sábado, 29 de octubre de 2011

“Viejo”.

Hace unos años vi un documental sobre el lobo ibérico titulado Las Montañas del lobo. Desde los capítulos de El Hombre y la Tierra no me había gustado tanto un documental sobre los lobos; lo busqué y lo conseguí. De vez en cuando lo veo y disfruto con sus magníficas imágenes, fotografía y su excelente montaje. Su director Joaquín Rodríguez Acha es uno de los directores de cine sobre naturaleza más prestigiosos del mundo.
Este fin de semana nos hemos acercado hasta Cañada Real, un modesto centro situado cerca del Escorial que, como ellos dicen, su idea básica es: “La presencia de especies salvajes protegidas o en peligro, en un parque zoológico o Centro de Naturaleza como es Cañada Real, permite, y es obligatorio por ley, el que “sirvan”, o cumplan un papel dentro del marco de la conservación de especies salvajes que viven en libertad, ayudando o sirviendo de cauce y vía para mejorar la situación de los ejemplares que podemos contemplar en libertad, aportando mejoras o soluciones para que las poblaciones de estas especies sean viables y sigamos disfrutando de ellas”.
Lobo macho adulto.
Sin entrar en disquisiciones de si los animales podrían estar mejor o peor en otro tipo de recintos, los lobos me impresionaron. No estaban en la naturaleza pero me impresionaron, sobre todo uno, un viejo lobo de 12 años que vimos apartado, tumbado, herido y humillado por la manada. Era Viejo, el lobo que guía al joven Lobo en el documental Las Montañas del Lobo.
Verlo herido y apartado me hizo pensar en lo duro que debe de ser para un lobo verse relegado al último escalafón de la manada. Siempre se habla de manadas y lobos alfa; pero nunca se habla de los lobos perdedores, los que se ven apartados de la manada ya sea por ser jóvenes, por viejos o por depuestos como líderes; y el documental lo hace.
Joven hembra alfa dominando a un macho mayor que ella.
Hace muchos años, muy cerca del pueblo de Villardeciervos, rondaba un lobo viejo, muy viejo decían los de la zona, que se acercaba demasiado al pueblo, a las basuras, no podía cazar bien y estaba en el final de su vida. Una noche lo vi. Lo hice desde la ventana del centro medioambiental al que había acudido con mis alumnos. Se acercó por la parte de atrás cruzando lentamente por el camino que se dirigía al pueblo. Nunca bajaría si no estuviera hambriento, muy hambriento. Meses después se dijo que lo habían matado de un tiro. A nadie le extrañó.
Los lobos de Cañada Real han participado en anuncios, películas y documentales.
Nunca había vuelto a ver un lobo tan viejo, hasta el sábado que vi a Viejo. En libertad un lobo raramente pasa de los 8 años, en cautividad pueden vivir alrededor de 14. La mirada de viejo era triste, cansada. Su cuidadora lo llamaba por su verdadero nombre para darle de comer mientras en la otra parte del recinto otro cuidador alimentaba al resto de la manada en la que primaba la jerarquía. No podía comer con ellos, no le dejarían. Viejo comió rápidamente y volvió a la cama que tenía apartada contra la valla en un extremo del recinto. Al cabo de un rato el macho alfa, que es su hermano, se tumbó muy cerca de él, quizás como señal de respeto o un resquicio de cariño hacia alguien que había compartido tantos años junto a él, aunque no lo creo, seguía marcando su dominio. 
Hembra que era uno de los cachorros que aparecían en la película "Entre Lobos".
Os recomiendo que veáis el documental, si lo podéis conseguir, hacedlo, si no, pinchad AQUÍ y lo podréis ver. No os defraudará.
(Todas las fotografías están tomadas en el centro Cañada Real. No subo ninguna fotografía de Viejo porque me parece de mal gusto hacerlo dado su aspecto herido) 

jueves, 27 de octubre de 2011

Carroñeros. Orden de llegada.

