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lunes, 15 de julio de 2013

La importancia de enseñar a amar la naturaleza.

Llevo desde el 29 de Junio en las XVI Convivencias Medioambientales del colegio Sancho II de Zamora en Puebla de Sanabria y ahora que ha terminado el primer turno de niños puedo tener un poco de tiempo para hacer esta entrada hasta que nos venga una nueva remesa de pequeños a los que tratamos de enseñar a respetar y querer el medio que nos rodea.
Este año el campamento tiene como hilo conductor el cine pero constantemente estamos enseñándoles la importancia de lo que tienen a su alrededor, ya sea en las rutas, excursiones o simplemente en el río o la residencia.
Todas las fotos de esta entrada están sacadas estos días
con una cámara compacta pequeña.
Es fascinante ver a los niños como van absorbiendo y maravillándose de lo que van descubriendo. Sus ojos intensos nos miran sorprendidos cuando les hablamos de corzos, lobos o ciervos; de ranas, culebras o insectos. Todo les fascina y sorprende.
La educación ambiental está en decadencia en nuestro país. No interesa o simplemente no se quiere transmitir pero creo que, como diría Asterix, un reducido grupo de locos (aquí englobo a todos los que seguís este blog, los que tenéis vuestros propios blog y a otros muchos como los miembros de Naturzamora) que hacemos todo lo posible para transmitir conocimientos, experiencias o vivencias que sean capaces de inundar a nuestros pequeños para que consigan ver la naturaleza de una manera diferente, que se den cuenta de la importancia que tiene, de que hay que conocerla para poder respetarla y valorarla.
Hemos tenido unos días de calor en los que los anocheceres son
de una belleza deslumbrante.
Estos pequeños son verdaderas esponjas que te preguntan y se fascinan con el color de una mariposa, con el movimiento de una culebra o de un tritón en el río, con una corza y su cría cuando cruzan el camino, del tamaño de un buitre leonado cuando nos sobrevuela a muy poca altura o de los restos dejados por una nutria después de comer.
Las pequeñas cosas hacen grandes historias. Pequeños momentos que aprenden y no se les olvidarán nunca. Pequeños momentos que antes eran incapaces de ver o de apreciar y ahora son capaces de fijarse en la belleza de las mariposas, saben que las ranas o los sapos no se pueden tocar pero si admirar, que las culebras tienen su función y no deben matarlas, que el lobo es básico en un ecosistema o que sean capaces de pararse a mirar la belleza de una oruga y te llamen para que la veas pasar por su toalla.
Estas pequeñas cosas son un triunfo que te reconforta en lo más profundo. Cuando te llaman porque han visto un insecto y quieren saber cual es. Cuando son capaces de llamar la atención a otra persona para que no pise una simple babosa que no ha visto o que antes le daba asco porque no sabía que era importante. Cuando son capaces de entender que los animales están o han pasado por donde ellos van ya que dejan huellas, plumas, excrementos o restos de sus comidas. Son pequeños triunfos que se van sumando unos a otros para conseguir nuevos amantes de la naturaleza.
La educación ambiental es básica en la educación de un niño. La educación ambiental sufre constantemente menosprecios, recortes o supresiones. La educación ambiental no interesa. Dicen que no es rentable pero ¿qué hay más rentable que hacer que un niño aprecie, respete y valore la naturaleza que le rodea?