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jueves, 29 de noviembre de 2018

Ahí está. Me mira...

Ahí está. Me mira. Nuestros caminos se han encontrado. Coincidimos. Nuestras miradas se entrecruzan durante un tiempo eterno, un tiempo que parece haberse detenido, petrificado. Estamos él y yo. No escucho nada. No hay nada a mi alrededor. Sólo está su mirada. Una mirada de ojos almendrados que parece bucear en tu interior. Una mirada que como decían desde antiguo: “te hiela la sangre”. En cierto  modo es verdad. Es una mirada penetrante, profunda, hipnótica. Una mirada que no puedes dejar de mirar hasta que él decida cambiarla. Es la mirada del lobo. La mirada del más odiado o admirado, del que despierta pasiones encontradas, del que ha sido el malo de los cuentos, de mil historias y ha aterrorizado a pueblos, del que despierta admiración, entusiasmo o nerviosismo. Un animal emblemático, icono de nuestra fauna, un animal con el que debemos convivir y sobre todo, respetar. Ese es el lobo y esta es su mirada.

martes, 20 de noviembre de 2018

¿Ánsar chico de primer invierno en Villafáfila?

La tarde estaba nublada y una suave brisa recorría las lagunas cuando paré en el observatorio de Otero de Sariegos. Las lagunas habían cogido bastante agua con las lluvias del fin de semana y se encontraban muy animadas. Sin perder tiempo coloqué el telescopio y me dispuse a observar. Hacía un rato que M. Rodríguez, J. Palacios, J. Morán y J.M. San Román habían visto un tarro canelo en las lagunas de la Casa del Parque; así es que podría estar por la laguna.
Una pareja de asturianos me comentaron que lo habían visto, con lo cual no podía estar muy lejos. Tras unos minutos de prospección por la salina, apareció. Allí estaba, en la otra punta de la Salina Grande, solitario, muy cerca de un grupo de tarros blancos. En Villafáfila las distancias son enormes, así es que un pequeño punto de color naranja es lo máximo que saldría en cualquier foto que pudiera hacer. El último tarro canelo que había visto fue el 4 de febrero de 2013, ya hacía unos cuántos años.
Continué revisando la laguna, un gran grupo de ánades patrullaba en busca de alimento: azulones, frisos, silbones y rabudos se entremezclaban con patos cuchara, cercetas comunes y tarros blancos, mientras pequeños correlimos se movían como si tuvieran cuerda de un lugar a otro y, las chillonas grullas, pasaban volando y se posaban en mitad del agua.
Busqué a los ánsares. Había menos que en mi anterior visita, pero descubrí un ánsar careto adulto que dormitaba en una isla, junto a ánsares comunes. Entre todos ellos, uno llamó poderosamente mi atención. Estaba detrás de unas hierbas en la lejanía. Solamente se le veía la cabeza. Era un careto pero…
Esperé hasta que asomó de entre las hierbas y lo pude ver totalmente, comprobando que era muy pequeño. Patas naranjas. Tan pequeño… ¿y si pudiera ser otra cosa?…Hay ánsares caretos muy pequeños, podría ser un careto pero…mil dudas me asaltaron…¿y si era un ánsar chico? Rápidamente lo comuniqué en un grupo de wasap y el nerviosismo se hizo patente…hice algunas fotos y las envié al grupo …estaba muy lejos, demasiado lejos…
Su tamaño era muy pequeño. Sus patas naranjas. Su pico corto. Compacto. El cuello muy corto…¿podría ser? Se lo enseñé a los asturianos (Xurde Acebrás) y tenían las mismas dudas que yo. Las distancias en Villafáfila son enormes y, en este caso, nos estaban jugando una mala pasada. Estaba muy lejos, demasiado lejos. Además, era un ejemplar de primer invierno, algo que suponía mucha mayor dificultad y complejidad en la identificación; si hubiera sido un ejemplar adulto lo hubiéramos identificado rápidamente.