Los carroñeros han tenido muy mala fama y siempre se les ha asociado con la muerte, con un animal que vive de la desgracia ajena. Pero su función de aspiradoras del campo es fundamental ya que eliminan de posibles focos de infección nuestros bosques y campos.
Uno de los días que estuvimos viendo la berrea también pudimos contemplar varios buitres y ahí pensé en hacer esta entrada. Una entrada que intentará explicara el orden de llegada de los carroñeros a una carroña.
En nuestro país tenemos cuatro buitres: negro, leonado, quebrantahuesos y alimoche. Los cuatro viven principalmente de las carroñas; la evolución les ha ido confiriendo una serie de características especiales para que todos se alimenten de una misma carroña sin solaparse, son complementarios.
Varios cuervos con tres buitres leonados y uno negro
Cuando aparece una carroña en el campo los primeros en llegar son los córvidos (urracas, cuervos,…). Solamente pueden comer las partes blandas del animal (lengua, ojos,…). Como buenos córvidos no pararán de moverse de una lado a otro, alrededor y sobre el cuerpo del animal muerto. Al incidir los rayos del sol sobre sus plumas, se provocarán unos reflejos que actuarán como verdaderos llamadores para los buitres, ya que esos reflejos los observan desde la altura.
Los siguientes en llegar son los buitres negros, el ave más grande de España (pueden tener hasta 3 m de envergadura). Se dan prisa en llegar ya que prefieren comer sin ser molestados o agobiados por los buitres leonados. Con su fuerte pico abren el cuerpo y solamente comen a nivel superficial (músculos,…); si comieran piel o pelos lo devolverían en forma de egagrópilas (una especie de bolas). Los buitres negros también se pueden alimentar, es mucho más raro, cazando crías de conejos o pequeños roedores.
Mientras tanto, los buitres leonados, comienzan a comunicarse, de unos a otros, que uno de ellos ha encontrado comida, y lo hacen de una manera muy curiosa.
Los buitres leonados viven en grandes comunidades que todas las mañanas, aprovechando las térmicas (aire caliente) salen a explorar el monte. Lo hacen subiendo lentamente y, casi sin esfuerzo, se dejan llevar por el aire caliente hasta gran altura, extendiéndose de tal manera que cada buitre patrullará una zona, lo cual les permite colaborar en busca de comida abarcando una enorme extensión de terreno. Desde esa gran altura buscan el movimiento de los córvidos sobre la carroña, ven los reflejos, y rápidamente hacen un vuelo característico que indicará a su compañero de la izquierda y su compañero de la derecha que allí hay comida. Esos buitres harán lo mismo y se dirigirán hacia la carroña, de tal manera que en muy poco tiempo se lo han ido comunicando unos a otros, juntándose un gran número de buitres leonados cerca del animal muerto.
Esperarán a que el buitre negro abra el cuerpo, ya que ellos no pueden hacerlo, sus picos no son tan fuertes; si en la zona no hubiera buitres negros deberían de esperar a que un mamífero (zorro, lobo e incluso jabalí) hiciera ese trabajo.
Buitres leonados y uno negro comiendo una carroña. 
Cuando el zorro, lobo, jabalí o buitre negro han terminado de comer, los hasta 300 buitres leonados que están esperando su turno, se lanzan a la carroña, pero lo hacen de una manera organizada, comen por orden jerárquico, de mayor a menor importancia. Comerán las partes internas del animal, las vísceras, dejando los huesos pelados. Si por la zona hubiera alimoches comerían tras los buitres leonados o, si pueden, restos de lo que se les va cayendo, si no comerán  lo que les quede de la carne pegada a los huesos.
Los buitres leonados tienen el cuello pelado como medida de higiene ya que si tuvieran plumas, al introducirse dentro del cuerpo, se les quedarían pegadas bacterias provocando infecciones. Por el contrario el buitre negro solamente tiene pelada la cabeza al comer partes externas y no meter todo el cuello en el animal muerto, al igual que el alimoche que tiene pelada la cara. 
Alimoche entre los buitres esperando su turno.
Al hablar del alimoche siempre recuerdo uno en especial, se llamaba Gaspar y aparecia en un capítulo de El Hombre y la Tierra. En él se veía cómo rompía huevos de avestruz, otra forma de alimentarse. Así lo hacen los alimoches, rompen huevos de dos maneras diferentes, tirándolos contra piedras o cogiendo piedras y tirándolas contra el huevo, es decir, utilizan herramientas para su beneficio, es el único caso en las aves. Lo hace en función del tamaño del huevo. Si está en África y coge un huevo de avestruz le lanzará piedras. Si es un huevo pequeño lanzará este sobre las piedras. (Si pincháis AQUÍ lo veréis. No es Gaspar, está en inglés, pero se ve como lo hace).
Al terminar los buitres leonados y alimoches aparecería, en las zonas que hubiera, el quebrantahuestos (especie en grave peligro de extinción en España), que como su nombre indica, se alimenta de los huesos que quedan tras la comilona de sus primos. Lo hace cogiéndolos y tras elevarse volando a cierta altura; los lanza para que se rompan contra las piedras y así comerlos (si pincháis AQUÍ lo veréis en este reportaje de la televisión mejicana).
De estos cuatro buitres: negro, leonado, quebrantahuesos y alimoche, el único que emigra es este último. Lo hace a África en un largo viaje que podéis seguir pinchando AQUÍ.
Esta es la función de los carroñeros, limpiar el bosque, y os aseguro que presenciar a cientos de buitres comiendo una carroña no deja a nadie indiferente.
(Agradezco enormemente a Poli prestarme sus fotografías para esta entrada)

