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martes, 15 de mayo de 2018

Otras observaciones...

En ocasiones la naturaleza te regala observaciones inesperadas, sorprendentes, raras o curiosas por diferentes motivos. En esta entrada quiero contar algunas de estas observaciones que he tenido recientemente y que me han resultado curiosas, ya sea por el lugar en el que se han producido o por la acción en si.
La primera de ellas es por lo inusual de la acción. Sucedió a las cinco de la tarde. A pleno sol y con un calor de justicia. Me encontraba en un embalse zamorano mirando por el telescopio como un grupo de buitres leonados comían el cuerpo de un ciervo que estaba dentro del agua, solamente sobresalían las cuernas (por cierto de un buen tamaño). 
Las fotos son meramente testimoniales ya que la distancia era enorme.
Los buitres, para poder comer, tenían que meterse dentro del agua, aproximadamente medio cuerpo. Tiraban de la carne y disputaban entre ellos la presa. Al terminar de comer iban saliendo a las rocas cercanas y abrían las alas para secarse como suelen hacer los cormoranes antes de levantar el vuelo.
Mientras me encontraba observando esta escena un grupo de cinco ciervos machos a los cuales les estaban despuntando las nuevas cuernas, apareció corriendo a unos 300 metros de distancia. Venían exhaustos. Con la lengua fuera, jadeando y corriendo a toda velocidad. Venían derechos al embalse. Se lanzaron al agua y se quedaron quietos, con el agua al cuello, todos juntos. ¿Qué pasaba? ¿Por qué esa reacción?
Allí estaban. Juntos. Sin moverse. Mirando hacia la orilla. Solamente asomaba del agua sus cabezas inmóviles que no quitaban ojo a lo que hubiera en la orilla. Fui incapaz de saber el porqué de su comportamiento. La suposición más lógica es que estaban siendo hostigados por algún depredador, seguramente algún lobo que hubiera por la zona pero, nunca lo sabré.
Foto testimonial del momento en el que comienzan a salir del agua.
He visto más veces a los ciervos lanzarse al río o al embalse huyendo de los lobos. Si es el embalse, lo más normal, es que lo crucen y sigan nadando hasta la otra punta mientras, los lobos, quedan en la orilla. Recuerdo una ocasión en la que no sucedió así, fue una excepción, ya que un grupo de ciervas se cruzó todo el embalse y, los lobos que las perseguían, hicieron lo mismo, nadar detrás de ellas hasta el otro lado y continuar allí la persecución. Lo más normal es que los lobos se queden en la orilla y no malgasten más energías. 
Agradezco enormemente a Manolo Segura, amigo, gran fotógrafo y
amante de la naturaleza su foto para ilustrar este momento.
Si, en vez de ser un embalse, es un riachuelo al que se lanzan los ciervos en su huida, sus problemas serán enormes ya que, cuando los he visto hacer esto, ha sido su final. Al tener el río poca profundidad, los lobos, se meten a por ellos.
La segunda observación es por lo inusual del lugar en el que aparecieron cinco preciosos zarapitos trinadores. Ver un zarapito trinador en Puebla de Sanabria es algo realmente extraño. Cría en el norte de Europa y Siberia. En España es común verlo en la costa donde inverna o en los pasos y es, en este paso prenupcial, en el que Hipólito Hernández “Poli”, gran amigo y amante de la naturaleza, descubrió a estos cinco zarapitos trinadores en Puebla de Sanabria donde han permanecido varios días descansando de su largo viaje que les llevará hasta tierras del norte de Europa.
Uno de esos días pude verlos y disfrutar de ellos con mi amigo Poli. Se movían tranquilos. Comiendo ante la atenta mirada de las lavanderas y los andarríos que se movían a su alrededor como pequeños seres del mundo de Liliput.
La tercera de las observaciones es la de una focha común. Así dicho no tiene nada de extraño pero esta focha llevaba un collar y no uno amarillo como es lo habitual en alguna de las fochas anilladas que podemos encontrar en las Lagunas de Villafáfila, sino uno negro, con dígitos blancos con el número 150. Algo realmente poco usual.
Avisé a José Miguel San Román biólogo del centro de visitantes de Las Lagunas de Villafáfila, amigo y anillador del grupo GIA León; rápidamente me dijo que era de Doñana. El siguiente paso fue meter sus datos en la Estación Biológica donde apareció su historial.
Había sido anillada por el grupo Zamalla, el 23 de febrero de 2016, en la Cañada de los Pájaros en Sevilla y esta era su primera observación a casi 600 km de su lugar de anillamiento, para que luego digan que las fochas vuelan poco.
Observaciones curiosas, diferentes, que no pertenecen a animales en peligro de extinción o a rarezas pero que merecen ser recordadas.

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