Hace unos días la Junta de Castilla y León hizo público el censo del lobo realizado durante los años 2022 y 2023, en Zamora se amplió a 2024 por los terribles incendios de la Sierra de La Culebra de 2022. Desde su publicación hay opiniones para todos los gustos, unas más razonadas y razonables que otras por supuesto. Un profesor de estadística en su primera clase siempre nos decía: “La estadística es la ciencia que más miente porque con unos mismos datos se pueden interpretar resultados totalmente diferentes”. A lo que añadía: “Si tenemos dos pollos. Yo me como los dos y tu ninguno, la estadística nos dice que nos hemos comido uno cada uno”. En esas estamos.
Las fotografías que ilustran esta entrada han sido realizadas en el Centro del Lobo de Robledo (Zamora). |
“El biólogo y miembro del grupo de especialistas de la Iniciativa Europea para Grandes Carnívoros (LECIE, según las siglas en inglés) Juan Carlos Blanco destaca que últimamente estaba “algo asustado” ante la insistencia de Castilla y León sobre un “aumento increíble y exponencial” del lobo, que finalmente se ha saldado en un “razonable” 8%. “Los datos son razonables, pero no la propaganda diciendo que había aumentos exponenciales, con ataques en aumento. El ministerio da nueve millones al año a la Junta para pagar daños y tienen que abonarlos, pero eso no implica que los lobos provoquen más daño”, expone el experto, partidario de que estos estudios “se separen del debate político”. (El País: 21-noviembre-2024).
Algo que sucede muy a menudo con los datos estadísticos es la creación de un relato para la consecución de un fin, me explico. La Junta de Castilla y León lleva diciendo a bombo y platillo durante mucho tiempo que el lobo ha aumentado exponencialmente su población ¿Consecuencia inmediata tras la publicación del censo? “Castilla y León presume del aumento del lobo y reclama su gestión para abrir la vía a cazarlo” (El País: 21-noviembre-2024).
En el verano de 2024 el Tribunal de Justicia europeo vetó la caza del lobo mientras su estado de conservación siga siendo “desfavorable”.
Vamos un poco más allá: “La Junta de Castilla y León defiende que la caza del lobo hace aumentar la especie y llama “negacionista” a quien lo critica” (iLeón: 21-noviembre-2024). Lo que se olvida mencionar es que según este censo: “…que remarca que el número total de manadas ha crecido de 179 a 193 en los últimos doce años, desde el censo anterior, pero que sin embargo, apenas aumenta el 3% en la suma de las cinco provincias donde la especie ya no se caza desde 2021, León, Palencia, Burgos, Zamora y Valladolid”.
¿Cuántos estudios científicos hay que digan que matar ejemplares de una especie catalogada como “estado de conservación desfavorable” aumenta su población? Evidentemente ninguno.
¿Por qué no se separa la gestión del lobo del debate estrictamente político y se lleva a temas científicos?
¿El aumento de grupos familiares supone que haya más ejemplares o no? ¿Cuántos lobos hay en Castilla y León? En el censo se nos dice: “Se pueden establecer cálculos del número de lobos en dos momentos del año correspondientes al mínimo y máximo poblacional, además de un porcentaje de lobos no territoriales (periféricos, flotantes o dispersantes) y que pueden representar en torno a la cuarta parte de la población total de lobos. Teniendo en cuenta la composición media descrita de los grupos familiares de 3-4 ejemplares antes de los partos, y de en torno a 7 lobos en época estival, a los que habría que añadir el porcentaje de dispersantes, de acuerdo con la literatura científica se podría establecer un intervalo de entre 965 y 1.737 lobos en Castilla y León, correspondiéndose con la estima mínima, antes de los partos, y la estima en la época estival, respectivamente (unos 1.300-1.400 lobos en otoño)”.
El que conoce el mundo del lobo sabe que estimar ejemplares es muy, muy complicado. Los grupos familiares son un ente cambiante que cada año fluctúa en función de nacimientos, muertes, abandonos o incorporaciones. Aun así en el censo se establece “un intervalo de entre 965 y 1.737 lobos en Castilla y León”. Ni más ni menos que 772 ejemplares entre el mínimo y el máximo.
Sin entrar en cómo se han recogido los datos para la elaboración de la estadística (aquí también hay mucha controversia); la estadística hay que, interpretarla de forma objetiva, sin condicionantes o sesgos intencionados que te lleven a tu terreno o a tus fines. La estadística bien interpretada es una gran herramienta para conocer la realidad pero para interpretarla hay que tener sentido común y, como sabemos, en muchas ocasiones, el sentido común es el menos común de los sentidos.
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