domingo, 23 de octubre de 2011

Incendios. ¿Cuándo cambiará la mentalidad?
Todos los meses salimos a hacer una ruta de todo el día por la provincia. En la última, pasamos por los restos de un incendio forestal que había ocurrido la semana anterior. Al llegar al pueblo del fin de la ruta (no diré el pueblo porque por desgracia muchos habitantes, sea el pueblo que sea, piensan igual) nos encontramos con tres mujeres que tomaban el sol sentadas en unos poyos a la puerta de una casa. Surgió la conversación del incendio y, textualmente, una de ellas nos dijo: “Más tenía que haberse quemao”. La frase me hirió hasta lo más profundo. ¿Cómo es posible que pensaran así?
Al llegar al bar (típico bar-tienda-comercio-ferretería-agropecuaria, en el que todavía quedaba una Kelvinator como contenedor de las bebidas y en el cual te podían vender desde puntas hasta zapatos, pasando por comida), un hombre que se encontraba a la puerta y que también nos preguntó por el incendio, nos dijo: “La pena es que lo apagaran. Tenía que haber llegado hasta la carretera. Bueno, un día de estos lo hará”. Mi perplejidad era absoluta, seguían pensando que quemar era bueno, que era beneficioso… no entiendo para quién, ni para que; además, lo decían convencidos.
Es terrible la ignorancia de muchas de estas personas. El escritor francés François de la Rochefoucauld, decía que hay tres clases de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse. Estas personas cumplen las tres clases de ignorancia, porque no quieren abrir los ojos o porque nadie les ha enseñado a que los abran.
Primero: “no saber lo que debiera saberse”. Lo que no saben es que los incendios son perjudiciales, que destruyen la capa fértil de la tierra y que provocan sequía y desertización, además de la destrucción de la flora y la fauna, y el riesgo de las vidas de los que intentan apagarlos.
Segundo: “saber mal lo que se sabe”. Creen que quemando se fertiliza el suelo y salen los pastos más frescos al año siguiente, o se cultiva mejor y además se limpia el bosque. Si se quema, el pasto saldrá fresco al año siguiente, pero al cabo de 4 ó 5 años ya no habrá pasto ni cultivo, el suelo se morirá porque la capa fértil ha sido arrastrada. Un bosque limpio no es el que no tenga arbustos, el sotobosque no es basura, es una parte importantísima del bosque, con una función ecológica de gran trascendencia.
Tercero: saber lo que no debiera saberse”. Es decir, saben todo lo que es perjudicial, pero por desgracia tienen tan inculcado en la mente que lo que hacen está bien, que a su edad es dificilísimo cambiarles la manera de pensar, por eso es tan importante la educación ambiental, de prevención y concienciación en los niños, porque son ellos los que deben de cambiar la manera de actuar.
Nunca hay que generalizar, pero tampoco hay que excluir a todo el colectivo. No hay que decir “todos los ganaderos son incendiarios”, sería mentira, pero tampoco hay que decir, “los ganaderos no queman el bosque”, pues también sería mentira, ya que alguno sí lo hace (lo de ganaderos es un ejemplo).
En lo que va de año, en España se han quemado 51.000 hectáreas, lo mismo que se quemó en todo el año 2010. Está claro que un elevado tanto por ciento de los incendios son provocados y además sus causantes, que son criminales, son encubiertos por los habitantes de nuestros pueblos que, en muchas ocasiones, saben quienes son y no dicen nada.
Creo que la primera causa de los incendios es la mentalidad, ya que si se pensara de otra forma, si el bosque les trajera beneficios directos, seguramente, no se quemaría. Hay zonas de España en las que no hay incendios desde hace más de cien años. Porque ven el bosque como un recurso, les da dinero, con lo cual lo cuidarán y no lo quemarán y así no aparecerán personas con ciertos intereses de utilizar la madera quemada, de nuevos pastos, de terreno más despejado para la caza, de más espacios para tierras de cultivo o recalificadores sin escrúpulos, ni cabeza, que buscan beneficios económicos, o los que por tradición tienen quemar o simplemente los que buscan el placer de ver quemarse un recurso que es de todos y a todos nos hace falta, mal le pese a los descerebrados que prenden nuestros bosques.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Setas a precio de oro.
Me gusta salir al campo, recoger en una cesta las setas que vaya encontrando y volverme a casa con ese exquisito botín para cocinarlas y después comerlas. Me pica la curiosidad de las que no conozco y, tras haberles hecho las fotos necesarias para poder identificarlas, las busco en guías. Todo esto se va a terminar, por lo menos para mi y otros tantos como yo que nos gusta salir una mañana o una tarde a un bosque, jaral, pinar o perdido a recoger setas.
Cogiendo los primeros y creo que únicos boletus de la temporada.
dado el otoño tan veraniego que estamos teniendo.
Este año entra en vigor la regulación, en Zamora, de la recogida de setas. Se está haciendo a través del proyecto Myas RC, financiado por la Junta de Castilla y León y la Diputación Provincial, al cual se han añadido una serie de ayuntamientos de nuestra provincia, el resto hará sus propias normas y regulación. Con lo cual me referiré a las unidades de gestión adscritas a dicho proyecto, el resto de ayuntamientos espero que lo hagan mejor.
Estoy completamente de acuerdo en que el sector debe de estar regulado y ordenado ya que son muchos los problemas surgidos: recogida excesiva, destrucción del micelio, enfrentamientos, basura,...; pero creo que debe de hacerse de una forma racional y lo que aquí se está haciendo no tiene ningún sentido; bueno sí, solamente se favorece al recolector local-profesional-comercial (cuando digo profesional es que las cogen para venderlas), que se saca miles de euros en una temporada limpios de polvo y paja. No digo que no se le beneficie, sino que debía de hacerse contando con otros recolectores que también existimos. La ganancia conseguida es enorme ya que por ejemplo en el año 2009, gran año de setas, se estimó su recogida en Castilla y León en 900.000 kg (Fuente: Cátedra de micología de la Universidad de Valladolid); todos esos kilogramos convertidos en dinero es una cantidad muy a tener en cuenta, en tan poco tiempo, aproximadamente dos meses.

