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jueves, 1 de marzo de 2012

3,2,1…Villafáfila.

Entre Doñana sur y Doñana norte voy a hacer una pequeña interrupción con mis últimas tres visitas a Villfáfila que han sido muy aprovechadas y aprovechables.
Tras llegar del sur de España me encontré con la noticia de que en Villafáfila habían visto un morito, algo muy raro por estas tierras, así es que decidí probar suerte.
He ido tres días hasta las lagunas para intentar verlo pero no ha habido suerte en ninguno de ellos. El morito no estaba en el lugar que se le había visto (si queréis saber algo de él pinchar aquí y lo veréis en el blog de Cristian, su descubridor), pero sí he podido disfrutar de otras sorpresas que Villafáfila me ha regalado. Aparte de lo que se ve más comúnmente, es decir, azulones, cucharas, silbones, agujas colinegras y demás, me quiero centrar en varios avistamientos concretos, así es que voy a comenzar por el última día, o sea hoy mismo.
Día 3. No tenía pensado acudir hoy hasta las lagunas pero necesitaba relajarme y qué mejor que ir al campo para hacerlo. La primera parada fue en la laguna de San Pedro donde lo más interesante fue un grupo de 167 avutardas que estaban detrás de la laguna.
Según llegaba por la carretera de Otero me fijé en un aguilucho lagunero que se lanzaba al suelo quemado (Esa es la desgraciada palabra que más se oye últimamente en nuestra provincia). Había algo. Al momento se levantó con lo que parecía un ratón. Ya tenía su comida pero, igual que en la vida, hay oportunistas dicen unos o aprovechados dicen otros, en la naturaleza también.
El milano real inicia la persecución.
Observar el ratón en la pata derecha del lagunero.
Un milano real apareció de la nada y se lanzó directo a por el lagunero, quería su presa. El milano no se caracteriza por ser un experto cazador pero sí es un oportunista y aprovecha cualquier posibilidad que se le presenta y esta era una.
Momento del ataque.
El lagunero intentó escapar pero el milano lo acosó y atacó con furia provocando que el lagunero soltara su presa, momento que el milano real esperaba para lanzarse a por ella y que cogió en pleno vuelo. Ya tenía lo que quería y el lagunero marchó cabizbajo por el esfuerzo y seguro que rabiosos por la pérdida de su merienda.
El ratón ha caido y el milano va a por él.
Observar el punto negro debajo del milano.
Antes de llegar al observatorio de Otero de Sariegos me salieron  dos cernícalos primilla y un críalo, los primeros de la temporada. En el observatorio estaba Javier, uno de los trabajadores del Centro de Interpretación que contemplaba el elevado número de azulones, silbones, cucharas o tarros blancos, o las evoluciones de las gaviotas que estaban un poco alteradas cuando, de repente, nos dimos cuenta de que había un grupo de grullas cerca del puente romano. ¡Grullas en Marzo en Villafáfila! Algo que no es muy normal. Así es que decidí ir a intentar hacerles unas fotos, aunque la luz iba siendo escasa.
Allí estaban. Había 18. Comían tranquilamente sin sospechar que su presencia no pasaba desapercibida.
Después de hacerles unas fotografías volví al observatorio de Otero y había llegado José Miguel San ´Román, biólogo de la Reserva, con el que contamos la friolera de 76 tarros blancos, 80 correlimos, una veintena de agujas colinegras y la increíble cifra de, al menos, 600 gaviotas reidoras que formaban un enorme bando observado por un pequeño grupo de gaviotas sombrías.
Día 2. La estrella de este día fue una sorpresa que nunca había visto. Una gaviota enana. Es la gaviota más pequeña de todas. Allí estaba. Cerca de una gaviota cana (si queréis verla pinchar aquí y la veréis en el fantástico blog de Alfonso Rodrigo) y rodeada de sombrías, reidoras y un grupo de unas 15-20 patiamarillas. Era el día de las gaviotas.  La vi sobre las 17:30 horas y después, cuando volví al anochecer, ya no estaba. Seguramente había parado a descansar unas horas y había continuado su ruta.
La segunda sorpresa del día fue casi de noche. Me encontré con un aguilucho ratonero que se estaba poniendo las botas.
La tercera sorpresa fueron varias fochas anilladas, la Nº 201, la 132 y la 041. Las tres en la laguna del Centro de Interpretación y la 132 al anochecer en la balsa, donde dormiría seguramente junto con otras fochas. (Si pincháis aquí veréis su historial).
Día 1. Tanto el día 2 como el 1 vi un ganso campestre en un pequeño grupo de los pocos gansos que van quedando en las lagunas. El campestre se diferencia fácilmente de los demás, sobre todo por su pico negro y su menor tamaño. Cuando en una bandada de gansos comunes hay algún campestre, este será el encargado de dar la voz de alarma ante cualquier sospecha de peligro y así sucedió. No por mi presencia sino por una moto que llegó por un camino a toda velocidad. El campestre graznó y todos levantaron el vuelo asustados.
Tres días interesantes y variados que me han permitido descubrir nuevas especies en las lagunas que darán paso una nueva ruta por Doñana, esta vez en la zona norte. 

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