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viernes, 7 de febrero de 2020

Santoña I: pato havelda, eider común, arao...

Santoña son palabras mayores en el mundo de las aves; cada vez que voy me gusta mas estar en su entorno, pasear, disfrutar de sus paisajes y sus pequeños habitantes alados ya sean ocasionales o no. Me gustaría en una serie de entradas poder transmitir mis vivencias y encuentros en este paraíso natural. Días que he pasado acompañado de uno de los mejores conocedores de las marismas: Ernesto Villodas, al cual quiero agradecer enormemente su compañía y lecciones. Ha sido un verdadero orgullo poder compartir con él observaciones, vivencias e historias. Si queréis saber absolutamente todo lo que se mueve y cuando se mueve por Santoña y por Cantabria, no dejéis de tener su magnífico libro: "Cuándo y dónde ver aves en Cantabria".
En Santoña hay dos mundos, dos mundos complementarios en los que sus habitantes se ven y se comportan de dos formas completamente diferentes. Hablamos de la marea alta y la marea baja. Dependiendo de cómo esté la marea, los habitantes y sus comportamientos varían por completo.
Con la marea alta aparecen todos los buceadores, están más activos y, en muchos casos más cerca: silbones, azulones, frisos, cercetas comunes, cormoranes grandes y moñudos, patos cuchara, rabudos, tarros blancos, pato havelda  además de negrones comunes, colimbos grandes y chicos, zampullines cuellirrojos, cuellinegros y chicos, somormujos lavancos, araos, fochas comunes o porrones se mueven por las marismas en busca de alimento; tranquilidad que se ve alterada cuando alguna águila pescadora, gavilán, aguilucho lagunero, milano real o busardo ratonero planean por encima de ellos.
Con la marea baja aparecen todos los limícolas y los que se alimentan en zonas con poca agua como orillas o charcos que van quedando. Ahí aparecen chorlitos grises, chorlitejos grandes y chicos, correlimos comunes y tridáctilos, ostreros, vuelvepiedras, zarapitos reales y trinadores, espátulas, archibebes comunes y claros, garcetas grandes y comunes, moritos, ibis sagrado, garzas reales, aguja colinegra y colipinta; un sinfín de aves que se van moviendo según la marea va subiendo o bajando.
Entre estos dos mundos están las gaviotas. Gaviotas patiamarillas, sombrías, reidoras, cabecinegras y gaviones que se mueven entre la marea alta y la baja sacando lo mejor de cada una de ellas.
Dos mundos complementarios en los que miles de aves se mezclan; miles de aves que pasan el invierno entre nosotros conviviendo con las aves residentes en las marismas. Miles de aves que conforman un espectáculo único.
Entre todas ellas voy a destacar algunas por diferentes motivos ya sea por su rareza, singularidad o aumento en pocos años. Me gustaría comenzar por una de las estrellas del momento: el pato havelda.
El pato havelda es un pequeño y hermoso pato buceador. Visitante muy escaso en España que viaja desde sus diferentes zonas de cría en el ártico: Groenlandia, Islandia, Rusia o Noruega a sus zonas de invernada en el Mar Báltico, Islas Británicas o en las costas francesas y holandesas. Desde ahí, algunos y escasos ejemplares llegan, de vez en cuando, hasta nuestro país, fundamentalmente a las costas cantábricas o atlánticas y, dos de esos ejemplares, están en este momento en las marismas de Santoña, un macho y una hembra.
Una preciosa hembra (descubierta por César Palacio, Álvaro Bustamante y Ernesto Villodas el pasado 17 de noviembre de 2019) se alimentaba junto a un gran grupo de ánades silbones zambulléndose sin descanso; salía y tras dos o tres segundos se volvía a sumergir en busca de más alimento. Ajetreo constante de este hermoso pato que era la primera vez que lo veía y me hizo mucha ilusión poder disfrutarlo en este entorno tan especial y espectacular.
El eider de Santoña sigue siendo una de las atracciones mas buscadas de las marismas. Es un pato especial, diferente, con un pico muy ancho en la base que le da un aspecto curioso, conformando un perfil característico a su cabeza. Es un pato del norte. Un pato descubierto por Alejandro García en diciembre de 2016 que formaba parte de un grupo de cinco ejemplares (dos machos y tres hembras) que se fueron yendo en diferentes momentos hasta quedar solamente el ejemplar que está actualmente. Incluso después han llegado nuevos eider con los que ha estado un tiempo pero se ha seguido quedando en su tierra de adopción, Santoña.