Cocinando los deliciosos boletus.
Prima el criterio comercial, se beneficia única y exclusivamente a los recolectores locales-comerciales. No entiendo porqué no se puede compatibilizar la recogida profesional con la de un aficionado. Si eres un aficionado debes de pagar cada día que salgas a coger setas. Estos son los precios impuestos en las unidades de gestión “Aliste, Tábara y Alba” y “Sanabria y Carballeda” (en estas dos unidades no están todos los ayuntamientos de las comarcas).
“Aliste, Tábara y Alba”
Periodo de validez
Modalidad de recolector
Recreativo
Comercial
Diaria
Foráneo
10 €
NO
Fin de semana
Foráneo
15 €
NO
Temporada
Local
NO
15 €
Vinculado
30 €
300 €
Foráneo
NO
700 €




“Sanabria y Carballeda”
Periodo de validez
Modalidad de recolector
Recreativo
Comercial
Diaria
Foráneo
10 €
NO
Fin de semana
(dos días)
Foráneo
15 €
NO
Temporada
Local
5 €
20 €
Vinculado
30 €
400 €
Foráneo
NO
400 €











(Local: Persona empadronada en un municipio de la Unidad de Gestión. Vinculado: Persona no empadronada en ningún municipio de la Unidad de Gestiónpero que tenga un vínculo directo con algún municipio de la Unidad. Foráneo:  Persona no empadronada en ningún municipio de la Unidad de Gestión que no cumpla lo requisitos de “vinculado”).
El precio como recolector foráneo es un abuso, es excesivo y va a generar bastantes problemas. Estoy de acuerdo que se beneficie al recolector local que recoge cientos de kilos y gana mucho dinero cada temporada, pero los demás también existimos y queremos coger alguna cesta de vez en cuando, no la queremos para vender, es para consumo propio y no comprendemos que se pretenda que las paguemos a precio de oro.
Y por último, comerlas. Todo tiene su encanto: recogerlas, cocinarlas y comerlas.
Soy miembro de la Asociación Micológica Zamora y como tal me siento decepcionado, no se nos ha tenido en cuenta para nada en la llamada mesa micológica. A los recolectores foráneos nos han considerado un cero a la izquierda, como si no existiéramos, sí existimos y quiero que se nos tenga en cuenta. ¿Por qué no se ha hecho una regulación igual para toda la provincia? ¿Por qué no se hacen permisos de recolector foráneo para toda la temporada y a precios razonables? ¿Por qué solamente se pone límite de recolección (3kg por día en “Aliste, Tábara y Alba” y 5kg en “Sanabria y Carballeda”) a los foráneos (estoy de acuerdo con que se ponga límite, pero para todos)? La contestación me niego a reconocerla, pero debo admitirla, es por dinero, simple y llanamente por dinero.

domingo, 16 de octubre de 2011

El lince ibérico II.

