domingo, 24 de noviembre de 2019

Cormoranes y gaviotas.

El río Duero a su paso por Zamora, como he comentado en muchas ocasiones, es un hervidero de vida. Acoge una enorme biodiversidad que sorprende a todo aquel que se acerca a sus orillas, aunque, muchos de los que se acercan no son capaces de ver lo que tienen ante sí; ¿el por qué? Seguramente porque nadie les ha enseñado a mirar o porque no demuestran ningún interés en nuestro río y sus habitantes.
En las últimas semanas cormoranes y gaviotas reidoras conforman una curiosa asociación, más que asociación, diría que las gaviotas reidoras, como buenas gaviotas, aprovechan la coyuntura para sacar provecho de una situación especial.
Un enorme grupo de cormoranes, entre 150 y 350 (depende de los días), utilizan un método de pesca en el que el gran grupo se va moviendo a la vez para ir asustando a los peces y llevarlos hacia la orilla o hacia una zuda. Peces que se ven acorralados e intentan escapar pero, los cormoranes, solamente les dejan la salida hacia la orilla o al muro de la zuda. Momento en el que aprovechan para sumergirse y capturarlos. Con este movimiento van recorriendo un buen tramo del río, siempre río abajo.  Recorrido un tramo vuelan aguas arriba para iniciar nuevamente la misma maniobra.
Mientras los cormoranes van pescando las gaviotas reidoras se desplazan con ellos esperando una oportunidad en la que puedan capturar algún pez. Al igual que alguna gaviota sombría que no perderá ocasión.
“¿Gaviotas aquí? ¿Pero no son de mar?” Estas son las frases más típicas cuando vas por el río Duero y alguien se da cuenta que en el agua o en la zuda del río hay un grupo de gaviotas o cuando les cuentas que en el río o en el embalse o en el vertedero has visto un grupo. Pues sí. En el interior también hay gaviotas.
Gaviotas que se empiezan a concentrar el río, a mediodía, provenientes del vertedero, donde se alimentan durante toda la mañana. Llegan al río y pasan gran parte de la tarde moviéndose de la zuda, donde se acicalan, beben y descansan, al agua, donde se lavan. Casi al anochecer, se levantan y marchan río arriba a pasar la noche en su dormidero; dormidero que no he sido capaz de localizar.
El primer día que apareció el grupo de gaviotas reidoras, la primera reidora que vi (con el telescopio) coincidió que estaba anillada. Anillada el 22-6-2019 en Polonia y esta era su primera observación desde su anillamiento.
Otra de las aves que se intenta aprovechar la manera de pescar de los cormoranes son las garzas reales;  algunas permanecen en las orillas esperando tener una oportunidad ante tal cantidad de peces que se ven empujados hacia allí, hacia donde ellas se encuentran.
No son las únicas ya que un pequeño grupo de somormujos lavancos lleva también varias semanas en el mismo tramo del río y, cuando aparecen los cormoranes, se acercan hasta ellos para ver si pueden pescar algo.
Pero el río Duero tiene muchos más habitantes en ese tramo: gallinetas, azulones, andarríos chico, palomas domésticas, cigüeñas blancas o garcillas bueyeras también se mueven por la zuda en busca de alimento o descanso incluso un, correlimos común, algo muy inusual, apareció uno de los días en mitad de la zuda. Tan inusual como un pequeño grupo de golondrinas, unas 10-12 ejemplares, que parece reticente a marchar a sus cuarteles de invierno y siguen en nuestro río, en nuestra ciudad.
Los cormoranes siguen pescando y descansando durante todo el día hasta que llega el anochecer y se dirigirán a su dormidero río abajo. Dormidero en que se congregan más de 500 ejemplares: 583 ejemplares contó un gran conocedor y amante del río como es J. Alfredo Hernández hace unos días (no dudéis de visitar su magnífico blog pinchando aquí ).
Río lleno de vida. Río que acompaña a la ciudad. Río que deberíamos poner en valor porque es un enorme privilegio y satisfacción pasear por sus orillas y descubrir su vida.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Un año mas...Villafáfila seca.

