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martes, 4 de junio de 2013

La pata aventurera y los halcones de ciudad.

La ciudad es un medio en el que te puedes encontrar una enorme variedad de fauna que se ha adaptado a vivir entre nosotros. Es común ver gorriones, jilgueros, vencejos, gaviotas, ardillas, mirlos o estorninos en parques, jardines o muros de nuestras ciudades pero también suceden incursiones de animales despistados que se introducen en las ciudades como sucedió hace tiempo con un jabalí o un ciervo que me encontré en plena ciudad de Zamora y que conté en su día en una entrada anterior (pinchar aquí para recordarla).
Hace unos días iba en el coche en compañía de mi amiga Pilar cuando, de repente, cerca de la estación de trenes de Zamora, en una calle muy concurrida, cruzó, delante de nuestro coche, una pata con dos pequeños patitos detrás de ella.
Nuestra sorpresa fue mayúscula. Reducimos la velocidad y la dejamos pasar. La pata se subió a la acera y continuó por ella a toda velocidad seguida por los dos pequeños que pareciera que iban como si fueran un dibujo animado moviendo muy rápidamente sus pequeñas patitas para seguir a su madre que buscaba una salida desesperadamente.
A parte de los animales que se han adaptado perfectamente a vivir entre nosotros y vemos sin dificultad, en la ciudad hay otra fauna que también se ha integrado y que es mucho más discreta como puede suceder con las nutrias que podemos encontrar en el río Duero a su paso por Zamora o los halcones peregrinos que veo, de vez en cuando, en el casco antiguo persiguiendo a las palomas de una forma coordinada. 
Esta pareja de halcones caza de forma conjunta. Mientras uno de ellos sube a gran altura, el otro vuela a ras de los edificios para acercarse a la iglesia en la que las palomas están posadas para espantarlas. Cuando salen volando aterrorizadas. El segundo halcón cae en picado hacia ellas en un vuelo espectacular e impresionante a 300 km/h como un auténtico misil pero, las palomas, no son fáciles de cazar y suele fallar en la mayoría de los intentos por lo que, volverán a comenzar el mismo proceso una y otra vez hasta que consigan su preciado objetivo.
Dimos la vuelta y seguimos a la pata en su huida desesperada. Caminaba rápida. Pegada al muro de la estación de trenes y buscaba una salida. Solamente se paraba cuando algún peatón pasaba junto a ella y la miraba con cara entre sorprendido e intrigado. 
En ese momento, los pequeños patitos, se metían debajo de su madre que los protegía con su cuerpo. Una vez pasado el peligro continuaba con su precipitada marcha. Era increíble el instinto de protección de la pata. En ningún momento hizo ademán de echar a volar. Ni siquiera cuando la gente se acercaba o pasaba junto a ella o cuando un perro tiraba de su dueño hacia ellos. No podía dejar allí a sus pequeños.
Pasados unos doscientos metros, en los que fueron pegados al muro, se metieron por una entrada a la estación de trenes pero esta no era la primera entrada por la que se podrían haber metido y buscado refugio. La pata eligió esta y no otra anterior por la que pasaron por alguna oculta razón, quizás, sabía a donde se dirigía. Nos metimos tras ellos hasta que se perdieron entre las hierbas y edificios de la estación de trenes.
Esta no es la primera pata que tengo conocimiento de que ha entrado en plana ciudad. El año pasado otra pata con ocho pequeños subió por la cuesta del Mercadillo hasta la Plaza de Los Ciento, en pleno casco antiguo, ante la sorpresa e incredulidad absoluta de los viandantes al ver a esta hembra de azulón con sus ocho pequeños en fila por una de las calles principales de Zamora. En esa ocasión tuvieron suerte ya que un vecino bajó con una caja de cartón y metió a todos en ella; hasta la pata se dejó coger, y los bajó hasta el arroyo de Valorio donde los soltó.
Esa pata y sus pequeños tuvieron mucha suerte pero creo que esta con sus dos crías es muy difícil que  consigan sobrevivir. Estarán en una zona llena de peligros en la que gatos, milanos o ratas pueden atacarles pero todo puede suceder. Deberán de tener mucha suerte y que su madre consiga ocultarlos el tiempo suficiente y, además, fuera del agua. Ojalá lo consigan.

5 comentarios:

  1. Curiosa entrada,
    ¡que pena que sólo le queden 2 pollos!
    Estamos en plena época de pequeñines, el otro día en una laguna vi una pata con 12 patitos.

    Saludos desde León

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  2. Como en tantas ocasiones, la naturaleza nos sorprende y asombra gratamente.
    Aunque, como dices, en este caso 'mamá pata' se ha visto y seguirá viendo en dificultades para sacar adelante a su mermada prole. ¡Ojalá lo consiga!
    Un saludo de 'ojolince y sra.'
    PD. Una suerte contar en tu ciudad con esa pareja de halcones.

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    1. La pareja de halcones la veo de vez en cuando en el casco antiguo de la ciudad. A veces detrás de las palomas de la iglesia de San Ildefonso y otras en la catedral. Es espectacular verlos cazar. Gracias por el comentario y un saludo.

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  3. La verdad es que el campo nos invade hasta en la fauna, aunque es cierto que las patas las he visto en más de una ocasión por la ciudad.
    Un abrazo.

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