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domingo, 30 de noviembre de 2014

La apasionante historia de dos grullas.

Volvía, un día más, de las Lagunas de Villafáfila sin haber visto a las grullas. Este año no estaba teniendo suerte pero... la tostada se volvió y, después de salir de los límites de la reserva, pude ver un grupo de unas veinte grullas que comía tranquilamente en un campo. Paré. Saqué rápidamente el telescopio y busqué si había alguna anillada. No había ninguna pero allí estaban. Elegantes. Tranquilas. Cogiendo fuerzas.
Estas larguiruchas y espigadas aves son elegantes y charlatanas, no paran de emitir ruidos constantemente como en una conversación sin fin. En el grupo había tanto adultos como jóvenes que se distinguen fácilmente al ser un poco más pequeños y tener la cabeza gris-castaño; todas se movían picoteando constantemente pero siempre había alguna alerta, alguna con la cabeza levantada, vigilando por si algún peligro se acerca.
Todas las imágenes de esta entrada son testimoniales
dada la enorme distancia.
Las grullas suelen viajar en familias y en pequeños grupos. Extremadura y la laguna de Gallocanta (Zaragoza) son los principales lugares en los que las grullas pasan el invierno en la Península Ibérica. Las que llegan a Villafáfila provienen de Europa pasando antes por Gallocanta para dirigirse hasta Extremadura. Algunas se desvían hasta Villafáfila para, unas descansar y después proseguir su camino, y otras quedarse para pasar aquí el invierno. La última pareja que crió en nuestro país fue en 1954 en la Laguna de La Janda en Cádiz.
Al cabo de unos minutos comencé a escuchar una algarabía de chillidos que se acercaban poco a poco, busqué su procedencia y descubrí otro grupo de grullas que venía volando. Bajaron y se juntaron con el grupo que estaba observando y...¡bingo! En el grupo venían dos grullas anilladas.
Las dos grullas anilladas que llegaron volando.
Rápidamente leí su código de colores, los apunté y luego me dediqué a disfrutar de ellas. Las anillas nos dicen su lugar de procedencia mediante la lectura del código de colores de la pata izquierda, mientras que la pata derecha nos marca el código de ese ejemplar en concreto por lo que cuando las vi ya sabía que eran, casi con toda seguridad, alemanas, por lo menos la adulta que recordaba que su código (siempre se lee de arriba a abajo) es azul-amarillo-azul; el código de colores del joven no sabía de dónde, había que investigarlo.
Cuando regresé introduje los datos del avistamiento en el ordenador y me salieron los historiales de las dos grullas.
La primera era una vieja conocida. La llamaré la adulta cuyo código era: BuYBu-BuYR. La había visto dos veces el año pasado. 
Imagenes de la grulla con código: BuYBu-BuYR que
había visto el 25 de noviembre y el 2 de diciembre de 2013. 
Tiene poco más de cuatro años y fue anillada el 10 de junio de 2010 en Alemania; ha sido vista, hasta la fecha, la friolera de 107 veces; de las cuales casi todas son en Alemania, más 2 en Francia, 1 en Holanda y 6 en España donde se vio en Extremadura en 2012, en Villafáfila 4 veces en el 2013 y esta observación en 2014.
La misma grulla el pasado 25 de noviembre de 2014.
La segunda grulla anillada era un joven del año. Su código era: BuWBu-YBuW. Había sido anillada el 16 de julio de 2014 en Alemania; se había visto 4 veces muy cerca de donde se anilló, 1 vez en Holanda y mi observación en Villafáfila a 1602 km de distancia de donde se anilló.
Imagen del joven anillado comiendo.
Al terminar de leer el historial del pollo me asaltó una duda: "¿Y si la observación de Holanda fuera la misma en las dos grullas?" Volví a entrar en los historiales y mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que todas las observaciones del joven coincidían exactamente con las de la grulla adulta. El lugar, las coordenadas, el día, la hora, el observador...¡todo!
Las dos grullas habían estado juntas. El joven estaba donde se encontraba la adulta con lo cual había una enorme probabilidad de que fuese hija suya. 
Imagen de la grulla joven.
Seguí buscando y encontré varias fotografías realizadas en Alemania donde salían las dos grullas juntas. La grulla adulta estaba enseñando a su pollo a sobrevivir. Le había enseñado por donde debía de moverse en Alemania, donde nació y lo anillaron para después mostrarle el camino; el 25 de octubre fueron vistas por  última vez en Alemania, su siguiente observación fue en Holanda donde se localizaron el 8 de noviembre y de ahí hasta Villafáfila donde las pude observar el día 25 de noviembre.
Imagen de las dos grullas tomada por M. Kirchhoff en Alemania
el 8 de octubre de 2014.
Imagen de las dos grullas juntas tomada el 25 de noviembre de 2014
cerca de las lagunas de Villafáfila..
La grulla adulta estaba enseñando a la joven la ruta migratoria que deberá de aprender; por dónde ir, a dónde parar y cuándo llegan al lugar de destino donde moverse para comer o para descansar, sin olvidarnos de la ruta de vuelta hasta sus zonas de cría en Alemania. La grulla joven deberá de recordar todo lo que le enseñe la adulta ya que al año siguiente ya no tendrá esa guía tan especial y personalizada, deberá de realizar el viaje sin seguir las indicaciones de la adulta que tendrá otro pollo al que enseñarle el recorrido.
Se estima que unas 150.000 grullas invernan en nuestro país, de las cuales más de la mitad se concentra en las dehesas extremeñas donde encuentran una fuente de alimento fácil y nutritiva, la bellota. El resto lo hace entre Andalucía, Castilla la Mancha y Aragón pero un porcentaje muy bajo se queda en las lagunas de Villafáfila que es a donde han venido estas grullas alemanas.
La mayoría de estas grullas provienen de Alemania, Suecia o Noruega y, en un porcentaje muy bajo, de Polonia, Finlandia, oeste de Rusia o países bálticos. La tendencia, al igual que en los gansos, es a descender el número de grullas que viajan hasta nuestro país.
El grupo de grullas era de 54 ejemplares que comían tranquilamente en la planicie castellana. Caminaban lentamente, picoteando el suelo donde una suave hierba crecía decidida después de los días de lluvia.
La grulla joven no se separaba mucho de su progenitora mientras se movían plácidamente. Sus anillas habían contado una historia. Una historia, que por lo menos a mi, me apasiona. Una historia de grullas viajeras.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Parece que llegan los gansos.