Seca. Villafáfila está seca. Por desgracia, en los últimos años, es la misma historia, es la tónica. No hay agua. No ha llovido y en una época tan importante para las aves migratorias como es esta nos encontramos que vienen a pasar el invierno y no encuentran agua, con lo cual, no se quedan, se quedan muy poco tiempo o se quedan en números irrisorios.
Laguna Grande desde Otero de Sariegos.
Otra imagen de la Laguna Grande completamente seca.
Aún con esta situación se ve una gran variedad de aves pero en números muy bajos. El ejemplo más característico y sangrante son los ánsares. Actualmente habrá entre 300-400 ejemplares que conforman un pequeño grupo que se mueve entre los charcos de agua y las zonas de alimentación.
Este número contrasta con los 1.200 que había el año pasado (2018) por estas fechas y los 4.000 que había en el censo realizado por la reserva el 15 de noviembre de hace sólo tres años (2016). De 4.000 a 300-400 en tres años, en la misma fecha. Sin palabras.
Aparte de la bajada espectacular de la llegada de ánsares a España en general y Villafáfila en particular (ver Últimos coletazos de la invernada de ánsar común en Villafáfila), este año se añade que no hay agua y, sin agua, si vienen pocos desde Europa, aquí se quedarán menos todavía. Los pocos que llegan se irán a donde hay agua y la zona más cercana es La Nava y Campos (Palencia) que con su llenado artificial supone una zona de agua asegurada a la que, actualmente, han llegado unos 3.300 ánsares (en el censo del 8 de noviembre había 3.090 ejemplares).
Ánsar con collar ZU2.
En este pequeño grupo tenemos dos ánsares comunes con collar azul. Ambos anillados en Noruega por Arne Follestad. El ZU2 anillado el 5 de julio de 2018 al norte de Noruega y que ha sido visto por primera vez, desde su anillamiento, aquí en Villafáfila. (Del otro collar hablaré cuando tenga datos).
Todo el grupo de ánsares se encontraba en la zona de La Rasa junto con azulones, silbones, cercetas comunes, patos cuchara, un solitario ánade rabudo, avefrías, combatientes y tres preciosos archibebes oscuros además de un buen grupo de otro de los atractivos de Villafáfila en esta época: las grullas.
Este año han llegado mucho más tarde que otros. Hasta que no ha cambiado el clima en el centro de Europa no se han desplazado hasta aquí. También hay menos: entre 400-500 actualmente.
Grullas elegantes, chillonas y de movimientos gráciles. Grullas que viajan en familias. Familias en las que los padres enseñan a los pollos del año el recorrido de ida y vuelta desde su lugar de cría hasta el de invernada, así como los lugares de descanso y de alimentación. Pollos que deben de memorizarlo y recordarlo porque al año siguiente no tendrán la guía de sus padres.
El último ejemplar de esta imagen es un pollo del año.
Se ve claramente la diferencia con los adultos.
Perdices, estorninos, avefrías y pequeños bandos de avutardas se ven salpicando el seco amarillo de las hierbas mientras, un aguilucho pálido planea delante de ellas o un lagunero patrulla el terreno en busca de alimento a la vez que unos conejos se refugian en sus madrigueras asustados por el vuelo de un cernícalo vulgar, milano real o un busardo ratonero.
Aguilucho pálido sobrevolando a un grupo de avutardas.
Las grandes grullas descansan junto al charco entremezcladas con los ánsares que entran y salen del agua. Se pueden distinguir perfectamente las familias, los adultos y el pollo o los pollos que van con ellos, así como las que no tienen ningún pollo a su cargo.
150.000 grullas invernan en España, de las cuales más de la mitad se concentra en las dehesas extremeñas donde encuentran una fuente de alimento fácil y nutritiva, la bellota. El resto lo hace entre Andalucía, Castilla la Mancha y Aragón pero, un porcentaje muy bajo, se queda en las lagunas de Villafáfila. La mayoría de estas grullas provienen de Alemania, Suecia o Noruega y, en un porcentaje muy bajo, de Polonia, Finlandia, oeste de Rusia o países bálticos.
Gaviota cana de primer invierno en el centro, detrás de una gaviota reidora.
En la zona de la balsa una gaviota cana aterrizó en el lodazal. Gaviota cana descubierta por Cristian Osorio, Gary Losada, Juanjo González y Miguel Ángel Matellanes el pasado día 9 de noviembre.
Laguna Grande desde la balsa.
Gaviota cana de primer invierno en compañía de varias gaviotas reidoras que se movían en una finísima capa de agua que más bien era barro junto con tarros blancos, ánades reales y silbones, combatientes, cercetas comunes, avefrías, correlimos comunes, un solitario correlimos menudo, tres avocetas, 26 chorlitos dorados, chorlitejos grandes además de un lejano y solitario zarapito real que contemplaba todo el movimiento tranquilo y reclamando.
Seca. Villafáfila está seca. El agua es vida y como no llegue pronto la invernada será un verdadero desastre.

jueves, 7 de noviembre de 2019

De paseo por la playa de Doñana.