Nos juntamos un grupo pintoresco. Varios franceses, dos extremeños, dos madrileños, un barcelonés y nosotros; ¡ah!,  y unos ingleses que estaban a lo suyo, a unos 10 m del resto, sin acercarse nunca a nosotros. La mañana era buena y todos esperábamos ver al lince, un macho que habíamos visto en días anteriores. Las expectativas eran máximas ya que sabíamos que todos los días pasaba por esa zona dos veces, una por la mañana y otra al anochecer. Otra cosa era verlo.
Los telescopios apuntaban a una pista de tierra, a unos 180 m en línea recta, por la que el lince entraba atravesando la portilla desde el otro valle. Ese día los que nos encontrábamos allí sabíamos lo que debíamos hacer. Estar en silencio, no movernos demasiado y controlar la ladera de enfrente; si alguien lo veía daría la voz de alarma, en voz baja, por supuesto. No como dos días antes, que aquello parecía una romería de coches, gente, bullicio y un no parar y aún así, el lince pasó; con lo cual, no perdíamos detalle, ni la esperanza.
El lince se movió como un reloj, es decir, según nuestro campo de visión, apareció en el número tres y desapareció en el número ocho, siempre moviéndose de derecha a izquierda. En su recorrido me gustaría resaltar una serie de momentos significativos:
1.  Los linces son territoriales y patrullan su territorio diariamente con lo cual debía de pasar por ahí y así lo hizo. Alguien lo vio bajar por el camino y dio la voz de alarma; rápidamente los telescopios y prismáticos se dirigieron hacia el lugar señalado. Ahí estaba. Bajaba con su andar felino y tranquilo. Venía del otro lado de la montaña y atravesaba para campear por esta parte de su territorio que se solapa con el de dos hembras (el día anterior vimos una), a las cuales, seguramente, montará en tiempo de celo.
Al ser tan territoriales se les cazaba con cierta facilidad, por su piel, aunque también por recibir una recompensa. Entre 1954 y 1962 se capturaron 153 linces por parte de los alimañeros de las Juntas de Extinción de animales dañinos. 
2.  Decide abandonar la pista y bajar al valle. Lo hace por una ladera empinada que nos permite verle acechar a su presa favorita, el conejo, animal sin el cual no puede sobrevivir. Son el 80% de su dieta, el resto son perdices, patos, roedores e incluso crías de ciervos o gamos. Observamos como los acechaba marcando los tiempos. Se ralentizaba hasta quedarse completamente quieto y agazapado para, como un resorte, lanzarse a por ellos.  No consiguiendo cazar ninguno continúa hasta el fondo del valle.
 3.  Atraviesa la zona baja del valle. Cruza el río y al ser la zona más desprotegida lo hace de forma rápida y silenciosa hasta llegar al amparo de los matorrales.
El lince también se cazaba por ser un trofeo y así en los cotos privados se pagaba mucho dinero por su captura. Entre los años 1956 y 1958 se capturaron 20 linces en los grandes cotos y se presentaron como trofeo a concurso en las Exposiciones Nacionales de Caza de: 1950-14; 1960-23; 1970-28 ejemplares.
En total 238 linces matados en 17 años de forma legal en las provincias que tenían Juntas de Extinción y en los grandes cotos; casi los mismos que hay en la actualidad. A lo cual habría que añadirles los abatidos en el resto de provincias así como los cazados furtivamente, demasiada sangría.
4.   Comienza a subir la siguiente ladera y lo hace marcando cada cierto tiempo; su orín se solidifica quedando como una piedra. Se siente protegido en los matorrales y va tranquilamente. Nos fijamos en la intranquilidad de los ciervos y gamos a su paso, todos observan atentos sus movimientos y las urracas nos dan las pistas con sus chillidos de por donde anda si lo perdemos entre el matorral.
