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jueves, 29 de noviembre de 2018

Ahí está. Me mira...

Ahí está. Me mira. Nuestros caminos se han encontrado. Coincidimos. Nuestras miradas se entrecruzan durante un tiempo eterno, un tiempo que parece haberse detenido, petrificado. Estamos él y yo. No escucho nada. No hay nada a mi alrededor. Sólo está su mirada. Una mirada de ojos almendrados que parece bucear en tu interior. Una mirada que como decían desde antiguo: “te hiela la sangre”. En cierto  modo es verdad. Es una mirada penetrante, profunda, hipnótica. Una mirada que no puedes dejar de mirar hasta que él decida cambiarla. Es la mirada del lobo. La mirada del más odiado o admirado, del que despierta pasiones encontradas, del que ha sido el malo de los cuentos, de mil historias y ha aterrorizado a pueblos, del que despierta admiración, entusiasmo o nerviosismo. Un animal emblemático, icono de nuestra fauna, un animal con el que debemos convivir y sobre todo, respetar. Ese es el lobo y esta es su mirada.

2 comentarios:

  1. Cuando uno se cruza con su animal emblemático, las palabras no alcanzan la altura del sentimiento de la observación.
    Saludos.

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