Páginas

Información

lunes, 30 de junio de 2014

Gangas ibéricas y más habitantes de la estepa.

La comida familiar había transcurrido agradablemente y en la sobremesa le dije a Paco: "¿Nos vamos a dar una vuelta?" Dicho y hecho. Salimos de Fuentelapeña (Zamora) en busca de los habitantes de la estepa.
Tierras rojizas, campos verdes de regadío y suaves ondulaciones se extendían por doquier, los caminos se entrecruzaban como venas en una tierra curtida por el sol en la que poco a poco fuimos viendo algunos de sus habitantes; quiero empezar por el que más ilusión me hizo y que más ganas tenía de ver, la ganga ibérica.
La ganga ibérica parece creada por un diseñador de renombre. Su gama y disposición de colores la hace especial, diferente y muy vistosa. Las vimos entre las hierbas, agachadas, a ras de tierra, como si un general hubiera dado la orden de "cuerpo a tierra". Se desplazaban pegadas al suelo, levantando muy poco entre las secas hierbas; machos y hembras se entremezclaban en una ida y venida en busca de comida mientras varias calandrias se infiltraban entre ellas como pequeños espías.
Una particularidad que nunca he visto de las gangas y que me parece fascinante es que "los machos de las ortegas y gangas frotaban contra el suelo sus pechos hasta que las plumas quedaban completamente cruzadas, entrando luego en el agua y mojándolas bien para volver inmediatamente con las hembras y los pollos, que sólo unas horas antes habían nacido y abandonado ya el nido. Estos corrían hacia el macho y sorbían el agua haciendo pasar las plumas del pecho y vientre de aquel a través de sus picos. La apariencia era que los pollos "mamaban" del pecho de los adultos" (MeadeWaldo).
Otra de nuestras paradas fue visitar una colonia de abejarucos de más de noventa nidos (ocupados más o menos la mitad), que habíamos conocido hacía unas semanas. Era la segunda vez que íbamos y la actividad era muy diferente.

En la primera visita la actividad era frenética. Las parejas se afanaban en la construcción de los nidos en un frenesí excavador que era digno de ver ya que el abejaruco llegaba al agujero y, a una velocidad sorprendente, picaba cual experto minero y sacaba la tierra con las patas por debajo de su cuerpo como si le hubieran dado cuerda mientras otras parejas se obsequiaban con regalos amorosos en cualquier posadero cercano.
También pudimos apreciar uno de los peligros de las colonias de abejarucos, una culebra bastarda se movía en la cercanía de la colonia esperando su oportunidad pero los abejarucos tienen una curiosa manera de defenderse de ella: la construcción de pequeños falsos túneles alrededor del nido para que entre en ellos, no encuentre nada y desista, lo cual salvará a más de un pollo de ser capturado.
En nuestra segunda visita la actividad era diferente. Los abejarucos cazaban en las tierras cercanas mediante vuelos acrobáticos y picados en los que capturaban libélulas, mariposas, abejas, avispas o moscas que rápidamente llevaban al nido donde entraban y salían sin perder tiempo. Estaban cebando a sus pollos. Era curioso ver como algunos salían marcha atrás lo cual indicaba que los pollos estaban bastante grandes y no tenían espacio para dar la vuelta en la cámara del agujero.
El color del abejaruco es sorprendente. Tiene una gama de colores tan amplia que no te imaginas que pueda existir un pájaro con tal variedad de colores. Azul, verde, amarillo, ocre, negro... y el rojo que aparece en el iris de los ejemplares adultos.
En la colonia de abejarucos pudimos ver una de las escasas tórtolas europeas que se ven últimamente, cuyas poblaciones están sufriendo un preocupante declive en los últimos años.
Dejamos a los abejarucos y continuamos por los caminos rojizos de La Guareña donde descubrimos la más grande de las aves de la estepa, la avutarda.
Ave potente, hermosa, grande y majestuosa que se encuentra en el límite de los kilos para poder volar. 
Caminaban pesadas entre los campos de regadío o las tierras dejadas en barbecho donde los pollos de perdiz seguían a sus padres y los aguiluchos cenizos patrullaban en busca de comida mientras una imponente águila real sobrevolaba la estepa.
En una tierra segada recientemente dos buitres leonados daban cuenta de una carroña. Uno de los buitres comía como un poseso, con enorme rapidez tiraba de la carne y la engullía con ansiedad ayudándose de una de sus patas que ponía sobre la carroña para sujetarla y poder hacer fuerza.
El otro buitre ya había comido y deambulaba por la tierra "como un enterrador del oeste" a grandes pasos mientras varias cornejas, milanos negros y uno real esperaban su oportunidad que llegó cuando los buitres se marcharon pero dos cigüeñas blancas tomaron posesión de los últimos vestigios de la carroña.
El sol iba cayendo y la tarde terminaba pero habíamos podido disfrutar de otros habitantes de la zona como: abubilla, cernícalo primilla, vencejo común, aguilucho cenizo, cogujada común, tarabilla común, triguero, águila calzada, busardo ratonero, estornino negro, jilguero, verdecillo,  gorrión común y chillón, pinzón vulgar, urraca, cuervo, avión común y cuando la noche lo envolvía todo una lechuza común cruzó en pueblo en busca de comida y un chotacabras se levantó de la carretera donde se calentaba sobre el asfalto. 
Una buena tarde en una tierra que es mucho más de lo que parece a primera vista.

9 comentarios:

  1. Tanta biodiversidad en una salida cualquiera, demuestra a la perfección la buena salud de la que goza ese ecosistema. Enhorabuena y que siga así el resto de los días
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Carlos. Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que es una zona que parece que no haya nada y si lo hay. Un saludo.

      Eliminar
  2. Que fenomenal jornada!
    Yo todavía no he visto a las Gangas y les tengo muchas ganas.
    En cuanto a las tórtolas europeas estoy de acuerdo contigo, es muy preocupante su descenso.
    Saludos desde León

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola J. Alberto (e hijos). Las gangas ibéricas son un auténtico espectáculo y verlas, por desgracia, va siendo cada vez más difícil ya que su área de distribución se restringe cada vez más. En Zamora esta zona es la mejor. Seguro que las verás no tardando mucho. Un saludo.

      Eliminar
    2. Con respecto a las tórtolas europeas a mi cada vez me cuesta más verlas, creo que es algo preocupante ya que su descenso es considerable y donde antes veías muchas, ahora, ver alguna es complicado. Un saludo y gracias.

      Eliminar
  3. Bonita y variada entrada amigo...sin duda las gangas son la estrella...que guapas!!..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Preciosas. Son una auténtica gozada. Gracias Xurde por tu fiel comentario. Un saludo.

      Eliminar
  4. ¡Una auténtica gozada el estepario paseo que nos describes!
    ¿Quién dice que nuestra tierra es aburrida en verano?
    Sólo hay que leer tu ilustrativo y enriquecedor relato para comprobar que un paseo por la estepa nos depara muchas y coloridas sorpresas... Sólo hay que saber mirar y ser un poco paciente y ahí tendremos nuestro premio, seguro.
    Muchas gracias por amenizar e ilustrar nuestros ratos de ocio.
    Un saludo de 'Ojolince y Sra.'

    ResponderEliminar
  5. Hola Ojolince y Sra. Disculpar el retraso en contestaros pero he estado un mes sin internet. Muchas gracias por vuestro comentario. La zona parece sin vida pero solamente hay que adentrarse un poquito y la vida va surgiendo. Un saludo y gracias.

    ResponderEliminar