Páginas

Información

viernes, 8 de noviembre de 2013

El lobo y el cazador.

Hace unos días he podido observar uno de los hechos más curiosos y sorprendentes que he podido ver en la conducta de un lobo; creo que será muy difícil, prácticamente imposible, que pueda volver a presenciar una experiencia como esta pero, vayamos por partes.
En dos días en la sierra en compañía de buenos amigos hemos podido disfrutar de unas jornadas fantásticas de observación de lobos, entre ellos seis lobatos que comienzan a descubrir su territorio y lo recorren solos o en compañía de alguno de sus hermanos o miembros adultos de la manada; lobatos que juegan, corren, investigan su basto territorio. Han sido dos días de una enorme satisfacción personal observando lobos. Días en los que he podido comprobar que cada vez me gusta más este animal; da igual cuantas veces lo puedas ver, siempre te sorprende con algún comportamiento, experiencia o situación que no esperas o que no te puedes creer lo que estás viendo; eso es lo que quiero contar en esta entrada; ya habrá tiempo para otras entradas con algunas de las experiencias vividas.
Dos lobos ocultos entre las altas hierbas.
Llevábamos desde las 8:15 h viendo lobos, eran alrededor de las 11:30 h y el comportamiento de este lobo nos dejó atónitos, impactados y sorprendidos.
Estábamos controlando los movimientos de dos lobos que se acababan de separar; después de que uno se ocultara en un espeso brezal nos centramos en el otro que, para nuestra sorpresa, se sentó. ¿Qué miraba? ¿Qué era el objetivo de su atención?
Estaba mirando a un cazador que iba con dos perros. ¿¡Estaba mirando al cazador!? Así era. Lo controlaba. Observaba a donde se movía. Como se movía. Que hacía.
El resto de animales ante la presencia del cazador habían salido huyendo despavoridos como hizo un grupo de ciervas que se puso rápidamente a salvo o un gran macho de ciervo acompañado de un vareto; la presencia del hombre siempre es un peligro y los animales lo saben. Este comportamiento es el normal pero el lobo no hizo eso; tuvo la entereza y el aplomo de controlar el peligro. Se sentó y lo observó. Era realmente impactante ver cómo se movía el cazador y el lobo. Si el cazador se movía para la derecha, el lobo, lo hacía para la izquierda pero siempre en una especie de círculo sincronizado, como si fuese un baile de salón en el que el lobo lo controlaba. Para que sea un poco más claro lo expondré como si fuera la aguja pequeña de un reloj; si el cazador estaba a las tres, el lobo estaba a las nueve; si el cazador se movía a las cuatro, el lobo lo hacía a las diez, si uno estaba a las cinco el otro se movía a las once y así guardando siempre una distancia de entre 100 y 125 metros. Todo sin perder ni un momento de vista al cazador. El lobo se movía. Se sentaba y controlaba. Se movía. Se sentaba y controlaba.
Las fotografías de esta entrada no corresponden con ese momento pero
forman parte de esos dos días vividos en la sierra.
Nuestra sorpresa era total. "¿Controlará hasta el viento?" me pregunté en voz alta. ¿Sería capaz de ponerse siempre con viento en contra para que los perros del cazador no lo detectaran? Era impactante; además no había un sólo cazador, eran tres pero el lobo solamente estaba centrado en uno, el que consideraba más peligroso porque era el más cercano a él.
Pasados más de veinte minutos de control absoluto del lobo al cazador y ante nuestra incredulidad  el lobo se fue detrás del cazador. ¿Qué hacía? ¡Se le acercó hasta unos 70-80 metros! ¿Por qué había hecho eso? La respuesta la comprendimos enseguida. ¡No lo veía! Lo había perdido de vista por el terreno así es qué se levantó y se acercó hasta una posición en la que lo pudiera volver a ver, aunque esa posición supusiera más riesgo al acercarse, le daba igual, quería verlo, saber dónde estaba y a dónde iba; cuando lo volvió a ver se volvió a sentar. Lo tenía todo controlado otra vez.
Estas fotografías forman parte de otra vivencia que
aparecerá en una entrada próxima.
El cazador se juntó con un segundo cazador y un perro más se unió a los dos perros del primero; comenzaron a subir por la ladera mientras el lobo, sentado a unos 70 metros de ellos, observaba como se iban. Ninguno de los perros se percató de la presencia del lobo. Ninguno de los cazadores supieron en ningún momento que tuvieron a un lobo controlándolos en todo momento durante una media hora.
Las cinco personas que allí estábamos no dábamos crédito a lo que acabábamos de ver. Los cinco lo interpretamos de la misma forma. El lobo había estado controlando la situación en todo momento; esta era nuestra interpretación, seguramente que otras personas pudieran entender que aquello fue un episodio de curiosidad por parte del lobo ante un cazador pero, desde luego, para los que allí estuvimos la sensación fue de control del lobo al cazador.
Agradezco enormemente a Fernando prestarme sus magníficas fotografías
para ilustrar esta entrada.
En muchas ocasiones vamos por el campo y tenemos la sensación de que nos están mirando. El lobo nos mira. Nos observa. Nos controla cuando entramos en su territorio. Nos evalúa como amenaza. Nos sopesa como un riesgo para él.
En varias ocasiones he podido sentir esos ojos que me observan; en una de ellas también sentimos su presencia y escuchamos su jadeo; en otra caminábamos tres personas por un camino cuando por una extraña sensación me recorrió la espalda, me giré y, ante mi sorpresa, un lobo cruzó el camino a escasos diez metros nuestros; venía detrás nuestro. Nos observaba. Me quedé tan impactado que con un susurro avisé a mis compañeros: "Jose un lobo acaba de cruzar el camino detrás nuestro". No lo volvimos a ver. Lo buscamos durante un buen rato pero no apareció; seguro que él sí nos veía.
Cuando los cazadores y sus perros se alejaron el lobo se levantó, se dio la vuelta y bajó al denso brezal en el que se había metido el otro lobo. Era como si le avisara que el peligro había pasado. Minutos después volvieron a salir los dos y continuaron hasta casi las doce y media deambulando por su territorio para reunirse con otro lobo más con el que se tumbaron entre unas hierbas altas y un cuarto lobo lo hizo, cerca de ellos, junto a un roble. A las 13:30 horas nos fuimos dejando a los lobos allí tumbados. Descansando. Dormitando hasta que cuando comenzara a anochecer se levantaran y comenzaran sus actividades como así fue.
Al final de la mañana disfrutamos del eclipse parcial de sol.
Alegría, Fernando, Miguel, Ignasi Castellví y yo sentimos lo mismo. Esta fue nuestra interpretación. Nuestra vivencia. Nuestro sentir. Quizás el lobo lo hizo por otros motivos que desconocemos pero desde luego nuestra sensación fue que estuvo controlando en todo momento la situación. Situación que será muy complicado que podamos volver a ver, diría que imposible pero que deja a las claras la inteligencia de un superviviente, de un animal sorprendente y fascinante, el lobo.

