lunes, 28 de abril de 2014

El día de la garza imperial.

El sol ilumina la laguna y lentamente sus habitantes van despertando; azulones, somormujos, fochas, zampullines, gallinetas o rascones van desperezándose poco a poco según los rayos del sol van calentando los carrizos en los que se encuentra nuestra protagonista, la garza imperial.
Garza imperial se mantiene estática, quieta, mimética con el entorno, encaramada en los carrizos, esperando su oportunidad, esperando poder capturar alguna presa. Muy cerca de allí su compañera permanece echada, absolutamente inmóvil, su camuflaje es perfecto, su quietud necesaria, está incubando, calienta y protege su futura pollada. Está echada, paralela al agua, con el cuello recogido dando el mayor calor posible a sus futuros polluelos.
Mientras tanto, su compañera, no consigue ninguna presa, hoy no es su día y decide probar en otro lugar. Se levanta y muestra su precioso plumaje en ocres, marrones, grises, negros y blancos; sus patas y dedos largos que le permiten moverse con soltura entre los carrizos y la vegetación de la orilla se muestran al viento con una enorme elegancia.
Sobrevuela la laguna, busca un lugar mejor para capturar una presa, peces y ranas no le han dado ninguna oportunidad; en el agua, sus vecinos de laguna comienzan sus quehaceres cotidianos; las fochas están alteradas, pelean ferozmente por defender un territorio o a su pareja; los somormujos inician su peculiar danza de amor en la que despliegan sus mejores galas y los zampullines se sumergen en un constante frenesí mientras los rascones patrullan por la orilla o un martín pescador espera su oportunidad en un carrizo.
El azul metálico del martín pescador destaca en los carrizos.
Los somormujos están afanados en sus danzas amorosas.
Pareja de rascones buscando por la orilla.
La garza imperial sobrevuela inquieta la laguna, hoy no es buen día para cazar aquí, habrá que probar en otro lugar.
Baja hasta una pradera en la que quizás encuentre algo de comer. Paciencia. Esa es la norma. Paciencia. Ese es el método. Se mueve con movimientos lentos, exasperadamente lentos, avanza una pata, la otra, ¡a visto algo! estira el cuello, se tensa, se inclina hacia abajo, muy despacio, muy lenta pero, de repente, estira su cuello como un resorte de alta velocidad que termina en su fuerte y delgado pico que captura algo. ¿Qué ha cogido?
Levanta el cuello. Un topillo ha caído en la emboscada. Lo mueve y lo coloca para tragárselo rápidamente. Lo lanza al aire para colocarlo de cabeza y con un movimiento ágil y preciso se lo traga. Hoy no había ranas ni peces en el menú.
La mañana avanza y la garza imperial vuelve al nido. Es la hora del relevo. Su compañera debe de ir a comer. Se acerca cauta y sigilosa. Se reconocen. Se dan el relevo. Es la hora de que cambien los papeles. La garza echada se levanta y se va mientras que la recién llegada se acomoda en el nido, exactamente igual que su compañera. Hay mucho trabajo ya que dentro de unas cuatro semanas nacerán sus preciosos pollos. Hay que darles calor. No se pueden perder.
Pasada una hora la garza regresa pero no al nido, al carrizal donde pasará gran parte del día aunque de vez en cuando relevará a su compañera. Incubar la puesta es cosa de las dos. Es necesario el trabajo en equipo. El fin es lo principal. Entre un periodo de incubación en el nido y otro, permanecerá oculta, encogida, adormilada entre los carrizos, de vez en cuando estirará su cuello simulando ser una parte más del entorno.
Observa la vida a su alrededor. Un aguilucho lagunero sobrevuela la laguna, señal de peligro para una pollada de azulones que nada desesperadamente hasta el cobijo de la orilla. Mientras las fochas continúan sus batallas particulares la garza imperial pasa el tiempo en su carrizal hasta el anochecer cuando se activará nuevamente, se moverá entre hierbas y carrizos cuidadosamente.
En las próximas semanas su vida cambiará radicalmente, sus pequeños nacerán y comenzará un constante ir y venir en busca de alimento para ellos pero eso, espero poder contároslo cuando suceda.  

miércoles, 23 de abril de 2014

Aguilucho papialbo en Vezdemarbán (Zamora).

