-¿Qué es eso papá?
- Es el humo de un fuego. Se está quemando el bosque.
- ¿Por qué?
- Porque alguien muy, muy malo ha prendido fuego.
- ¿Y los animalitos? ¿Y los árboles? ¿Se van a quemar y
ya no podemos velos? ¿Por qué papá?
Este fue el inicio de la conversación que mantuve con mi
hija de 3 años el primer día que comenzó a arder La Cabrera y que veía la enorme columna de humo que subía más y más. No lo entendía. No
entendía por qué alguien prende fuego al bosque, por qué es capaz de destruir
todo lo que le rodea, por qué es capaz de eliminar de un plumazo flora,
fauna…biodiversidad, por qué es capaz de poner en peligro a sus propios
vecinos, a sus familiares, a la gente que trabaja en apagar lo que él prendió.
Sigo sin entenderlo. Han pasado varios días y se han
quemado cerca de 10.000 hectáreas. El frente oeste fueron capaces de pararlo
pero como no pasó para la provincia de Zamora, desde entonces han prendido en varios
lugares más, hasta en el mismísimo corazón del Parque Natural del Lago de
Sanabria; 10 focos ardían en el Cañón del Tera, diez focos que han arrasando
un lugar privilegiado, hermoso, único…y todo por alguien al que todos conocen
pero que nadie denuncia, alguien que le da igual lo que arda a su alrededor,
alguien miserable y ruin que no entiendo por qué lo hace.
Zamora se quema. 14 incendios (12 intencionados) han
arrasado y están arrasando nuestra provincia en la última semana; han prendido en San Ciprián de
Sanabria, Cañón del Tera, Fermoselle, Figueruela de Arriba, Codesal …¿Qué van a
decirles a sus vecinos? ¿Qué van a decirles a los que les conocen y les
amparan? Les han hecho perder sus tierras, sus cultivos, sus pastos, sus bosques, su
fauna, su flora…se ha perdido un medio de vida para ganaderos, agricultores,
bares, restaurantes, casas rurales, gasolineras…toda la gente que acudía a hacer
senderismo, a visitar sus bosques, a conocer sus pueblos ya no irá porque no
queda nada…¿por qué no lo denuncian? De nada vale lamentarse. De nada vale
opinar de lo malo o de lo peor…¡denunciarlo!
Los que prenden no están muy lejos.
Son personas que conocen bien la zona, que saben por donde andar de noche, en
el monte, donde hacer más daño, donde provocar más peligro, cuando prender. Son
inconscientes, lunáticos, descerebrados, gente sin escrúpulos que lo único que quieren
hacer el mayor daño posible.
¿Qué buscan la persona o personas que queman? ¿Qué? Es
verdaderamente inexplicable. Es desalentador ver hectáreas y hectáreas
abrasadas por el fuego. Una enorme biodiversidad paisajística perdida, aparte
de los perjuicios sociales y económicos que provocará, sin olvidarnos del
riesgo para poblaciones y todos los hombres y mujeres que luchan por apagar la
locura de un necio.
El que quema no quiere a su tierra, no la ama, vela muy
poco por ella. Su acción es un atentado contra la naturaleza. Un atentado
social, económico y ecológico que tardará mucho tiempo en subsanarse; el que lo
ha provocado, el que ha prendido, es un criminal sobre el que debería de caer
todo el peso de la ley, lo que sucede es que es muy difícil encontrar pruebas
para incriminarlo. Este tema me desespera, me cabrea y me enerva aparte de la
enorme impotencia de ver arder el monte.
Quiero dar las gracias a todas esas personas anónimas que
trabajan jugándose la vida por apagar unas llamas que un sinvergüenza prendió.
Gracias a esos héroes anónimos de los que, por desgracia, nunca se habla y que
merecen todo nuestro respeto y admiración porque hay que tener mucha sangre
fría para meterse en un fuego en medio del monte.
Quiero poner nombres a estas personas, personas que se
juegan la vida, personas como José Luís, Poli, Manolo, Chús y tantos otros que
lo pasan realmente mal en un incendio, que se queman las manos, las pestañas o
el alma por apagar lo que un descerebrado prendió.
Esas personas que van en helicópteros o aviones, corren
por el fuego cargados soportando enormes temperaturas, toman decisiones o caen
exhaustos después de horas y horas sin casi descansar. Esas personas son las
que apagan las llamas que devoran sin compasión todo lo que hay a su paso y que
un lunático prendió. Gracias y ánimo.
Sigue ardiendo. El monte se sigue quemando. ¿Por qué? Me
pregunta mi hija. ¿Por qué? No hay una respuesta lógica. No hay nada que
conteste a esa pregunta. Se puede hablar de diferentes causas, de diferentes
maneras de pensar pero al final no hay explicación. Qué difícil es cambiar una
mentalidad.
Qué difícil es cambiar la mentalidad del que prende. Como he dicho
en muchas ocasiones la educación ambiental es importantísima, la prevención y
la concienciación en los niños es básica porque ellos son el futuro. Eduquémosles.
Que entiendan. Que conozcan. Que respeten y que amen la naturaleza. Dependemos
de ella.