5.   Nuestro campo de visión se complicó y comenzó la emigración, al perderlo de vista, cogimos nuestros bártulos y corrimos camino arriba hasta que pudiéramos verlo en la otra ladera. Nos costó encontrarlo. Lo teníamos a unos 100 m y no lo veíamos ya que estaba echado; todo buen campeo merece un descanso, y así lo hizo. Cuando descansó un rato (una media hora) continuó su camino.
6.  Continuó subiendo por la ladera. De vez en cuando marcaba con una meada o rascaba algún árbol. El recorrido por su territorio es fundamental y marcarlo mandará una señal inequívoca a todos los animales de que están en el territorio del rey y a otro macho de andarse con cuidado ya que este territorio tiene dueño.
7.  Prosiguió subiendo por la ladera y llegó a uno de los puntos clave en la vida de todo lince, la carretera. Muchos linces mueren atropellados, sobre todo los jóvenes, pero éste se las sabía todas, ya que pudimos observar cómo llegaba un coche por el camino cuando el lince estaba a punto de cruzar, atravesó sin dificultad la valla y, para nuestra sorpresa, el lince se paró en la cuneta, se agazapó, y cuando el coche pasó, cruzó él. El hombre del coche ni se enteró.
8.  Está llegando al final del recorrido por este lado del valle. Pasada la carretera lo vimos revolcarse en una zona de arena, seguramente continuaba marcando. Pasó al otro lado de la montaña y le perdimos la pista.
Cuando desapareció por la ladera se hizo un silencio total. Nadie hablaba, la emoción salía por nuestros poros, no dábamos crédito a lo que habíamos presenciado. Dos horas y media de naturaleza pura, de observar a un animal emblemático, al felino más amenazado del mundo del cual quedan unos 280 ejemplares.
Las primeras palabras fueron de agradecimiento de unos a otros, ya que si uno lo perdía, rápidamente otro lo encontraba y lo decía, los que no tenían telescopio se les prestaba (se veía a simple vista pero por el telescopio impresionaba), era una colaboración para disfrutar de tan increíble animal.
(Los datos de animales cazados han sido tomados del trabajo realizado por Eduardo J. Corbelle Rico y Eduardo Rico Boquete titulado “La actividad de las Juntas de Extinción de animales dañinos en España, 1944-1968.Fuente: Dirección General de Montes, Caza y Pesca fluvial, Sección de caza. Juntas provinciales de extinción de animales dañinos y protección a la caza y relación estadística de alimañas capturadas y premiadas  por las Juntas, 1954-1962. Archivo de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza, Fondo Documental del Monte, sección Caza, cª 150.)

miércoles, 12 de octubre de 2011

El lince ibérico I.

A finales del verano, en una de nuestras rutas por la Sierra de la Culebra casi en Sanabria, surgió la conversación. “Me ha dicho "fulanito" que ha visto un lince en "tal" zona. ¿Crees que habrá?”. Esa es la eterna pregunta que surge, de vez en cuando, como algo cíclico.
El 11 de Febrero de este año saltaron a la prensa unas declaraciones del delegado de la Junta de Castilla y León en Zamora, afirmando que en la provincia de Zamora había algún lince: “la mejor forma de protegerlo es no hablar de él. Es una especie protegida de alto valor, que se encuentra en un lugar concreto de la provincia”; "porque cuantas menos personas intenten ir a verlo, mejor será para su conservación”.
Surgió la polémica. Que si hay, que si no hay, que si han visto en no sé dónde, que si fulanito lo vio. Los siguientes días fueron un sin fin de artículos en los que hablaron desde agentes de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de La Culebra, hasta la consejera de Medio Ambiente y el director general del Medio Natural; lo cierto es que no hay ni una sola fotografía, huella o excremento y hasta que algo así no se pueda comprobar, no hay.