El pasado trece de abril Svend Petersen descubrió un macho de aguilucho papialbo en Vezdemarbán, provincia de Zamora. Ave que es una rareza y más para nuestra provincia y para esta parte de la península ya que si se ve alguno es el este o las Islas Baleares donde más posibilidades tiene de aparecer, por lo tanto, verlo aquí es muy, muy raro.
Todas las fotografías de esta entrada son
meramente testimoniales pero dignas del momento vivido.
Hace un par de días me acerqué a verlo con la curiosidad y la emoción de poder ver un ave que nunca había visto, de poder disfrutar de una rapaz que difícilmente podré volver a ver y os aseguro que mereció la pena.
Es una rapaz espectacular y muy hermosa. Un ave que no paró un sólo instante; que está como una "moto" y que nos ofreció una exhibición de lucha por un territorio increíble, peleándose con todos los machos de la zona ya fueran aguiluchos cenizos, pálidos e incluso milanos negros que se acercaran; persecuciones, ataques, vueltas y enganchadas formaban parte de la batalla aérea que se celebraba sobre un cielo bucólico de nubes y claros cada vez que se encontraban, batalla digna de la mejor escena de una película de guerra que a nadie dejaba indiferente.
El aguilucho papialbo se localiza en Asia y el este de Europa e inverna al sur de Asia y al sur Sahara y de ahí es de donde procederá este espectacular aguilucho que se ha desviado en su viaje hasta el este europeo y lleva con nosotros tantos días; aguilucho que aparte de pelearse con los machos no deja de reclamar incesantemente y hacer constantes vuelos nupciales con subidas a gran altura, caídas en picado, tirabuzones y vueltas para atraer a las hembras de la zona; además de capturar pequeños roedores que les lanza en vuelo para ver si le aceptan o se acerca a ellas reclamando sin cesar.
Allí coincidí con J. Alfredo Hernández, Maribel Martín, Miguel Rodríguez (y su padre) además de una pareja de Madrid y otra de Valladolid con los que pude disfrutar de esta ave singular que está atrayendo a multitud de gente de gran parte de España para visitar este enclave en el que lleva tantos días.
La tarde terminaba y el aguilucho papialbo seguía con su no parar, con su trajín incesante que aparte de la belleza innata de esta rapaz y de su rareza nos dejaba el añadido del tremendo espectáculo de vuelos, piruetas, persecuciones y picados que nos ofreció en todo momento. Toda una maravilla digna de admirarse.

jueves, 17 de abril de 2014

La ribera de los galápagos.

Las riberas de Sayago están espectaculares en estos días. El inicio de la primavera y la gran cantidad de agua han provocado una explosión de color y vida en las riberas sayaguesas y es, en una de esas riberas, donde comienza nuestro recorrido.
El sonido de las ranas era la música de fondo que tuvimos en todo nuestro paseo. Un croar constante que no cejó en ningún momento acompañándonos a mi amigo Ernesto y a mi que teníamos un objetivo principal, ver los galápagos que había en el entorno del pequeño riachuelo.
El galápago europeo comienza su actividad en primavera, siendo abril y mayo una época muy buena para verlos y allí estábamos, recorriendo la preciosa ribera que nos recibió con el encuentro casual con una garduña que huía escurridiza entre las encinas nada más percibirnos.
Pronto vimos el primer galápago y luego otro y otro, así hasta la muy buena cifra de cuarenta y uno. Galápagos esquivos y escurridizos que nos obligaban a descubrirlos de lejos y acercarnos con enorme sigilo y escondiéndonos para poder fotografiarlos ya que al menor ruido se lanzaban rápidamente al agua, a la protección del río.
El galápago europeo es de crecimiento muy lento, alcanzando la madurez sexual muy tarde, así, los machos son fértiles a los doce o trece años mientras las hembras todavía más tarde, casi a los veinte años lo cual provoca que las hembras sean, normalmente, más grandes.
Tuvimos la inmensa suerte de presenciar una cópula que comenzó con un movimiento extraño en el agua, seguido de un galápago que intentaba subir a una roca pero llevaba otro agarrado, como una lapa, a su caparazón. Se aferraba con las uñas a los bordes del caparazón de la hembra que se sumergía y salía del agua como si se estuviese ahogando, se giraban, asomaban, la hembra se agarraba a la roca y el macho no la soltaba ni un segundo; así estuvieron unos minutos hasta que se sumergieron y no volvieron a aparecer.
Tiempo después la hembra saldrá del agua, hará un agujero y pondrá alrededor de dieciocho huevos que eclosionarán en dos meses. Este proceso de puesta y el nacimiento de los pequeños galápagos es un periodo crítico en la vida de las hembras y de las crías que pueden llegar a ser predadas en más de un noventa por ciento, cifras enormes que suponen una gran perdida de ejemplares.
El galápago europeo está catalogado como "vulnerable" siendo "...el sur-oeste de Zamora y alguna zona del norte, oeste de Salamanca y el sur de Ávila donde se presentan las mejores poblaciones...El mayor número de ejemplares observados se presentan en el cuadrante suroeste de Zamora y en el cuadrante noroeste de Salamanca. Cabe destacar también un núcleo importante en al norte de Zamora y toda la franja oeste y sur de Salamanca" (Extraído del magnífico trabajo: "Distribución y estado de conservación de los galápagos autóctonos, Emys orbicularis y Mauremys leprosa en Castilla y León". De Gonzalo Alarcos, Fabio Flechoso, Miguel Lizana, Jaime Madrigal y Francisco Álvarez).
Los galápagos estaban sobre las rocas, termorregulándose al agradable sol de la mañana y en cuanto nos detectaban se lanzaban al agua para esconderse; así sucedió con uno de ellos que se lanzó y comenzó a bucear.
Se movía elegantemente, ágilmente se desplazaba bajo el agua en busca de un cobijo, de un lugar en el que ocultarse. Sus patas se movían con fuerza como remos submarinos que le llevaban hacia la protección de las plantas que flotaban en la superficie.
Las poblaciones de galápagos van disminuyendo poco a poco. Los científicos exponen diversas razones de esta decadencia. Entre ellas destacan la destrucción de su hábitat, la introducción de especies exóticas y la fragmentación de sus poblaciones.
Con respecto a la introducción de especies exóticas hay que tener sentido común y saber que está prohibido soltar tortugas alóctonas, es decir, de fuera de la península Ibérica, como son las tortugas de Florida, tanto de orejas amarillas como de orejas rojas, que se han convertido en un verdadero problema en determinadas zonas de nuestro país por las sueltas de estos animales por parte de personas que se han cansado de ellas y las han llevado a un río, charca o lago.
Estas tortugas de Florida son especies invasoras y muy dañinas ya que se adaptan rápidamente y desplazan a los galápagos autóctonos, el europeo y el leproso, al compartir alimento, territorio y zonas de cría. 
Cuando estás a gusto y disfrutas, el tiempo pasa volando, la mañana se terminaba; teníamos que volver, había sido una gran mañana en un entorno precioso en el que habíamos estado en el territorio de los galápagos europeos, en una de las pocas zonas que van quedando con una excelente población de estos hermosos animales.