Nunca he visto un ánsar chico, bueno, uno si pero fue un escape que localizó J.M San Román en 2016 y que estuvo un tiempo mezclado entre los ánsares comunes.
Estas tres fotografías corresponden al ejemplar procedente de un escape
localizado en 2016 que permaneció varios meses en las lagunas.
¿Y antes? ¿Cuándo se había visto este ánsar tan raro en nuestras lagunas?
A. Rodrigo y J. M. San Román son dos grandes ornitólogos y dos enormes pozos de sabiduría e información, así es que era a ellos a quienes tenía que preguntar. Les agradezco enormemente sus consejos y datos, sin ellos esta entrada hubiera sido imposible.
Solamente existen dos citas homologadas por el Comité de Rarezas Nacional, de ánsar chico en Villafáfila: un ejemplar adulto visto el 26 de enero de 2002 por A. Rodrigo, L. Antón et al y otro visto por A. Gutiérrez et al el 11 de enero de 2003. Ambas incluidas en el libro: “Aves raras de España” de E. de Juana.
Aparte de estas dos, en la guía de la Reserva de las Lagunas de Villafáfila, de M. Rodríguez y J. Palacios se citan, textualmente, las siguientes: “dos ejemplares en 1992 (M. Rico et al, 1997), cuatro en 1993, dos en 1994 (Pearson, 1997) un ejemplar en 2001 (datos propios), uno en 2003 (J.M. San Román com. per.), tres en 2002 y uno en 2003, 2004 y 2006”.
Muy pocas observaciones de un ánsar que es muy complicado ver en nuestra tierra, pero ¿cuál es el motivo de que sea tan difícil de ver aquí?
El ánsar chico está incluido en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) con la calificación de “vulnerable”. A nivel mundial se estima una población de entre 24.000-40.000 ejemplares; cría en toda la zona de Siberia teniendo tres principales puntos de población en Rusia del este, Rusia occidental y Fenoscandia (Noruega, Suecia, Finlandia y la península de Kola (Rusia)).
La población más cercana a nosotros se encuentra en Fenoscandia, situada al norte de Noruega, junto con la península de Kola (perteneciente a Rusia). Esta pequeña población ha sufrido un enorme declive en muy poco tiempo. Pensemos que a principios del s.XX había 10.000 ejemplares reproductores y, actualmente, se estiman en torno a 100 las parejas reproductoras. En esta zona, el ánsar chico, está catalogado por la UICN como “en peligro crítico”.
La disminución del ánsar chico en toda esta zona ha sido demoledora. En Suecia, la última reproducción confirmada de ánsares silvestres fue en 1991 y en Finlandia en 1995. 
En septiembre de 2011 se inició un proyecto internacional EU Life+Nature (terminado en abril de 2017) de recuperación de esta población reproductora. Se estimaba que en ese momento, habría entre 15 y 20 parejas reproductoras, es decir, al borde de la extinción de esta población silvestre. La evolución ha sido la siguiente:
Estas aves silvestres tienen como principal ruta migratoria hasta Grecia, Hungría, Bulgaria y Turquía. Un ejemplo de esta ruta es el viaje realizado, en este otoño de 2018, por un ánsar chico llamado “Mr. blue”, marcado con emisor GPS, que siguió el siguiente recorrido:
