miércoles, 28 de mayo de 2025

Avetorillo: el fantasma del río.

Ahí está quieto, hierático, sigiloso haciendo un equilibrio perfecto en el carrizo que le sirve de percha, de atalaya para otear la superficie del agua en busca de alimento. 
Hembra de avetorillo.
El avetorillo es un ave esquiva, mimética, cuyo plumaje críptico le hace pasar totalmente desapercibido entre los carrizos de la orilla. Es un ave de costumbres crepusculares que se mueve perfectamente entre la intrincada maraña de carrizos, agarrándose a ellos con una soltura, elegancia y agilidad verdaderamente sorprendente.
Todo en él está diseñado para vivir en este hábitat. Sus largos dedos y uñas le permiten agarrarse firmemente a estrechos carrizos en posturas dignas de un equilibrista consumado; ya sea boca arriba, boca abajo o haciendo un perfecto spagat. Su largo cuello es idóneo para equilibrarse y estirarlo hacia el agua para poder pescar pequeños peces qué coge al acecho con su largo y fuerte pico. Su plumaje es de un color mimético con el entorno. Está y no lo ves. Está y parece que no está. Está y para poder verlo hay que esperar un movimiento, tener suerte o tener un buen ojo o una mezcla de todos ellos. Está oculto entre los carrizos que lo protegen y cubren como una gran capa de invisibilidad de la que sale cuando él quiere para dejar ver su preciosa figura.
Se mueve. Se estira. Camina por el junco. No pierde de vista la superficie del agua. Espera. Se tensa y se estira lanzándose al agua quedando agarrado solamente por una pata como si de un ancla se tratar. Se vuelve a replegar hacia el carrizo. Ha conseguido su premio.
Varias parejas de avetorillo llegan regularmente todos los años entre marzo y abril hasta nuestro río Duero en Zamora ciudad para criar aquí pero, también, algunos se quedan todo el invierno y no migran hasta África.
Macho de avetorillo con el pico enrojecido. Época de celo.
Esta época es muy buena para poder verlos ya que se encuentran en pleno cortejo y están más activos, más nerviosos, más atareados en la construcción de su, casi imposible de ver, nido.
Se persiguen de un lado al otro del río, defienden su zona. El intruso no puede quedarse aquí. Vuelan como pequeñas balas que se incrustan en los carrizales donde continúan sus disputas y persecuciones.
Su voz ronca, suave, de tono bajo resuena en el carrizal. Es un avetorillo macho que llama a la hembra que ha salido de la profundidad del carrizal al borde. Se asoma. Se deja ver. Su cuerpo se contorsiona en los finos tallos del carrizo. Es su momento de exhibición. Es su momento de emparejamiento.
Hace unos días J. Alfredo Hernández me comentó un comportamiento del avetorillo que no conocía y que me resultó verdaderamente impactante a la par que sorprendente. En Salamanca, José Luís Rodríguez Esteban, Alberto H. Romo y Carlos Aldea Dorado descubrieron y documentaron un hecho insólito que nunca se había descrito: la utilización por parte del avetorillo de cebos vivos para atraer a los peces y así tener más oportunidad de capturarlos; en el siguiente enlace podéis ver esta increíble manera de pescar que tienen el avetorillo y que nunca he visto. Enhorabuena a sus descubridores.
El avetorillo es el fantasma del río. Un hermoso fantasma que tenemos la inmensa suerte de poder disfrutar en las orillas de nuestro querido río Duero en Zamora ciudad.

lunes, 5 de mayo de 2025

Gaviota de Bonaparte en Villafáfila y mucho más.

El pasado día 20 de abril David Santamaría y Miguel Martín descubrieron un ejemplar de 2º año de gaviota de Bonaparte en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila. Primera cita para Zamora y primera para Castilla y León. Cita de un enorme valor de esta pequeña gaviota americana muy parecida a la gaviota reidora.
Dos días después me acerqué hasta las lagunas que están verdaderamente deslumbrantes de agua y vida por los cuatro costados. Mi principal objetivo era intentar ver a esta pequeña gaviota americana. Al poco de llegar la localicé en una zona de la Salina Grande entre un grupo de gaviotas reidoras. Comía sin parar, constantemente se alimentaba de insectos que cogía de la superficie del agua con gran rapidez, en ocasiones me recordaba a un falaropo en sus movimientos.
Esta gaviota americana anida en Alaska y Canadá pasando el invierno en zonas más templadas de América del Norte, América Central y las Antillas. Verla aquí es una extraordinaria noticia de un ave escasa en nuestro país y todavía más difícil de ver en el interior peninsular lo que da más valor a su descubrimiento, además David Santamaría y Miguel Martín la descubrieron en vuelo, entre un grupo de gaviotas reidoras que llegaban a dormir a la Salina Grande, toda una demostración de pericia y maestría en la identificación, enhorabuena.
La gaviota de Bonaparte no paraba en ningún momento de alimentarse, junto a las reidoras se podía apreciar su menor tamaño, el gris dorsal extendido por el cuello, su mancha auricular más grande que en una reidora y, sobre todo, su pico negro y fino.
Estuve todo el tiempo en la misma zona observando sus evoluciones, ocasión única para ver una gaviota de Bonaparte en nuestra provincia.
Combatientes.
Villafáfila está imponente y majestuosa, las lluvias han llenado todas las lagunas y numerosos encharcamientos jalonan las cunetas y campos. Agua que atrae vida. Agua que es un poderoso imán en el que tarros blancos, patos cuchara, ánsares comunes, combatientes, agujas colinegras y colipintas, pagazas piconegras, avocetas, cigüeñuelas, azulones, correlimos comunes, menudos, zarapitines, zarapitos trinadores y reales, gaviotas reidoras y cabecinegras, fumareles comunes y cariblancos además de visitantes poco comunes como patos colorados, un correlimos de Temminck que ha pasado todo el invierno, canasteras o los últimos en llegar a las lagunas como son un fumarel aliblanco y un archibebe patigualdo chico, además de innumerables pajarillos y rapaces junto con las imponentes avutardas o las escasas gangas ortegas. 
Garcilla bueyera.
Pato cuchara.
Patos colorados.
Collalba gris.
Lavandera boyera flavíssima (inglesa).
Cigüeñuela.
Ganso del Nilo.
De vez en cuando otros visitantes como esta corza, se dan un paseo por las lagunas ante la atenta mirada de sus habitantes habituales.
Villafáfila es un disfrute para los sentidos que debemos aprovechar, cuidar, respetar y disfrutar.