“¡Cuantos colores! Qué bonito”. Es la espontanea expresión de mi pequeña cuando vio sus primeros abejarucos y quedó maravillada por el colorido de este precioso pájaro que lleva en su cuerpo la paleta de colores de un pintor.
Es increíble la belleza de esta ave. Colores y más colores cubren su cuerpo en un dibujo digno de cualquier diseñador de prestigio. Es el ave de los mil colores.
Es increíble la belleza de esta ave. Colores y más colores cubren su cuerpo en un dibujo digno de cualquier diseñador de prestigio. Es el ave de los mil colores.
Llevaba varios días viéndolos en la misma zona así es que
me decidí a observarlos más detenidamente. Llegaron hace menos de un mes procedentes
de África para iniciar su reproducción entre nosotros. Allí estaban. Afanados
en la construcción de sus nidos. Nidos que excavan con su pico y van sacando la
tierra del túnel con un movimiento rápido de sus patas, lanzándola al exterior
formando pequeños montículos de acumulación de arena según va cayendo.
Bajaban en un vuelo acrobático para posarse en el
terraplén y comenzar a picar la pared de arena. Lo hacen de una manera muy
rápida, como un pequeño martillo percutor que va desgastando la pared. Según
pasaban los minutos el agujero se iba haciendo más profundo hasta que pasada
más de una hora ya se podían meter dentro de él.
Al día siguiente un reguero de arena se situaba en la
entrada del túnel. Un día han tardado los abejarucos en construir el túnel de
acceso a su nido. Nido que situarán al final en una pequeña cámara en la que
pondrán los huevos y criarán a sus pequeños.
En un solo día habían hecho un profundo túnel. “Normalmente
tienen entre 50 y 250 cm. con un ensanchamiento en el final que es propiamente
el nido. El diámetro es variable también no sólo en la boca sino a lo largo del
túnel y puede estimarse que no es menor de 5 cm ni mayor de 9 cm. La cantidad
de tierra o arena que extraen es por lo tanto muy variable, pero 5-8 kilos no
son raros, aunque a menudo solamente 3-4 Kg” (fuente pajaricos.es)
El trabajo es enorme para una pequeña ave que como única
herramienta tiene su pico y sus patas. Mover unos 4 kg de tierra es una ardua
tarea. Tarea en la cual se iban alternando. Es difícil distinguir al macho de
la hembra, una de las maneras de hacerlo es fijándose en los tonos más verdes
que se presentan en la espalda y en el obispillo de las hembras.
En el trabajo inicial de la construcción del nido era el
macho el que llevaba la voz cantante pero cuando ya se podía introducir parte
de su cuerpo la hembra comenzó a hacer relevos más largos a la hora de
continuar el túnel. Mientras uno estaba en el túnel trabajando el otro miembro
de la pareja se posaba fuera y esperaba a que su compañero asomara para darle
alimento en forma de abejas, escarabajos e incluso alguna mariposa que cogía y
se comía para, rápidamente, volver al túnel a escavar.
Algo que me llamó la atención, que ya había visto más
veces, pero que no había visto hacer era la construcción de pequeños agujeros
cercanos al túnel principal. Pequeños agujeros, unos más profundos que otros,
pero todos falsos que actúan como método de defensa en el caso de que una
serpiente, uno de sus principales depredadores, intente acceder al nido en el que
estarán sus pequeños indefensos. Estos pequeños falsos túneles alrededor del
nido sirven para que la serpiente vaya entrando en ellos, no encuentre nada y
desista, lo cual salvará a más de un pollo de ser capturado.
La actividad era frenética. Las parejas se afanaban
en la construcción de los nidos en un frenesí excavador que era digno de ver ya
que el abejaruco llegaba al agujero y, a una velocidad sorprendente, picaba
cual experto minero y sacaba la tierra con las patas por debajo de su cuerpo
como si le hubieran dado cuerda mientras otras parejas se obsequiaban con
regalos amorosos en cualquier posadero próximo.
En el campo cercano los abejarucos cazaban insectos en
potentes y espectaculares vuelos acrobáticos, rápidos y llenos de quiebros y
requiebros que les permitían cazar al vuelo a los rápidos insectos que se
movían entre las flores o volaban a cierta altura.
Siempre recordaré aquel capítulo de "El hombre y la Tierra" en el que hicieron un corte trasversal de un nido de abejarucos y veíamos
extasiados y admirados como los pequeños iban creciendo en aquel agujero lleno
de restos de insectos que conformaban una extraña alfombra sobre la que los
pequeños se asomaban al túnel esperando la llegada de sus padres que les
cebaban incansablemente. Cuando uno comía varias veces seguidas y ya estaba
lleno, se iba para el fondo y su lugar lo ocupaba otro que
volvía a realizar la misma operación, de tal manera que todos comían por turnos
y todos estaban alimentados.
Es una de las pocas aves que reconozco por el sonido. Vuelan tan alto y rápido que es imposible verlas (es que ya veo poco) pero se que están allí al escuchar su sonido peculiar.
ResponderEliminarMe gusta eso de como la paleta de un pintor.
Saludos José
Su sonido es inconfundible y ahora mismo están en un constante piar rápido o lento, es como su banda sonora. Gracias por el comentario y lo de "la paleta de un pintor" me hace especial ilusión. Un saludo.
ResponderEliminarUna ajetreada primavera es la que tienen por delante los coloridos Abejarucos. Y qué bien nos has relatado sus trabajosas aventuras para llevar a buen término su estancia en nuestra tierra.
ResponderEliminar¡Qué suerte tenemos de contar con ellos durante este largo periodo estival!
'Ojolince y Sra.' esperamos que les vaya muy bien.
Un saludo, José.
Es un ave preciosa. Gracias por vuestro comentario. Un saludo para los dos.
EliminarUna maravilla ver la vuelta de esta preciosa especie. Muy característica por sus colores, dieta ,ubicación y construcción del nido..., y que describes, de forma detallada y muy didáctica.
ResponderEliminarSaludos desde Donosti, José
Alfredo