La semana pasada se habían censado 650 gansos; una cifra realmente muy baja para las fechas en las que estamos. Hoy he vuelto a las lagunas de Villafáfila y parece que la entrada de gansos estos últimos días ha sido aceptable. He podido observar varios grupos grandes que le van dando otro color a las lagunas que poco a poco van cogiendo el agua tan necesaria.
En el primer grupo, después de revisarlo varias veces, pude ver al primer infiltrado de la temporada, un precioso ganso careto adulto que estaba tumbado al fondo, detrás de un ganso común que lo tapaba casi por completo.
A los pocos minutos se levantó y comenzó a recorrer todo el grupo con ese andar lento y un poco torpón mostrándome las barras negras del vientre que le caracterizan. 
Cruzó de lado a lado del gran grupo de gansos comunes para al final levantar el vuelo en solitario, un vuelo majestuoso y elegante precedido de una corta carrera.
La segunda sorpresa se encontraba en el siguiente grupo de gansos, un collar azul, el Gg4 un ganso anillado en Dinamarca en el 2013 y que tiene cinco observaciones, de las cuales 2 son en su lugar de anillamiento y tres en las Lagunas de Villafáfila: el 11-12-13 y el 19-2-14 fue visto por J.J. Orduña, J.A. Casado y J.M. San Román. También en este grupo pude observar un ganso careto joven que dormitaba tranquilamente entre el grupo de gansos comunes.
Parece que por fin, los gansos van viniendo, esperemos que la temporada no sea tan floja como la del año pasado en la que vinieron solamente 9.000 gansos, la cifra más baja desde que se hacen los censos en las lagunas de Villafáfila.
En el año 2012 se contabilizó la llegada a España de 58.168 gansos mientras que el año anterior (2011) fueron poco más de 100.000. Esos 58.168 gansos se distribuyeron de la siguiente forma: 21.610 en las marismas de Guadalquivir, 21.437 en las Lagunas de La Nava y Campos y 15.121 acudieron a las lagunas de Villafáfila; el descenso de gansos es evidente. Lejos quedan los años en los que en las lagunas se podían encontrar casi 40.000 gansos esperemos que este año no se siga acentuando el declive de la invernada de los gansos en nuestras lagunas; pero en Villafáfila siempre hay más...

martes, 18 de noviembre de 2014

Nada más que un charco...