El eider macho con tres hembras.
 (Gracias Ernesto Villodas por la fotografía para ilustrar esta entrada).
El eider está precioso, espectacular, con su increíble plumaje nupcial. Se mueve tranquilo. Bucea. Sale con un mejillón y se lo come entero, directamente, sin abrir ni nada, en su estómago se producirá la digestión. Verlo sacar un mejillón y comérselo es impactante. Lo hace sin aparente esfuerzo. Bucea. Sale con un cangrejo al que quitará como un cuidadoso cirujano las patas, una a una, para después tragárselo entero sin ningún peligro de que le pique.
Bucea. Un nuevo cangrejo conforma su dieta, hará la misma operación y así unas cuantas veces hasta que considera que su apetito ha quedado saciado y se lava, se asea dando fuertes aleteos en la superficie y sumergiéndose un poco la cabeza y parte del cuerpo. Terminado el acicalamiento nadó tranquilamente hasta la orilla. Se subió. Se colocó y se quedó tranquilo, descansando, dormitando en la punta de su pequeña isla en la que lleva tres años y que nos sigue deleitando con su extraña y peculiar belleza.
Es un animal extraño pero de extraño que es, es muy hermoso. Aparte del pico destaca, en este macho con plumaje nupcial, su intenso y precioso color, por cierto, el plumón de eider se ha utilizado y se sigue utilizando para rellenar los mejores edredones, sacos de dormir o ropa de abrigo ya que es aislante, suave, mantiene la temperatura y es ligero. Plumón que el eider utiliza para recubrir su nido y mantener aislados y calientes los huevos ante las inclemencias del frío del norte. Plumón que en algunos lugares como Islandia, es recogido a mano y comercializado, siendo un recurso económico muy importante.
El eider común descansa y el águila pescadora ha conseguido una presa. Águila pescadora imponente que inverna regularmente en las marismas y que actualmente hay dos ejemplares en la zona. Águila pescadora que, no tardando mucho, acabará criando en este precioso e imponente enclave.
Otra de las especies que mas disfruté fueron los negrones comunes. Hasta seis ejemplares pude ver juntos. Pequeño pato buceador, tímido y desconfiado que no permitía acercarte demasiado.
Pato procedente del norte de Europa: Finlandia, Noruega, Suecia, Rusia, Islandia e Islas Británicas que llega hasta estas tierras a pasar el invierno. Pude ver cinco hembras y un macho, apreciándose perfectamente las diferencias en su plumaje. El macho con su plumaje negro por completo y las hembras con las mejillas blancas. Un pato precioso que no paraba de sumergirse en busca de cualquier cangrejo, mejillón o pececillo que pudiera capturar.
Seis negrones comunes . Cinco hembras y el macho al final a la derecha.
Al anochecer, desde Cicero, Ernesto Villodas descubrió un pequeño arao. Una sorpresa total de un ave que se dejaba ver por primera vez esta invernada. Pequeña ave que nadaba lentamente según el sol se ocultaba y la luz dejaba paso a la noche. Se movía como un pequeño barco recorriendo la orillas entre zarapitos, chorlitos grises y ánades silbones.
Este arao lo pude ver hace un par de años en el puerto de Santoña
donde se encuentra, actualmente, el que pudimos ver el pasado sábado.
(Pinchar aquí y lo veréis)
Santoña y sus habitantes. Un lujo para los sentidos. Un lugar único en el que miles de aves pasan el invierno en un entorno privilegiado. Al que amantes de la naturaleza nos acercamos con la esperanza de exprimir el poco tiempo de visita que tenemos, tiempo al que siempre le faltan horas. Entorno y sus habitantes que seguiré descubriendo en una próxima entrada.

4 comentarios:

  1. Pedazo de entrada que te has marcado Jose. Ya estoy deseando ver y leer las siguientes partes. ¡Enhorabuena!Saludos.

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  2. Muchas gracias. Espero que te gusten también las siguientes. Un saludo.

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  3. Olé, muy buena entrada. Y lo mejor... No se vayan todavia, aún hay mas. Un gusto pajarear contigo, Pepe.

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    1. Muchas gracias. Espero que las siguientes te sigan gustando. Un saludo.

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