Ante esta situación tan preocupante, a comienzos de los años 80, se pusieron en marcha diferentes proyectos en Suecia, Finlandia o Alemania de reintroducción del ánsar chico. Dado que la ruta migratoria hacia el sureste, la que hacen las aves silvestres, era muy peligrosa y morían cientos de ánsares cazados en el viaje o se veían afectados por la alteración de su hábitat, se propuso cambiar la dirección de la migración, para lo cual, se criaron ánsares chicos con barnaclas cariblancas como padres adoptivos.
Surgieron diferentes problemas, como la hibridación con ánsar careto o con barnacla cariblanca (incluso de segunda generación). La ruta migratoria, de estos ejemplares reintroducidos, se modificó; ya no iban hasta sus zonas tradicionales de invernada sino que cambiaron hacia los Países Bajos ya que, las barnaclas cariblancas migraban en esa dirección y con ellas los ánsares chicos.
Llegaron por una nueva ruta de migración alterada hasta los Países Bajos y, desde ahí, mezclados con los ánsares comunes, hasta nuestra tierra. Son esos ánsares chicos y sus descendientes provenientes de diferentes proyectos de reintroducción los que llegan hasta España.
Esos mismos son los que se han visto en las lagunas de Villafáfila en los años 2001, 2002 y 2003. Eran ejemplares marcados que se sabía perfectamente su origen, como el que M. Rouco et al vio el 24 de noviembre de 2001 (permaneciendo ese invierno), que portaba una anilla roja en tarso derecho. Era uno de los 33 ejemplares de un proyecto franco-sueco-alemán donde se enseñó a los pájaros en aviones ultraligeros. Volaron desde Malster Malma (Suecia) hasta Bislicher (Alemania) y de ahí, este ejemplar hasta Villafáfila. O como el visto el 11 de enero de 2003 por A. Gutiérrez et al; anillado y anormalmente grande, síntoma de sus posibles genes de ánsar careto. (Si pincháis aquí podréis ver una relación de avistamientos).
Con lo cual, la respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el motivo de que sea tan difícil de ver aquí? es relativamente sencilla: no estamos en su ruta migratoria. Pensemos que esos ánsares reintroducidos y sus descendientes son muy pocos y que la probabilidad de que alguno se mezcle con ánsares comunes en Holanda y llegue hasta aquí es todavía más baja.
Las posibilidades son muy remotas, pero cada cierto tiempo llega hasta España algún ánsar chico como los vistos en la Laguna de la Nava el 20 de noviembre de 2011 por J. Sagardia et al (que permaneció hasta el 16 de febrero de 2012); o el visto en el embalse del Ebro el 28 de octubre de 2012 por M. Estébanez et al (que estuvo hasta el 25 de diciembre de 2012) o el que apareció, nuevamente, en la Laguna de la Nava el 3 de diciembre de 2013 visto por G. Belamendía, R. Arambarri, M. Degaña y F. Jubete et al (visto solamente ese día).
Si esta posibilidad es tan remota, el hecho de que el ánsar que estábamos viendo fuera un ánsar chico y además de primer invierno también lo era. 
Allí seguía. Alimentándose en la laguna. Tranquilo. En compañía de un pequeño grupo de ánsares comunes. Voló pero no se acercó. Continuaba la duda, ¿sería o no sería? Tenía muchas cosas a favor, pero solo con esta observación no se podía confirmar o desmentir, alguien debería verlo más cerca, para poder asegurarlo o no.
Han pasado varios días y no se ha vuelto a localizar. Mantengamos la esperanza de que se vuelva a ver y podamos salir de esta duda; desde luego sería una enorme sorpresa y gran noticia que pudiera ser un ánsar chico y además de primer invierno.
(Los datos de esta entrada han sido aportados por A. Rodrigo, J.M. San Román y extraídos de las páginas: wwf.fi/en/lwfg/ y de www.piskulka.net)

