jueves, 20 de junio de 2019

Embalse de Ricobayo: un punto caliente.

El río Esla nace en la cordillera Cantábrica, en León, en el valle de Valdeburón. Es el río más largo de la península ibérica que no desemboca en el mar, después de 287 km se une al río Duero, siendo su afluente más importante.
Río Esla que los romanos llamaron Astura, de donde recibieron su nombre los astures, que eran los que vivían en sus orillas. En época romana los astures ocupaban Asturias, gran parte de las provincias de León y Zamora, parte del noroeste de Portugal y oeste de Orense y Lugo. 
El río Esla entra en la provincia de Zamora por el noreste, zona de Castrogonzalo, atravesándola de norte a sur hasta su desembocadura en el río Duero entre los términos de Villaseco del Pan, Moral de Sayago y Villalcampo en una zona de una enorme belleza. En su discurrir por la provincia zamorana baña fértiles tierras en los valles y forma los arribanzos (forman parte del parque Natural de los Arribes del Duero). En su curso bajo se comenzó a construir la presa de Ricobayo el 15 de mayo de 1929 finalizándose en enero de 1935.
Es este embalse de Ricobayo es en el que nos vamos a fijar ya que en determinadas zonas del mismo su fauna ha adquirido una enorme importancia, siendo actualmente un punto caliente de la fauna zamorana.
En los años cincuenta del siglo XX los grandes bandos de ánsar campestre se desplazan desde las Lagunas de Villafáfila hasta este embalse (J.I. Regueras, 1982). En el libro: “El ánsar campestre y el ánsar común en Castilla y León” de Mariano Rodríguez y Jesús Palacios se menciona que entre 1968 y 1981 este enclave es el principal y prácticamente único punto de invernada del ánsar campestre en España: “…un máximo de 6.000 ejemplares en 1968-69 hasta los 3.800 ejemplares de 1981, desapareciendo todos los posibles puntos de invernada distintos del E. de Ricobayo. A partir de 1981 encontramos un descenso uniforme, desde los 3.000 ánsares de 1982 hasta los 134 de la temporada 1989-90 y los 157 de la temporada 1990-91”. Y el resto ya lo sabemos…desapareció y, actualmente, ver alguno en la temporada es algo extraordinario.
El último mes y medio los enclaves de Puente Quintos, Fontanillas de Castro, Valclemente, Valdellope y Montamarta se han convertido en zonas importantísimas en las que se han podido observar un número muy importante y variado de aves que nos siguen sorprendiendo. Se han observado: charrancitos, charranes comunes, gaviota reidora patiamarilla, cabecinegra y sombría, garcillas cangrejeras, fumareles comunes, cariblancos y aliblancos, aguja colipinta, correlimos tridáctilo y comunes, zarapito real y trinador…y así un largo elenco de aves que podréis ver detalladas en el magnífico blog del gran ornitólogo zamorano Alfonso Rodrigo, el Pernil.
En esta entrada me quiero centrar en algunas de mis observaciones en esa zona. No he tenido la suerte de ver algunas especies que me hubiera encantado como los 4 charrancitos y los 4 fumareles aliblancos que descubrió Juanjo González. Coincidió que fui o el día antes o el día después, así es la naturaleza.
Pareja de charranes comunes posados en una vieja pared que sale del agua.
Comenzaré por los cinco charranes comunes que pude observar hace unos días. Charranes que se llevan viendo, de forma intermitente, desde hace, aproximadamente, un mes. Charranes que tiene toda la pinta que se encuentran asentados en algún punto del embalse y se mueven a lo largo del mismo. Charranes que no tienen prisa en su migración ya que seguramente no sean reproductores. Migración desde las costas ecuatoriales de áfrica, zona de invernada, hasta las zonas de cría situadas en las costas europeas. En España cría en puntos muy concretos: Delta del Ebro, La Albufera de Valencia, Las Salinas de Santa Pola y la bahía de Santander.
Charranes que pude disfrutar mientras descansaban o pescaban con unos lances espectaculares en los que se quedaban suspendidos en el aire para lanzarse empicados al agua o, simplemente, coger los peces según pasaban por la superficie del agua.
Fumarel cariblanco.
Los fumareles cariblancos son otros de los visitantes del embalse que he podido observar junto con fumareles comunes. Aves que se mueven incansables, que están muy poco tiempo en un mismo lugar. Aves de paso que se mueven en su migración prenupcial.
Los fumareles cariblancos son los fumareles que más tenemos en la península Ibérica; población española que es de las más importantes de Europa, criando en buena parte de nuestro territorio (Albufera de Valencia, marismas del Guadalquivir, Delta del Ebro…).
Pareja de pagazas piconegras.
El tercer componente de la familia de los sternidos que he podido ver en el embalse es la pagaza piconegra. Especie que este año ha fracasado en la cría en nuestra provincia dada la falta de agua en las Lagunas de Villafáfila.
Pagaza piconegra.
Dentro de las gaviotas he podido ver cuatro especies. Las más abundantes son las gaviotas reidoras que vienen a alimentarse al embalse desde la colonia de cría de la casa del parque en las Lagunas de Villafáfila.
Gaviotas reidoras entre las que se incluye la reidora blanca de la anterior entrada en el blog y alguna de las anilladas que no he podido leer en el embalse pero si en la colonia de cría. Gaviotas reidoras con anillas: N34P y N54P ambas anilladas el 30-6-2015 y las NA68 y NA54 anilladas el 3-7-2017. Todas anilladas en la propia Casa del Parque por el grupo GIA León.
Gaviota reidora con anilla N54P.
Reidoras que vuelven a su zona de nacimiento para criar. Gaviotas reidoras que tiene sus propias historias como la N34P que es su primera observación desde su anillamiento; la N54P que había visto el 21-5-2017 criando en el mismo lugar; la NA54 que pasó por el vertedero de Gomecello (Salamanca) donde el gran ornitólogo Miguel Rodríguez la vio el 2-3-2019 o la NA68 que estuvo en  Samuco (Portugal) el 13-9-2017.
Otra de las gaviotas es la gaviota cabecinegra de segundo año que lleva desde el 7 de mayo y descubrió Alfonso Rodrigo. Cabecinegra asociada a las reidoras que destaca por su fuerte pico naranja.
Gaviota cabecinegra de segundo año.
Gaviota patiamarilla de segundo año.
Un grupo de gaviotas patiamarillas está establecido en la zona. Grupo variable que va desde varias de segundo año (las que permanecen más estables) hasta un tercer año y una adulta que se han visto en contadas ocasiones. Además de alguna gaviota sombría también de segundo año que se mueve con ellas.
Gaviota patiamarilla acosando a un milano real hasta que soltó su comida.
Otro grupo que ha permanecido varios días en la misma zona son las espátulas (máximo de seis) entre las que se encontraba una anillada: GfPR/aNG. Anillada en Alemania el 3-6-2017.
Chorlito gris.
Garcilla cangrejera.
Alcaudón común.
Aguja colipinta.
Todo no son aves...una preciosa liebre.
Una aguja colipinta, correlimos comunes y tridáctilo, garcillas bueyeras, garcetas grandes, garcillas cangrejeras, chorlitos grises, somormujos lavancos, chorlitejos chicos, grandes y un patinegro, ánades azulones, garzas reales…y un largo número de especies que hacen de este enclave un punto muy importante y caliente en el último mes y medio.

