Un fuerte berrido se escucha en el valle. Comienza la
berrea y el gran macho grita a los cuatro vientos su fuerza, su poderío…asoma
la cabeza entre los altos brezos y una poderosa cornamenta se eleva al cielo,
mira a un lado y al otro, se levanta mostrando el lomo de un gran ciervo, un
ciervo que demuestra su potencia, su fuerza, su poderío. Echa la cabeza hacia
atrás. Abre la boca y emite un berrido fuerte, ronco, largo que retumba en el
pequeño valle con un eco que hace que el berrido sea todavía más impactante. Un
grupo de ciervas se yerguen, estiran sus cuellos, levantan las orejas y las
enfocan hacia el gran macho que tienen a su derecha. El gran ciervo las mira
orgulloso, satisfecho.
Mientras tanto, en la otra ladera del pequeño valle, una
cabeza se asoma entre los brezos. Estira su pequeño cuello. Tensa todos sus
músculos. Enfoca sus grandes orejotas hacia el sonido y espera. ¿Qué es eso? El
lobato es la primera vez que escucha ese potente sonido. Ha visto grandes
machos pero jamás ha escuchado ese potente sonido en el valle. El gran ciervo
vuelve a berrear y el lobato no se mueve, está hierático, sentado entre los
brezos, tenso y expectante. ¿Qué querrá ese ciervo?
El gran ciervo comienza a moverse y, de repente, arranca
a correr ladera abajo con una potencia tremenda, va rompiendo brezos y escobas.
El lobato le sigue con la mirada. Continúa quieto, inmutable, expectante. El
gran ciervo baja al valle y comienza a subir la ladera en la que se encuentra
el pequeño lobo que ve como el gran ciervo va directamente hacia él. El lobato
adopta una de las posiciones que todo joven lobo aprende desde muy pequeño, se
tumba como una auténtica alfombra entre los brezos, desaparece, se lo ha
tragado la tierra.
El gran ciervo continua corriendo a grandes trancos. Vuelve
a berrear. Llega a la altura de donde se encuentra el joven lobo que continúa
inmutable, confundido entre el terreno, sin moverse nada en absoluto. El gran
ciervo pasa al lado del lobato que ni siquiera levanta la cabeza; la precaución
y el pasar desapercibido serán dos armas que le permitirán sobrevivir. El gran ciervo ha pasado al lado del joven
lobo sin enterarse de nada, sin ni siquiera sospechar que estaba ahí tumbado,
escondido, agazapado.
El gran ciervo sólo tenía en mente otro ciervo que había
asomado por lo alto del valle. Otro macho que puede ser un competidor. Otro
macho que puede quitarle a las hembras que siguen mirando la escena impasibles.
El gran macho sube ladera arriba y el lobato vuelve a sentarse. Estira el
cuerpo. Estira el cuello. Levanta la cabeza. Enfoca las grandes orejotas y le
sigue con la mirada, atento, observa como el gran ciervo, que ha pasado junto a
él, corre ladera arriba donde otro ciervo berrea y reta al dueño del valle. El
gran ciervo se acerca al recién llegado. Se para. Berrea. El intruso berrea y
comienza a andar por lo alto de la ladera. El gran ciervo hace lo mismo.
Caminan paralelos. Muy cerca uno de otro. Según caminan se retan con la mirada,
con nuevos berridos que el lobato escucha sin moverse, continúa sentado,
observando como los dos grandes machos caminan paralelos varias decenas de
metros, tiempo suficiente para que el recién llegado comprenda que no tiene
nada que hacer ante el dueño del valle. Es más grande, más potente, más fuerte.
En otra ocasión será. Se retira. Da media vuelta. Ha perdido.
El lobato continúa expectante, en alerta, no se ha movido
en ningún momento, sigue con la mirada al gran ciervo que camina orgulloso por
la ladera hacia el fondo del valle; cuando considera que el peligro ha pasado
se pone de pie. Es un lobato precioso, de unos cinco meses, está bien cuidado y
enseñado ya que ha actuado como su instinto le ha dicho pero también como le
han enseñado ya que los adultos le enseñan a comportarse en situaciones de
peligro y esta era una. Estaba sólo ante el gran ciervo ¿estaba sólo?
No. Una
joven loba se asoma entre los brezos a unas decenas de metros de donde se
encuentra el pequeño, se levanta y le mira. Ha estado allí. Ha estado
observando las evoluciones tanto del ciervo como del lobato y hubiera
intervenido si la situación se hubiese tornado peligrosa, si el ciervo hubiese
intentado atacar al joven lobo o si el lobato hubiese actuado de otra forma. Es
su cuidadora. Su niñera y debe de protegerlo pero también enseñarle a
comportarse y a actuar ante situaciones comprometidas. La loba no ha perdido
detalle de todo lo que allí ha sucedido. Está orgullosa del pequeño y
continuará vigilándolo hasta que el resto del grupo vaya llegando. El lobato se
relaja. Se mueve y baja al valle donde comienza otro aprendizaje, comienza a
jugar…
Como se nota que dedicas mucho tiempo al Lobo. Ya cuentas con experiencias increíbles de esta especie, ésta última es una más. Como siempre nos pones los pelos de punta con tu estupenda narración.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos desde León
Hola J. Alberto, como bien sabes, el lobo me apasiona y poco a poco el cúmulo de experiencias es más enriquecedor, siempre es diferente verlo, siempre hay matices, comportamientos o actitudes que te sorprenden; ya me gustaría tener más tiempo para poder observarlo pero no me puedo quejar. Un saludo y muchas gracias por vuestra participación.
EliminarBuen relato, buenas fotos...¡qué más se puede pedir! Enhorabuena Pepe.
ResponderEliminar¡¡Ya me gustaría a mí ver al lobo con la mitad de frecuencia que tú!!
Saludos,
Miguel
Hola Miguel. Muchas gracias por el comentario.La verdad es que la situación fue muy curiosa y pudimos comprobar el comportamiento de este lobato ante un potencial peligro. Me encanta observar al lobo en su comportamiento cotidiano y normal. Un saludo.
EliminarQue bien contado y que envidia me das. Te deseo lo mejor para este año que ha comenzado, cargado de naturaleza, buenas fotos y relatos como este. Un fuerte abrazo compañero.
ResponderEliminarMuchas gracias Germán. Espero seguir teniendo vivencias que os gusten y me llenen de satisfacción. Un saludo.
EliminarGran relato, como acostumbras, y que nos mantiene con la misma atención o más si cabe, que la del lobato protagonista, desde que empezamos a leer la primera palabra. Enhorabuena una vez más. Y feliz año!!
ResponderEliminarUn saludo.
Antonio Córdoba
Hola Antonio. Lo primero, feliz año y lo segundo, muchas gracias por tu comentario. Uno de los objetivos es mantenerte intrigado mediante la vida cotidiana de ese animal tan especial, el lobo. Un saludo.
EliminarMe gusto mucho tu relato, espero que sigas escribiendo mas relatos como este.
ResponderEliminarAbigail. Muchas gracias por el comentario y espero que te sigan gustando los futuros relatos de lobos que alguno más vendrá. Un saludo.
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