Ahí está. No tiene
más de dos días. Pegado a su madre, a su protectora, a su cuidadora que le dará
todos los mimos posibles y le enseñará todo lo necesario para poder sobrevivir.
Es muy pequeño, tendrá uno o dos días y observa asustado y receloso cómo su
madre está alterada ya que un macho se encuentra muy cerca y su cría del año
pasado también.
Recién paridas las
corzas entran en un falso celo que atrae al macho que ladra desesperado,
escondido entre los brezos, pero la corza está más preocupada de otra
situación. Está echando a su cría del año pasado, ya le ha enseñado todo lo
necesario para que se mueva sola; ahora tiene que dedicar todo su tiempo al cuidado y atención de su nueva cría.
La joven corza no
lo entiende, ¿por qué me echas?, parece preguntarse cuando su madre corre detrás
de ella ladrando y emitiendo sonidos cortos y roncos. No la deja acercarse. La
joven corza vuelve a intentarlo, quiere ir con su madre, es lo único que
conoce, desde que nació ha estado con ella y ahora ¿la expulsa? No lo entiende.
Vuelve a intentarlo pero su madre la vuelve a rechazar. Se aleja cabizbaja,
asustada, nerviosa…¿dónde irá? ¿qué hará ahora?
Se aleja. Para. Se
da la vuelta y observa cómo su madre vuelve con el pequeño corcino y lo lame
con la ternura y el cariño con el que se lo hacía a ella. Lo vuelve a intentar.
Se acerca dando grandes saltos pero su madre vuelve a rechazarla…es el momento
de irse, de abandonar todo lo que ha conocido hasta ahora, de emprender una
nueva vida. Sube la ladera despacio, volviéndose cada pocos metros. Llega
arriba y desaparece.
La corza se mueve con su recién nacido... |
...un macho y su cría del año pasado llaman su atención... |
...la corza expulsa a su cría del año pasado... |
...debe dedicar todos su esfuerzos a su recién nacido... |
...le advierte de nuevo. No te acerques... |
...la cría del año pasado vuelve a intentarlo... |
...quiere regresar con su madre. Salta. Se asoma. Lo intenta pero no será posible...Debe encontrar un nuevo camino. |
La corza lleva a su
pequeño al brezal. Lo lame. Le da de mamar y permanece atenta a cualquier
posible peligro. El hecho de que todas las crías nazcan en muy poco tiempo es una
manera de aumentar las probabilidades de supervivencia de un buen número de
ellas ya que muchas morirán por frío, enfermedad o cazadas por los depredadores
pero otras conseguirán sobrevivir. Estamos a principios de junio y la sierra se
llenará de corcinos.
El macho sigue allí.
Nervioso, agitado y oculto pero ladrando a los cuatro vientos su poderío. En,
aproximadamente un mes, la corza tendrá el verdadero celo y es cuando el macho
volverá y la montará, surgiendo una de las particularidades de los corzos: la
implantación retardada del óvulo, es decir, pueden guardar el óvulo fecundado
un tiempo determinado; quedarán preñadas en verano pero hasta los primeros
meses del siguiente año no se desarrollará para nacer a finales de mayo o
principios de junio donde encontrará las condiciones ideales para intentar
sobrevivir: abundancia de comida, altas hierbas en las que esconderse y buena
temperatura, todo lo contrario de lo que hubiera tenido si hubiera nacido en
otoño donde comienza a hacer frío, hay poca comida y, las hierbas donde
esconderse de los depredadores, escasean.
La mañana está
siendo fantástica; mi amigo Poli habla con su enorme sabiduría, su templanza y su gran conocimiento sobre los habitantes de la sierra. Mi abuelo siempre me decía: “acércate a los que más
saben porque de ellos es de los que más se aprende”. Así es. Hablar con Poli es
aprender. Es empaparte de muchas cosas que no salen en los libros pero son la
verdadera naturaleza, la vivida en el campo. Es disfrutar. Es conocer y es
valorar lo que tenemos.
Continuamos por la
sierra. Una sierra florida, espectacular en la que la vida brota por los cuatro
costados y el manto de flores amarillas, moradas, rosas o blancas cubre el
tapiz vegetal en el que aparece otra corza con su pequeño y otra y otra y otra
más; todas tienen una sola cría algo poco habitual ya que normalmente, las
corzas, a partir del segundo parto, tiene dos crías (otra forma de aumentar las
probabilidades de que algún corcino llegue a adulto) pero este año no parece que
sea así o, quizás, alguna haya muerto.
Ahí está, una nueva
corza con su pequeño en el borde del brezal. La corza come tranquilamente
mientras su pequeño no para a su alrededor en un constante descubrimiento de su
entorno. Se acerca a su madre y mama durante unos minutos. Se separa y reconoce
el terreno, observa, huele, mira, siente…prueba jugosas flores o ramonea los
tiernos tallos. No se aleja. Está junto a su madre. Vuelve a mamar. La corza
está cansada. Se tumba y su pequeño se acuesta a su lado. Se lamen uno al otro
en señal de reconocimiento, cariño, ternura y algo más importante: quitarle el
olor. La corza está obsesionada en lamer a su pequeño. Debe hacer que no huela,
si no lo consiguiera un depredador lo detectaría y tendría un gran problema si
lo encuentra.
La corza está cansada. Se apoya y se duerme plácidamente mientras su pequeño se pega a ella. Nos vamos. Nos alejamos dejándolos en su mundo, en su vida, una vida llena de peligros que deberán de sortear. No se han percatado de nuestra presencia. Nos retiramos con una enorme sonrisa en la boca. Acabamos de disfrutar de un momento tierno, dulce, mágico. De un momento íntimo en la vida de un corcino de no más de un día que está descubriendo el mundo.
La corza está cansada. Se apoya y se duerme plácidamente mientras su pequeño se pega a ella. Nos vamos. Nos alejamos dejándolos en su mundo, en su vida, una vida llena de peligros que deberán de sortear. No se han percatado de nuestra presencia. Nos retiramos con una enorme sonrisa en la boca. Acabamos de disfrutar de un momento tierno, dulce, mágico. De un momento íntimo en la vida de un corcino de no más de un día que está descubriendo el mundo.
Buen reportaje Jose, justamente hoy he visto desde el coche a una hembra con un corcino echados en un prado. Un abrazo desde el oriente de Cantabria.
ResponderEliminarHola Germán. Muchas gracias por tu fiel comentario. Un saludo.
EliminarApasionante es la vida del reino animal, como así el relato que compartes tras la agridulce experiencia vivida, que nos enseña mucho, más de lo que podemos pensar, a tus lectores.
ResponderEliminarEnhorabuena por el encanto de lo vivido y la espléndida traducción en esta crónica en imagen y palabra.
Un saludo de 'Ojolince y Sra.'
Muchas gracias por vuestro apoyo. La naturaleza, de vez en cuando, nos regala momentos especiales, diferentes pero cotidianos que no solemos contar y este es uno de ellos. Un saludo para los dos.
EliminarQue reportagem mais completa entre narrativa e fotografias!...
ResponderEliminarNão sabia que as crias passadas são abandonadas... pensava que a família fosse aumentando e os descendentes fossem se desenvolvendo e crescendo juntos...
Preciosa vivencia, Jose! Obrigada por compartilhar...
Um beijo
Muchas gracias. Fueron unos momentos preciosos. Un saludo.
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