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viernes, 24 de agosto de 2012

Había una vez......un vestuario en la playa.

No crean vuesas mercedes
que lo que aquí acontecerá
lo han visto u oído
en algún otro lugar
pues para contarles estoy
este cuento sin igual
que más que cuento, es historia,
pero historia en realidad.
En ese vestuario un agujero había.
Agujero sin arte ni beneficio.
Agujero sin historia, ni nada que contar.
De verdad, solamente hay que mirar.
Hay que estar atento y observar.

La gente entraba y salía.
Unos deprisa. Otros despacio.
Según la urgencia que les acontecía.
Así entraban en el "palacio".

Allí, al lado, un poco reacio,
un pajarillo esperaba.
La mamá, para más señas, observaba,
el momento para entrar despacio.
Levantó el vuelo y se acercó.
Debía de estar segura.
¡Qué grandes eran los humanos! Pensó.
Debía de encontrase segura.
Poco a poco, aleteo a aleteo, se acercó.
Por el borde caminaba
y ...en un rápido vuelo por el agujero se coló.
¡Niños! ¡A comer!
Se le oía decir.
¡Cómo me tenéis todo!
Se le oía maldecir.
¡Limpio mi casita...
tran larán larita!
Eso cantaba,
dentro de su morada.
Eso cantaba,
cuando salió
con la porquería que allí encontró.
Agujero sin arte ni beneficio.
Agujero sin historia, ni nada que contar.
De verdad, solamente hay que mirar.
Hay que estar atento y observar.

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