viernes, 8 de enero de 2016

El lobato y el ciervo.

Un fuerte berrido se escucha en el valle. Comienza la berrea y el gran macho grita a los cuatro vientos su fuerza, su poderío…asoma la cabeza entre los altos brezos y una poderosa cornamenta se eleva al cielo, mira a un lado y al otro, se levanta mostrando el lomo de un gran ciervo, un ciervo que demuestra su potencia, su fuerza, su poderío. Echa la cabeza hacia atrás. Abre la boca y emite un berrido fuerte, ronco, largo que retumba en el pequeño valle con un eco que hace que el berrido sea todavía más impactante. Un grupo de ciervas se yerguen, estiran sus cuellos, levantan las orejas y las enfocan hacia el gran macho que tienen a su derecha. El gran ciervo las mira orgulloso, satisfecho.
Mientras tanto, en la otra ladera del pequeño valle, una cabeza se asoma entre los brezos. Estira su pequeño cuello. Tensa todos sus músculos. Enfoca sus grandes orejotas hacia el sonido y espera. ¿Qué es eso? El lobato es la primera vez que escucha ese potente sonido. Ha visto grandes machos pero jamás ha escuchado ese potente sonido en el valle. El gran ciervo vuelve a berrear y el lobato no se mueve, está hierático, sentado entre los brezos, tenso y expectante. ¿Qué querrá ese ciervo?
El gran ciervo comienza a moverse y, de repente, arranca a correr ladera abajo con una potencia tremenda, va rompiendo brezos y escobas. El lobato le sigue con la mirada. Continúa quieto, inmutable, expectante. El gran ciervo baja al valle y comienza a subir la ladera en la que se encuentra el pequeño lobo que ve como el gran ciervo va directamente hacia él. El lobato adopta una de las posiciones que todo joven lobo aprende desde muy pequeño, se tumba como una auténtica alfombra entre los brezos, desaparece, se lo ha tragado la tierra.
El gran ciervo continua corriendo a grandes trancos. Vuelve a berrear. Llega a la altura de donde se encuentra el joven lobo que continúa inmutable, confundido entre el terreno, sin moverse nada en absoluto. El gran ciervo pasa al lado del lobato que ni siquiera levanta la cabeza; la precaución y el pasar desapercibido serán dos armas que le permitirán sobrevivir. El gran ciervo ha pasado al lado del joven lobo sin enterarse de nada, sin ni siquiera sospechar que estaba ahí tumbado, escondido, agazapado.
El gran ciervo sólo tenía en mente otro ciervo que había asomado por lo alto del valle. Otro macho que puede ser un competidor. Otro macho que puede quitarle a las hembras que siguen mirando la escena impasibles. El gran macho sube ladera arriba y el lobato vuelve a sentarse. Estira el cuerpo. Estira el cuello. Levanta la cabeza. Enfoca las grandes orejotas y le sigue con la mirada, atento, observa como el gran ciervo, que ha pasado junto a él, corre ladera arriba donde otro ciervo berrea y reta al dueño del valle. El gran ciervo se acerca al recién llegado. Se para. Berrea. El intruso berrea y comienza a andar por lo alto de la ladera. El gran ciervo hace lo mismo. Caminan paralelos. Muy cerca uno de otro. Según caminan se retan con la mirada, con nuevos berridos que el lobato escucha sin moverse, continúa sentado, observando como los dos grandes machos caminan paralelos varias decenas de metros, tiempo suficiente para que el recién llegado comprenda que no tiene nada que hacer ante el dueño del valle. Es más grande, más potente, más fuerte. En otra ocasión será. Se retira. Da media vuelta. Ha perdido.
El lobato continúa expectante, en alerta, no se ha movido en ningún momento, sigue con la mirada al gran ciervo que camina orgulloso por la ladera hacia el fondo del valle; cuando considera que el peligro ha pasado se pone de pie. Es un lobato precioso, de unos cinco meses, está bien cuidado y enseñado ya que ha actuado como su instinto le ha dicho pero también como le han enseñado ya que los adultos le enseñan a comportarse en situaciones de peligro y esta era una. Estaba sólo ante el gran ciervo ¿estaba sólo?
No. Una joven loba se asoma entre los brezos a unas decenas de metros de donde se encuentra el pequeño, se levanta y le mira. Ha estado allí. Ha estado observando las evoluciones tanto del ciervo como del lobato y hubiera intervenido si la situación se hubiese tornado peligrosa, si el ciervo hubiese intentado atacar al joven lobo o si el lobato hubiese actuado de otra forma. Es su cuidadora. Su niñera y debe de protegerlo pero también enseñarle a comportarse y a actuar ante situaciones comprometidas. La loba no ha perdido detalle de todo lo que allí ha sucedido. Está orgullosa del pequeño y continuará vigilándolo hasta que el resto del grupo vaya llegando. El lobato se relaja. Se mueve y baja al valle donde comienza otro aprendizaje, comienza a jugar…

10 comentarios:

  1. Como se nota que dedicas mucho tiempo al Lobo. Ya cuentas con experiencias increíbles de esta especie, ésta última es una más. Como siempre nos pones los pelos de punta con tu estupenda narración.
    Enhorabuena.

    Saludos desde León

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola J. Alberto, como bien sabes, el lobo me apasiona y poco a poco el cúmulo de experiencias es más enriquecedor, siempre es diferente verlo, siempre hay matices, comportamientos o actitudes que te sorprenden; ya me gustaría tener más tiempo para poder observarlo pero no me puedo quejar. Un saludo y muchas gracias por vuestra participación.

      Eliminar
  2. Buen relato, buenas fotos...¡qué más se puede pedir! Enhorabuena Pepe.
    ¡¡Ya me gustaría a mí ver al lobo con la mitad de frecuencia que tú!!

    Saludos,
    Miguel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Miguel. Muchas gracias por el comentario.La verdad es que la situación fue muy curiosa y pudimos comprobar el comportamiento de este lobato ante un potencial peligro. Me encanta observar al lobo en su comportamiento cotidiano y normal. Un saludo.

      Eliminar
  3. Que bien contado y que envidia me das. Te deseo lo mejor para este año que ha comenzado, cargado de naturaleza, buenas fotos y relatos como este. Un fuerte abrazo compañero.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Germán. Espero seguir teniendo vivencias que os gusten y me llenen de satisfacción. Un saludo.

      Eliminar
  4. Gran relato, como acostumbras, y que nos mantiene con la misma atención o más si cabe, que la del lobato protagonista, desde que empezamos a leer la primera palabra. Enhorabuena una vez más. Y feliz año!!
    Un saludo.
    Antonio Córdoba

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Antonio. Lo primero, feliz año y lo segundo, muchas gracias por tu comentario. Uno de los objetivos es mantenerte intrigado mediante la vida cotidiana de ese animal tan especial, el lobo. Un saludo.

      Eliminar
  5. Me gusto mucho tu relato, espero que sigas escribiendo mas relatos como este.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Abigail. Muchas gracias por el comentario y espero que te sigan gustando los futuros relatos de lobos que alguno más vendrá. Un saludo.

      Eliminar