Pasear por la playa de Doñana es una delicia para los sentidos. El sonido del mar. La suavidad de la arena. La brisa. El color azul. Verde. Blanco. Las dunas. La ausencia de construcciones desde el final de Matalascañas. Playa virgen de más de treinta kilómetros que es única en Europa. Playa que de no estar protegida sería un hervidero de construcciones hasta la misma orilla como ha sucedido en kilómetros y kilómetros de nuestras costas. Playa solitaria en esta época y por la que caminar es una verdadera maravilla.
Playa llena de vida. Playa en la que sus habitantes pasean, descansan o se alimentan. Habitantes como los correlimos tridáctilos que caminan como si llevaran prisa constantemente, sin parar un momento, pequeños correlimos blancos que parece que les hubieran dado cuerda y patrullan constantemente la playa persiguiendo o escapando de las olas en busca de alimento.
Correlimos tridáctilo.
Pequeños correlimos que llegan de sus territorios de cría en el Ártico para pasar el invierno en nuestras costas. Correlimos que pasan junto a las gaviotas que descansan tranquilamente. Gaviotas como las de Audouin. Preciosas gaviotas que se han ido recuperando lentamente de una situación alarmante en los años sesenta del s.XX; siendo, actualmente, la población española la más importante a nivel mundial.
Gaviota de Audouin.
Gaviota de Audouin de primer invierno y adulta.
Preciosa y estilizada gaviota de patas verde oliva, pico rojizo, negro y amarillo que alcanza el plumaje de adulto a los cuatro años de edad. Gaviota que he podido disfrutar con diferentes edades e incluso varios ejemplares anillados de los que pude leer uno con anilla blanca y dígitos negros: CC4L que fue anillado en el Delta del Ebro el 16-6-2017 siendo esta su primera observación.
Gaviota de Audouin anillada.
Gaviotas sombrías y patiamarilla.
Gaviota cabecinegra entre charranes patinegros.
Junto a las gaviotas de Aundouin gaviotas sombrías, patiamarillas y una solitaria gaviota cabecinegra jalonaban la playa en pequeños grupos que descansaban o buscaban comida. Entre ellas pude leer dos gaviotas sombrías anilladas.
La J961U que venía desde la lejana Noruega, habiendo recorrido unos 3.000 km y había sido anillada el 12-7-2019. También la 5EF proveniente de Gran Bretaña. (Sin datos hasta ahora)
Según avanzas por la playa te invade una enorme tranquilidad. Muy poca gente pasea por la larga playa y nadie, absolutamente nadie, se para a observar o fotografiar las aves que van salpicándola e incluso te miran de forma extraña como preguntándose: “¿qué hace este?” o tienen “tan bien educado al perro” que hacen que te espante todas las aves que estabas fotografiando, vamos lo que se llama educación y respeto.
Según avanzaba por la fina arena los charranes patinegros patrullaban la orilla lanzando impresionantes picados cual flechas que atravesaban el agua a una gran velocidad mientras otros grupos descansaban entremezclados con las gaviotas.
Charranes patinegros y gaviotas de Audouin.
Charranes patinegros.
Charranes patinegros elegantes y distinguidos que algunos de ellos pareciera que tuvieran tupés despeinados y extravagantes. Charranes mucho más nerviosos que las gaviotas y que se espantaban con cierta facilidad; entre ellos pude leer uno con la anilla M9C anillado en las Marismas de Odiel, muy cerca de donde me encontraba.
Ostrero.
Otro de los habitantes de la playa es el ostrero. Precioso y desconfiado limícola que es un verdadero especialista a la hora de alimentarse. Me recordó al precioso corto de Pixar sobre un correlimos que aprende a buscar almejas en la playa. Almejas que encuentra con enorme facilidad, almejas enterradas que localiza, imagino que como en el corto, por las burbujas de aire al bajar la ola.
Ostrero.
Ostreros que sacaban las almejas y las abrían con una facilidad enorme metiendo la punta del pico y abriéndolas haciendo una especie de palanca para sacar la almeja del interior. Ostreros que se levantaban ante la mínima desconfianza.
Chorlitejos patinegros.
Los chorlitejos patinegros, declarada ave del año 2019 por SEO/BirdLife, se movían nerviosos e inquietos en gran número a lo largo de la playa. Playa que conocen bien pues crían en las proximidades. 
Playa de belleza desbordante y tranquilidad infinita a la que asoman por encima de las dunas elegantes ciervos que sorprende verlos a la orilla del mar.
Ciervos más pequeños que los que estamos acostumbrados a ver en nuestra provincia. Ciervos adaptados al clima y terreno que observan como un grupo de cormoranes vuela velozmente a ras del agua.
Esta es la playa del Parque Nacional de Doñana. Playa virgen. Playa imponente y hermosa que nos muestra como debía de ser la costa de nuestro país antes de que el crecimiento desbordado y enloquecido se las comiera salvajemente.
Conservemos este entorno inmaculado de todos aquellos que todavía no ven ante sus ojos la maravilla que tiene ante sí, que son incapaces de entender su importancia y majestuosidad.