12 comentarios:

  1. Menudo relato!!!

    La sensación que citas, la de darte la vuelta y mirar, la he tenido, en la Vega de Peñasillada por Geras de Gordon, donde los lobos mataron una vaca a los pocos días.

    Y tu relato me recuerda a los textos de Murakami, el cazador es observado por el lobo, que a su vez es observado por los naturalistas. Al más puro estilo del japonés.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La sensación de que te observan la he tenido varias veces; estoy convencido que lo hacen pero nunca lo había podido ver hasta este día. Un saludo y gracias por el comentario.

      Eliminar
  2. Un relato intenso como las sensaciones que, con toda seguridad, habéis disfrutado y recopilado de vuestra experiencia.
    La absoluta certeza no tenemos pero, si nos remitimos a los hechos... quizá la supervivencia del lobo tras años y años de acoso y exterminio se deba a comportamientos como el que habéis podido comprobar ete día y que, seguro no sea tan extraño como pensamos.
    Magnífica tu crónica de hoy, José.
    Un saludo de 'Ojolince y Sra.'

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Juan Miguel fue un cúmulo de sensaciones enorme, de sorpresa, admiración o incredulidad. No tenemos la absoluta certeza pero la sensación que tuvimos fue esa y los cinco pensábamos lo mismo. Un saludo y muchas gracias por participar.

      Eliminar
  3. Espectacular relato de un hecho que difícilmente nadie podrá volver a observar. Enhorabuena por saber transmitirnos esas sensaciones.

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Jesús. Todos estábamos convencidos de que lo qué acabábamos de presenciar sería casi imposible de volverse a repetir, era algo único. Muchas gracias por seguir el blog y participar. Un saludo.

      Eliminar
  4. Qué maravilla poder tener esas experiencias y la habilidad para transmitirlas tan bien. Parece que esté ahí con vosotros. Enhorabuena.
    Saludos.
    Antonio Córdoba

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Antonio. Me alegra mucho tener noticias tuyas; muchas gracias por tus alagos y por seguir el blog desde el primer momento. Un saludo.

      Eliminar
  5. Muy buena la experiencia que nos relatas, fruto de un buen trabajo de campo y muchas jornadas de campo. A mi modo de vista, la única manera en la que se forja un auténtico naturalista. Enhorabuena por el momento vivido. Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una experiencia única y como bien dices las horas de campo compensan. Un saludo y gracias.

      Eliminar
  6. ahí te va este enlace, creo que te puede interesar

    http://www.quesabesde.com/noticias/lobos-caza-espana-picos-de-europa_11102

    Atención especial a lo de "objetivos de grandes dimensiones". Lo que no pase en este país de opereta...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Joaquín. Muchas gracias por el enlace (ya lo había visto). Andoni Canela es uno de mis fotógrafos favoritos y sigo su nueva aventura de la vuelta al mundo (http://www.lookingforthewild.com/?lang=en). Muchas gracias por seguir el blog y un saludo.

      Eliminar