En muchas ocasiones no prestamos demasiada atención a lo más cercano, lo más común, lo que tenemos más al alcance y, esa cercanía, cuando nos fijamos en ella, puede ser sorprendente. Así me sucedió hace unos días cuando paseaba por la zona de trascastillo, zona habitual de paseos ya que está muy cerca de mi casa.
La mañana era de perros, lluvia, viento y frío sacudían los hermosos jardines que rodean la vieja muralla de Zamora; jardines salpicados de sequoyas, almendros, abetos o tejos que son refugio y alimento de multitud de pajarillos que se mueven entre los árboles y el verde del jardín que parece un perfecto tapiz por el que buscan comida los pequeños habitantes de la zona.
Picogordo comiendo.
Mirlo común escarbando en el suelo.
En este lugar, junto a la vieja muralla, llamó mi atención un pequeño charco sobre la roca. No era nada especial, nada sorprendente, nada del otro mundo, era un simple charco.
Charco en el que apareció"un picogordo", "y un estornino", "y un colirrojo", "y una urraca"; ¿todos iban al charco? Unos lo hacían para bañarse (y estaba lloviendo a cántaros), otros a beber y otros a picotear pero ¿qué buscaban en el charco? Cogí la cámara y esperé.
Petirrojo.
Centré mi atención en tan insignificante lugar y llegaron un petirrojo seguido de una lavandera cascadeña, un mosquitero musical, un herrerillo común, un gorrión común, un carbonero común y una curruca capirotada, además de un mirlo común que luego subió a una de las ramas cercanas y no dejó de observarme mientras estuve allí.
Herrerillo común bañándose.
Mosquitero musical, curruca capirotada y lavandera cascadeña.
Lavandera cascadeña.
Mosquitero musical (muy tardío para las fechas en que estamos).
Doce aves diferentes se pasaron por el charco en poco más de media hora. No salía de mi asombro pero era un simple charco. ¿Simple charco? ¿Un charco es algo simple? ¿Un charco no tiene importancia?
La vida salió de un charco hace 3.500 millones de años, un simple charco; un charco es un pequeño universo que desaparece rápidamente pero sólo es un simple charco; multitud de insectos o anfibios comienzan su vida en un charco pero claro, es un simple charco; multitud de pajarillos beben agua o se bañan o buscan comida en un charco pero...es un simple charco...
Cualquier simple charco puede ser un hervidero de vida, un pequeño universo que desaparecerá en horas o días, un pequeño universo que está ahí, un simple charco no es sólo un simple charco, es vida. Nada más que un charco... y nada menos.

martes, 11 de noviembre de 2014

La manada.

