En un lugar de Zamora de cuyo nombre no quiero acordarme pude observar en compañía de mis amigos
Ernesto y Pilar, además de gente de
Llobu, uno de los espectáculos más increíbles que se pueden
contemplar en la naturaleza de nuestro país.
El sol de la mañana inundaba de luz los valles, laderas y
cortados de un paisaje verde, teñido del rojizo de la luz embriagadora del sol
a primera hora de la mañana mientras los ciervos deambulaban comiendo
tranquilamente y los corzos se dedicaban a cuestiones amatorias. Todo parecía tranquilo pero, de
repente, un ciervo apareció corriendo perseguido por un lobo.
El lobo le tiraba dentelladas a la parte trasera y el ciervo
se defendía girándose para intentar cornearlo con sus poderosas armas. No era
un ciervo pequeño. Era un gran macho que corría para salvar su vida. El lobo no
cejaba en su empeño. Carrera hacia un lado. Carrera hacia el otro lado. El lobo
tenía un objetivo claro, los cuartos traseros del gran ciervo que se defendía
valientemente. Tras varios cientos de metros de carreras, vueltas, giros y
tarascadas se pararon frente a frente, a diez metros escasos. Se miraban. Se
estaban sopesando. Exhaustos. El lobo con la lengua fuera azuzaba cansado. El
ciervo estaba en estado de shock. Estaba reventado. Agotado. No podía más. Se
sopesaban. Se medían sus fuerzas como dos púgiles en un combate de boxeo. De
repente, el lobo se dio la vuelta, se separó del ciervo unos cientos de metros
y se sentó. El ciervo no podía más y ni siquiera se movió de entre las escobas.
Al poco tiempo el lobo se tumbó. ¿Estaba descansando? ¿Estaba cogiendo fuerzas
para volver a intentarlo?
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Foto testimonial pero muy ilustrativa del momento. Se miran. Se sopesan... |
Pasados unos minutos el lobo se levantó pero no fue a por el
ciervo directamente si no que pasó por debajo de él, lo rodeó por el lado
izquierdo sin que el ciervo se percatara de nada y comenzó a bajar hacia él, si
nos fijamos en un reloj bajaba en torno a las diez y, el ciervo, en el centro. En
ese momento nos dimos cuenta que otro lobo mucho más grande y potente con un
porte majestuoso se dirigía también hacia el ciervo desde las dos (siguiendo la
simbología del reloj). Estaban emboscando al ciervo que permanecía parado.
Agotado.
Estábamos presenciando una técnica de caza del lobo ibérico.
Los dos lobos estaban perfectamente coordinados. No se veían entre si pero
sabían lo que tenían que hacer. ¿Cómo se comunicaban? ¿Cómo sabía el segundo
lobo que tenía que ayudar al primero que estaba esperando la llegada de
refuerzos?
Los dos lobos bajaron en diagonal, uno por cada lado del
ciervo que continuaba exhausto. Bajaban despacio. Sigilosos. Agazapados. Con
movimientos lentos y calculados hasta que se dio la señal de ataque. Los lobos comenzaron
a correr a la vez hacia el ciervo que se levantó y comenzó la huída. Era una persecución
a vida o muerte. Era la ley de la naturaleza. El cazador y la presa. Los lobos
intentando cazar y el ciervo huyendo para salvar su vida.
Los lobos comenzaron su ataque. Comenzaron a bajar ladera
abajo corriendo a toda velocidad. El primer lobo le atacaba sin descanso a los
cuartos traseros. El ciervo se defendía lanzando impresionantes coces para
mantenerlo alejado de su zona de peligro mientras el segundo lobo le cortaba la
retirada por un lado. El primer lobo atacaba y perseguía. El segundo lobo le
conducía hacia abajo. Si el ciervo quería huir hacia el lado que no estaba el
lobo se intercambiaban los papeles, el lobo que atacaba pasaba a cortarle el
paso y el otro le atacaba. Era una estrategia coordinada.
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El ciervo baja la ladera perseguido por los lobos (solamente se aprecia uno a la izquierda). |
El ciervo se defendía valientemente dando coces cuando le
mordían los cuartos traseros. Una de esas coces impactó violentamente en uno de
los lobos lanzándolo hacia atrás varios metros con una enorme fuerza. El lobo,
aturdido al principio, se levantó y prosiguió la caza. Ese es uno de los
peligros de atacar a un ciervo tan grande. Los lobos pueden resultar heridos
tanto por una coz como por una cuerna ya que el ciervo se revolvía de vez en
cuando para intentar ensartarlos.
El ciervo intentaba escapar pero los lobos lo conducían
hacia donde ellos querían. Es muy raro que dos lobos intenten cazar a un gran
ciervo macho ya que es un formidable rival pero estábamos seguros que al ciervo
le pasaba algo. Algo que nosotros no podíamos notar. Algo que solamente los
lobos perciben. Algo que le señala como víctima. Algo que le marca como una
posible presa. También es muy probable que cuando comenzamos a verlos, el primer
lobo llevara detrás de él varias horas porque el cansancio de los dos era
evidente y un lobo tiene una enorme resistencia así es qué seguramente llevara
detrás del ciervo parte de la noche.
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Lobo bajando (esquina inferior derecha). |
El lobo ejerce un control en la población de ciervos y
además atacará a los más débiles, heridos o enfermos con lo cual contribuye a la mejora genética de los ciervos. Sobreviven los más fuertes. Es la ley de la naturaleza.
La persecución continuaba. El ciervo iba donde los lobos
querían. No le dejaban elegir una opción. Lo llevaban al río. Querían que no
tuviera escapatoria que no pudiera esconderse en un pinar o entre escobas altas
en las que se pudiera defender. La persecución duró cerca de cincuenta minutos
de imágenes impactantes. Era una lucha a muerte. Una lucha entre dos rivales formidables.
La potencia, astucia y estrategia de los lobos y la tenacidad del ciervo de
luchar por su vida. La impresionante carrera de dos lobos coordinados y fuertes
que desplegaban un alarde de fuerza física y astucia por un lado y la lucha del
ciervo por su vida que, aún exhausto, corría con potentes zancadas y lanzaba
terribles coces.
Pasaron un roquedo y llegaron al río. Ahí desaparecieron
entre la maleza y los árboles del bosque de ribera. No salieron por ningún
lado.
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Agradezco enormemente a mis amigos Ernesto y Fernando prestarme sus fotografías para ilustrar esta entrada. Las fotografías, dada la distancia, son testimoniales pero dan fe de un momento único. |
Pasada hora y cuarto de la persecución apareció uno de los lobos. Salía
del río. Subió por un camino ya que al lobo le gusta ahorrar la mayor cantidad posible de energía y, si puede andar por caminos o cortafuegos, lo hará, ya que es
menos cansado que hacerlo entre escobas o brezos y, la energía, en la vida de
un lobo, es básica. Subió por el camino. Atravesó un bosquete y desapareció. ¿Habrían
conseguido capturar al ciervo? Continuará...