Territorio del lince en Andujar

El Aguila Imperial y Real conviven con el lince en su territorio.

La verdad es que es una lástima que tan bello animal desapareciera de nuestra provincia en los años 90. Dos hechos marcaron el declive y extinción del lince en Zamora. La disminución de los conejos y la reforestación en los años 70. El lince en Zamora, igual que en gran parte de España, se dejó morir, no se hizo nada por su conservación, ni siquiera se intentó. Desapareció y punto. Si no se hubieran realizado programas de ayuda en otras partes, sobre todo Andalucía, bueno, sólo allí; hubiera pasado lo mismo y el felino más amenazado hubiera desaparecido de toda España.
¿Dónde está el lince?. Veréis lo complicado que es observarlo si no se mueve.
Todavía en 1992 Ramón Grande del Brío en su libro, "El Lince Ibérico", situaba linces en la Sierra de la Culebra (4 individuos), La Cabrera (2) y la zona alrededor de Ledesma, entre Zamora y Salamanca (6). Demasiados pocos como para recuperarse.
El lince es un animal especialista, su alimentación se basa, en un 80%, en el conejo y en cuanto este comenzó su declive, el lince en Zamora, también. La aparición en 1952 de la cepa de la mixomatosis que afectó terriblemente a los conejos dejó a nuestro lince bastante tocado. Su lenta decadencia se vio rematada por la aparición en 1987 de la neumonía hemorrágico vírica que eliminó gran parte de la población de conejos, firmando la sentencia de muerte para el lince a lo cual le añadimos la alteración de su habitat con la reforestación de pinos en gran parte de la sierra, lo que eliminaba su habitat así como el de sus presas.
He hablado con gente que los vio en sitios diferentes de nuestra provincia y todos coinciden en lo mismo, es un animal que la primera vez que lo ves, impresiona; y así fue.
Llevaba bastante tiempo con ganas de acercarme a Andujar, así es que nos decidimos y para allí que fuimos. El lince ibérico es el felino más amenazado del mundo. Solamente quedan unos 280 ejemplares. Ese era nuestro objetivo, ver, admirar y disfrutar de tan maravilloso animal.
Había buscado información de los mejores sitios para ver al lince y, de entre todos, decidí que probáramos suerte en el camino a la Presa del Jándula; la dueña de la casa rural en la que nos alojamos nos avisaba: “¡Uy…, imposible. Eso es imposible. En toda mi vida lo he visto una vez y fue por casualidad, en la carretera, y mira que soy montera y de aquí!”. Eso no nos amilanó y a la mañana siguiente, bien pronto, nos pusimos en marcha.
El camino es de unos 10 kilómetros, lleno de baches y una naturaleza espectacular. Según avanzábamos por él, entre fincas y más fincas cercadas, unas para ganado bravo y otras para la caza, nos surgían dudas. ¿Cómo sabremos dónde ponernos para mirar? Y lo supimos, vaya que si lo supimos.
Al entrar en un nuevo valle vimos varios coches. Al llegar a su altura un hombre vino corriendo haciéndonos gestos y gritando: “¡Le lins!. ¡Le lins!” (lo escribo como lo oí). ¡No podía ser!. Llegar y besar el santo. Bajamos corriendo y solamente le vimos cruzar una pista de tierra, pero allí estaba, ¡lo habíamos visto!, nada más llegar.
Así lo vimos por primera vez.
El hombre que nos llamó era un guía francés que estaba con un grupo de unas 12 personas, todos franceses, encantados con lo que habían visto. Allí estuvimos todo el día, no volvió a aparecer, pero pudimos disfrutar de ciervos, gamos, muflones, águila imperial, águila real, águila culebrera, buitres negros y leonados, cabra montés y un sin fin de pajarillos que nos cruzaban por delante de nuestras narices.
Hembra de cabra montés comiendo.
En los siguientes cuatro días lo vimos cuatro veces más, e incluso un día vimos un macho y una hembra a la vez. De todos estos encuentros quiero centrarme en un avistamiento muy especial, ya que duró 2 horas y media, pero eso será otra entrada…