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jueves, 3 de septiembre de 2020

Dos charrancitos en Sanabria.

¿Cuántas aves pasan por nuestra tierra y no las vemos? ¿Cuántas observaciones quedan perdidas? ¿Somos conscientes que solamente vemos un tanto por ciento muy bajo de las aves que pasan por nuestras zonas? Estas preguntas las hemos hablado en innumerables ocasiones todos aquellos que nos gusta observar aves.
Manuel Segura es un hombre tranquilo, amante de la naturaleza, excelente fotógrafo y con un magnífico ojo para la observación. La tarde del pasado domingo (30 de agosto) llegaba a una recóndita zona del embalse de Cernadilla en la comarca sanabresa cuando vio dos pequeñas manchas blancas que volaban de una forma diferente, al acercarse se encontró con dos preciosos charrancitos que se estaban alimentando en esa alejada y perdida zona. Si no hubiera llegado en ese momento, no los habría visto. Si no hubiera tenido un gran ojo, no los habría visto. ¿Cuántas veces sucederá el hecho de no estar en esos lugares en el momento justo?
Hay que ser consciente que el número de personas que observan aves es muy pequeño (aunque cada vez es mayor), que no se puede controlar todo el territorio, que se tiende a ir a las zonas donde más aves se concentran y por lo tanto más observaciones se producen. Aun yendo a los lugares donde más aves se concentran se quedan por el camino multitud de observaciones.
A los pocos minutos me encontraba junto a Manuel Segura para observar las evoluciones de los charrancitos: un adulto y un juvenil. Dos ejemplares con un comportamiento totalmente diferente. 
El adulto descansaba sobre un viejo muro de piedra que emergía del embalse como un fantasma de otros tiempos y el juvenil no paraba de volar incansablemente, reclamar y hacer numerosos picados para pescar. Estaban en migración. 
El adulto reponía fuerzas; el viaje sería largo y necesitaba ahorrar toda la energía posible para realizarlo sin sobresaltos y con un final feliz. Ya había comido y ahora descansaba. Había minimizado el coste de energía en pescar y ahora descansaba mientras que el juvenil se movía nervioso y hambriento, más preocupado en buscar comida que en reponer fuerzas, que en descansar; no es consciente del enorme esfuerzo que supone la migración, no es consciente que debe de ahorrar energía, que no debe de hacer sobre esfuerzos pero no sabe pescar bien todavía, no es efectivo, no es tan efectivo y certero como el adulto que con muchos menos picados ha obtenido un mayor rendimiento. 
El charrancito es el mas pequeño de nuestros charranes. Es un pequeño acróbata aéreo de vuelo ágil y rápido que se lanza en picado a la superficie del agua para introducirse como una flecha con el objetivo del pequeño pez que ha visto desde las alturas. 
Ver en Sanabria, en postnupcial, dos preciosos charrancitos es algo verdaderamente inusual. Es una de esas veces en las que sí los vemos; es una de esas veces que suponen el mínimo tanto por ciento en el que sí vemos esas aves que pasan. ¿Cuántas podemos ver? ¿El 20 % de las aves que pasan por nuestra tierra? ¿El 10 %? Es muy difícil de saber. Es muy complicado de cuantificar pero desde luego es un tanto por ciento muy alto lo que no vemos. 
Al día siguiente, al amanecer, ya no estaban. Habían continuado su viaje. Continuaban su migración hacia el sur que los llevará a miles de kilómetros de distancia. Un largo viaje en el que estos dos pequeños charrancitos pararon durante una tarde para descansar en un recóndito paraje sanabrés.

4 comentarios:

  1. Muy bonitos los charrancitos, ayer mismo estaba viendo varios juveniles intentando pescar. Una gran verdad lo del porcentaje que vemos, nos perdemos muchísimas más de las que vemos...

    ¡Saludos!

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    1. Hola Alejandro. Muchas gracia spor el comentario. La verdad es esa: nos perdemos mucho mas de lo que vemos. Un saludo.

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  2. y contento con esas Saludos camperos!

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  3. 2 Charrancitos y en estas fechas, qué observación más chula!!!!
    Enhorabuena!
    Saludos desde León

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