sábado, 12 de abril de 2014

Pato colorado, cerceta carretona y más en Coreses.

Muy cerca de Zamora se encuentra el pueblo de Coreses, al cual pertenecen una serie de graveras situadas en la rica vega del Río Duero. A estas graveras acudo de vez en cuando y, casi siempre, hay algo interesante. Hace unos días Alfonso Rodrigo descubrió un macho y dos hembras de pato colorado y al día siguiente Alfredo Hernández y Maribel Martín un macho de cerceta carretona, así es que la visita era imprescindible.
El primero que pude disfrutar fue el macho de cerceta carretona que iba junto a unos ánades friso de los que no se separaba ni un momento. Donde iban los frisos iba él. Es un ave espectacular, con un hermoso plumaje que pude observar a placer tanto en el agua como en vuelo.
Este macho no paraba de levantar y agachar la cabeza, estirando el cuello para arriba y para abajo, irguiéndose, sacudiendo las alas; desplegaba toda su belleza, ojalá hubiera alguna hembra por la zona.
Los patos colorados tardé más en verlos. Encontré al macho y a una sola de las hembras a la cual no paraba de hacerle monerías, quién sabe, a lo mejor crían aquí.
Los patos colorados son muy raros en la provincia de Zamora. Nunca había visto ninguno aquí pero este año es el tercero que veo ya que, en Villafáfila, hay un precioso macho descubierto por José Luis Álvarez, que lleva varios meses, y esta pareja que se encuentra en las graveras de Coreses.
Pato colorado el pasado noviembre en Villafáfila.
Las graveras están llenas de agua y por lo tanto de vida. Los somormujos lavancos están muy atareados con su baile nupcial y las fochas comunes no paran de marcar sus posesiones con feroces luchas como si fueran expertas karatekas.
El encuentro con la garza imperial merece tener una entrada propia ya que
pude observar como cazaba un topillo.
Garzas imperiales y reales, gallinetas, azulones o patos cuchara se mueven por las lagunas en una primavera que está reventando por momentos. Milanos negros, busardos ratoneros o aguiluchos laguneros patrullan las lagunas en busca de una posible presa y zampullines chicos se afanan por ocultarse bajo el agua mientras las primeras polladas de azulones se ocultan entre los carrizos.
Pareja de rascones europeos.
Otros de los habitantes de las graveras son los rascones. Son difíciles de ver ya que se mueven entre los carrizos como pequeños fantasmas de pico rojizo, largos dedos y finas patas que pasan entre los carrizos sin ser vistos.
Martín pescador, cigüeñuela, andarríos chico, carricero tordal o chorlitejo chico son otros de los habitantes que pude disfrutar, además de tarabilla, mirlo, cuco, abejaruco, alcaudón común o gorriones morunos. Estos son algunos de los habitantes que pude observar pero hay más y en el magnífico blog de Alfonso Rodrigo podéis descubrir algunos otros.
La vida se mueve. La vida explota entorno al agua. La primavera se presenta extraordinaria aunque espero que, para los alérgicos, nos de un poco de tregua.