avetoro!?”.
No podía ser. Me había parecido ver un avetoro. Había sido un segundo en el que un pico y parte de la cabeza se asomaron en el intrincado y espeso carrizal. ¿¿Un avetoro?? Resonaba en mi cabeza. Esa había sido mi impresión pero había sido tan fugaz y efímera que tenía que estar seguro de lo que allí había ya que es una zona en la que los avetorillos se mueven con asiduidad. Podía ser un avetorillo…o no…
Comencé a escrutar el carrizal en busca del fantasma que no conseguía ver. Al cabo de un rato comencé a escuchar como “algo” se movía entre los laberínticos carrizos. Se movía pero no veía nada de nada. Oía el movimiento que avanzaba en la espesura del carrizal. Seguía escuchando. Lo oía pero no lo veía. Me adelanté hasta una zona en la que el carrizo estaba tumbado. Me escondí detrás de un árbol. Esperé a ver si salía... y salió.
Un precioso y espectacular avetoro. Ave que se incluye en el Libro Rojo de las aves de España en la categoría de “En peligro crítico” y “En peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Ave mítica. Un fantasma en el carrizal que ha sido considerada ave del año 2024 por SEO/BirdLife: “…es un buen representante del estado de los humedales donde habita. Su escaso número y su mimético plumaje pardo que la camufla perfectamente en los carrizales donde nidifica, la convierten en una de las aves más difíciles de observar de la fauna ibérica. ….Es una especie que refleja la mala situación en la que se encuentran las zonas húmedas. Concretamente el hábitat de los carrizales inundados, cada vez más escasos, motivo por el que el avetoro común presenta unas poblaciones alarmantes y nidifica en pocas localidades, aunque su área de distribución potencial es mucho mayor”.
“En nuestro 70 aniversario no podemos tener una especie más representativa de la mala gestión de los humedales en España. Esta especie de garza… tan poco conocida y criptica, evidencia muy bien que no estamos cumpliendo con el marco normativo para garantizar la conservación de estos ecosistemas esenciales para el avetoro y para nosotros” (Asunción Ruiz, directiva ejecutiva de SEO/BirdLife. Más información pinchando aquí).
Allí estaba quieto. Inmóvil. Hierático. Perfectamente camuflado e integrado en su entorno. Mi cara era una mezcla de alegría, sorpresa, asombro y satisfacción. Pasados unos minutos se movió despacio, lentamente, con un cuidado infinito hasta unos carrizos altos y espesos para desaparecer como lo que es, un verdadero fantasma.