Una fría mañana de agosto aparecieron. Nuestros corazones se sobresaltaron emocionados. Ahí estaban. Caminaban a buen paso, avanzaban seguros, firmes, decididos. Cinco preciosos lobos bajaban por un camino entre brezos y escobas.
Amanece en la sierra.El lobo se mueve sigiloso y escurridizo...
El lobo es una animal social. Un animal gregario que durante toda su vida busca integrarse en una manada ya sea la suya propia o la de otro grupo. La manada es una unidad familiar de lobos, dinámica, que cada año se transforma, cambia, está en constante movimiento. Ese grupo familiar no será igual de un año a otro pero casi siempre estará formado por el macho y la hembra dominantes, varios lobos adultos, subadultos y los cachorros del año.
El comportamiento de la manada varía dependiendo del terreno en el que se asiente; no es lo mismo el comportamiento de un grupo de lobos en Tierra de Campos que en la Sierra de la Culebra; sus comportamientos serán muy diferentes por ejemplo en los horarios, mientras en Tierra de Campos desaparecen nada más que aflora el día, en la Sierra de la Culebra pueden moverse hasta muy tarde (incluso a cualquier hora del día dependiendo de la época del año).
Los primeros rayos del sol calientan la mañana.
Los cinco lobos bajaban por el camino, elegantes, imponentes; avanzaban de la siguiente forma. En cabeza, dos subadultos que eran los encargados de prospectar el terreno, abrían la marcha controlando peligros, posibles presas o sorpresas pero siempre pendientes de las órdenes del gran macho alfa que caminaba el último. Estos dos subadultos seguramente sean hijos de la pareja dominante, serán cachorros del año anterior o de hace dos años. Eran dos preciosos lobos que no paraban un momento, caminaban en paralelo en muchas ocasiones, sin descanso, oliendo, parándose, esperando, buscando, observando.
El siguiente era un gran macho de porte altivo y aspecto imponente; a continuación la hembra dominante que caminaba la penúltima, cerca del gran jefe, del impresionante macho que domina el grupo e iba detrás. Es un macho viejo, de cabeza enorme, fuertes patas, pecho ancho, gran alzada y un aspecto que causa una tremenda impresión nada más que lo ves. Es viejo, muy viejo, las canas afloran por gran parte de su cuerpo dándole un aspecto blanquecino que denota su experiencia, su fuerza, su poderío. Caminaba el último controlando el avance de todo el grupo. Se paraba y marcaba, orinaba y rascaba en el suelo para dejar claro que este terreno es suyo, es de su grupo.
Al cabo de unos minutos de avance un sexto lobo se unió al grupo, les estaba esperando, era una loba preciosa, joven, de un color pardo rojizo que afloraba con el sol de la mañana.
Los seis lobos continuaron por el camino. Bajaban a buen ritmo pero de vez en cuando se paraban. Los dos subadultos esperaban hasta que el gran macho llegara, marcara el terreno y decidiera por donde continuar. El gran macho dirigía todo el avance desde la retaguardia. La comunicación de los lobos es increíble, en muchas ocasiones ni siquiera se están viendo pero saben perfectamente donde está cada uno, que tienen que hacer y como comportarse.
Este grupo familiar iba sin cachorros, todavía eran demasiado pequeños para que se pudieran mover con ellos. Los pequeños lobos permanecerían escondidos esperando la llegada del grupo con comida y, con ellos, estará algún subadulto que hará de niñera y les cuidará hasta que el resto del grupo regrese.
Los seis lobos llegaron a un punto concreto. Se pararon todos y esperaron a que llegara el gran macho dominante que salió del camino metiéndose entre los brezos para coger un enorme trozo de un animal que tenían escondido en ese lugar y se dispuso a comer tranquilamente. Ningún lobo tocó la comida hasta que el viejo macho apareció y la cogió. Primero comería él. La jerarquía es básica en la vida de un grupo familiar y el gran lobo la estaba ejerciendo. Cuando él hubiera terminado comería la hembra dominante y luego el resto.
Este gran lobo es muy viejo pero todavía controla la manada, quizás, en un tiempo no muy lejano su reinado termine y entonces su vida dará un gran vuelco; cuando sea aparatado podrá permanecer en su misma manada pero será el último, el relegado, el apartado, algo que este viejo lobo nunca tolerará, preferirá abandonar la manada y ser un paria, un exiliado que vagará sin un territorio, en constante peligro por pasar por el territorio de otros grupos familiares o acercarse demasiado al hombre, quizás encuentre un lobo joven que le acompañe y le ayude, él le enseñará todo lo que sabe y el joven lobo le ayudará a conseguir comida pero este lobo es un gran lobo, un lobo viejo, fuerte, potente, orgulloso, un viejo lobo que no cederá fácilmente su corona, que luchará hasta que no tenga fuerzas o muera en el intento o, por desgracia, el hombre se cruce en su camino y unos miles de euros pongan fin a la vida del viejo lobo de la sierra, algo que espero no suceda, este viejo lobo se merece un final digno, no morir por el capricho pagado con unos miles de euros.