miércoles, 5 de junio de 2019

La gaviota reidora blanca.

Hace unos días Juanjo González descubrió en la Casa del Parque de Las Lagunas de Villafáfila una gaviota reidora completamente blanca. Al día siguiente la pude ver en una zona del embalse de Ricobayo y saltó mi curiosidad. ¿Era leucística o tipo Brown?
La persona idónea para que me resolviera la duda era Toño Salazar. Sus conocimientos ya me habían ilustrado en otras ocasiones así es que le pregunté sin dudarlo.
Su contestación fue, como siempre, didáctica, clara y concisa: “es leucismo porque si fuera tipo Brown u otros similares el color es desvaído y se va volviendo blanco con el sol, pero suele verse algún rastro de color en algunas zonas: plumas nuevas, zonas protegidas, la hemibandera interna de las primarias…a esta no se le ve nada, así que supongo que será leucismo.”
Un ejemplo de la alteración del color tipo brown es la urraca blanca que fue la protagonista en otra entrada del blog.
Urraca con alteración del color tipo brown (tiene rastros de color en zonas).
Gaviota reidora leucística.
El leucismo es una rareza genética debida a un gen recesivo, se produce porque, aunque el ave produzca melanina (pigmento de color negro o pardo negruzco) de forma normal, el pigmento no se deposita en las células de las plumas, con lo cual quedan blancas en vez de su coloración normal. Las aves con leucismo no tienen plumas de color intermedio. Cada pluma es de su color natural o completamente blanca. En el leucismo nos encontramos con diferentes grados, con lo cual nos podemos encontrar aves con muy poco blanco o con mucho. En las siguientes imágenes podemos ver dos ejemplares de mirlo con dos grados de leucismo muy diferentes.
En todo organismo nos encontramos con genotipo y fenotipo. El genotipo es toda la información genética que tiene un organismo, es decir, los genes. Por el contrario el fenotipo son sus rasgos.
Toda la información que tiene un organismo en los genes, puede manifestarse o no manifestarse, es decir, puede verse o no verse. Por lo tanto el fenotipo será la expresión de esos genes más la influencia que pueda ejercer el medio que rodea al organismo.
Estos rasgos del fenotipo pueden ser de comportamiento (etología) o de rasgos físicos (morfología, fisiología,…). En definitiva, el genotipo son los genes del organismo y solamente se pueden apreciar estudiando el ADN y el fenotipo es la manifestación visible de esos genes que se ve mediante la observación directa de ese organismo.
En el caso de estas aves leucísticas para que sea visible (fenotipo) este color blanco en su descendencia, tiene que darse la coincidencia de que esa ave se empareje con otra que también lleve en sus genes (se muestre o no) ese gen recesivo que le provoca el leucismo.
Estas aves blancas que son bonitas y espectaculares, en la naturaleza, tienen realmente un problema, son muy visibles y cuando quieres pasar desapercibido y, por el contrario, destacas en exceso, atraes todas las miradas de un posible depredador con el aumento de probabilidades de que al que coman sea a esa ave blanca.
En el caso de esta gaviota reidora el hecho de ser blanca no le afectará mucho a la hora de destacar ya que su color natural es, en gran parte, el blanco; por el contrario no sucedería lo mismo si fuera un estornino blanco, un mirlo blanco o una urraca blanca que, por el contrario, destacarían muchísimo. Por ejemplo este estornino blanco en comparación con el negro, su color normal.
Esta gaviota reidora blanca lleva varios días por la misma zona del embalse de Ricobayo, punto muy interesante en esta seca primavera. Lugar que será el protagonista de la siguiente entrada
(Quiero agradecer enormemente a Juanjo González y Manuel Segura, dos grandes amantes de la naturaleza, prestarme sus fotografías para ilustrar esta entrada)