domingo, 4 de noviembre de 2018

Aumentan las grullas, aparecen los ánsares y gaviota cana.

Aumentan las grullas, empiezan a aparecer los ánsares pero necesitamos agua. Hace falta agua. Las grullas han llegado a sus mayores números, calculo alrededor de 1.400-1.500 (según mis estimaciones). El año pasado se censaron alrededor de 1.200. Este año está siendo muy bueno para verlas ya que se están quedando a comer en el entorno de las lagunas secas de Villafáfila.
Las aves van viniendo pero como no llueva rápido y mucho…desaparecerán, se irán y la invernada será un auténtico desastre. Se irán a otras zonas como Herrín de Campos o La Nava donde tienen el agua asegurada mediante su llenado artificial. Aquí, en las Lagunas de Villafáfila, la naturaleza sigue su curso. Hay años que llueve antes y otros que llueve más tarde; años que llueve mucho y otros que lo hace muy poco. Mientras escribo estas líneas ha comenzado a llover…esperemos que caiga bien.
Los campos están secos. Las lagunas están secas. Perdices, estorninos y pequeños bandos de avefrías se ven salpicando el seco amarillo de las hierbas mientras, un pequeño mochuelo, observa desde su atalaya como un aguilucho lagunero y un cernícalo vulgar patrullan el terreno en busca de alimento o unos conejos se refugian en sus madrigueras asustados por el vuelo de un milano real o un busardo ratonero.
El enorme bando de grullas está descansando sobre la laguna seca, junto a ellas se mueven nerviosos entre el limo y la minúscula lámina de agua: combatientes, tarros blancos, cercetas comunes, correlimos comunes, patos cuchara, ánade friso, silbón y azulones se agolpan como verdaderas sardinas en aceite, sin espacio para moverse…sin agua. Muy pocos puntos tienen agua en la reserva. En esos puntos se concentra la vida.
Las grandes grullas descansan. Su porte altivo y esbelto destaca en la planicie. Se pueden distinguir perfectamente las familias, los adultos y el pollo o los pollos que van con ellos, así como las que no tienen ningún pollo a su cargo. Entre estas destaca por encima de todas una especial, está anillada, sus anillas de colores tienen el siguiente código: BuBuY-WGW.
Es una vieja conocida. Es un macho que fue anillado en Alemania el 9-7-2012 y lo pude ver el 2-12-2013 cerca de Villarrín de Campos y este año, cinco después, lo he vuelto a ver.
A media tarde se levantan y se van yendo en pequeños grupos hasta las zonas de alimentación donde se juntan en un gran bando. Bajan y se ponen a comer.
Las grullas están intranquilas, cualquier mínimo peligro les hace levantar la cabeza como un verdadero resorte, ya sea un coche por un camino cercano o un lagunero que pasa sobrevolándolas. Se mueven. Levantan el vuelo. Dan varias vueltas y se dejan caer en un punto muy cercano. Siguen comiendo.
Entre ellas se han camuflado algunos ánsares comunes que parecen liliputienses en comparación con las estilizadas grullas. Los ánsares ya han empezado a venir. Unos 800 se encuentran ya en las lagunas secas. En las próximas semanas, si todo va bien y llueve, aparecerán algunos miles que se distribuirán en la zona. Esperemos que con ellos vuelvan los ánsares caretos que el invierno pasado nos deleitaron con la cifra record de 91 ejemplares vistos por J. Alfredo Hernández y yo el 29 de diciembre de 2017, aunque sigo convencido que pasaban de los cien ejemplares.
Al anochecer me dirigí hasta la balsa donde Cristian Osorio había descubierto una gaviota cana de primer invierno el día anterior. Allí seguía, entre las gaviotas reidoras y en compañía de dos gaviotas sombrías que se movían en una finísima capa de agua que más bien era barro junto con tarros blancos, ánades reales, combatientes, cercetas comunes, avefrías, patos cuchara, algún correlimos común y una solitaria avoceta.
En la casa del parque algunos correlimos se alimentan en sus orillas. Pequeños correlimos como correlimos común, zarapitín o menudo además de chorlitejos, andarríos, cigüeñuelas y agachadizas que aprovechan las pequeñas playitas rebosantes de comida mientras fochas, porrones, ánsares y zampullines comunes nadan tranquilamente y alguna aguja colinegra descansa plácidamente.
Esta es la mejor época para ver las grullas en Villafáfila. Esperemos que sigan aumentando y comiencen a aparecer los habitantes del invierno en las lagunas. Lagunas que necesitan agua de forma inminente.