Sabía donde estaban. Los estaba oyendo moverse y emitir
su grito típico pero no aparecían. Se movían como pequeños rayos entre los
carrizos pero no había manera de poder verlos en condiciones. La familia de
rascones vivía en la pequeña presa del río Castro. Días antes, Manolo Segura y Hipólito
Hernández, dos grandes amantes de la naturaleza aparte de excelentes fotógrafos
y, por supuesto, amigos, habían visto varios juveniles moverse entre los
juncos.
El rascón europeo es difícil de ver. Es esquivo, huidizo
y tímido que se escucha más que se ve. Es un pequeño fantasma que muy pocas
veces sale fuera de la protección de los carrizos; eso era, precisamente, lo
que estaba esperando escondido detrás de unos carrizos. Allí agachado,
esperé.
Había varios rascones. Se oían en diferentes puntos y los
había visto pasar entre los carrizos pero no salían. Amanecía y el sol iba iluminando
lentamente el agua de la pequeña presa del río Castro. El sonido (más bien
chillido) de los rascones se acercaba al borde de los juncos. Me puse tenso,
levanté la cámara y espere. Asomó.
Allí estaba. Un rascón asomó cauteloso y lento entre los
carrizos. Miraba de un lado para otro como cuando se va a cruzar una carretera.
Allí estuvo unos segundos que se me hicieron interminables. ¿Saldría? ¿Volvería
al interior del carrizal?
El rascón no se movió hasta que el sol lo iluminó con su
suave luz naranja. Cuando la preciosa luz me mostró todos los colores del
tímido rascón se comenzó a mover lentamente, con un infinito cuidado.
Avanzaba
lentamente con sus delicadas patas levantándose por encima de la superficie. Miraba a
todos los lados e introducía su cabeza dentro del agua. Comía.
Estaba confiado y tranquilo.
Continuó avanzando hasta que salió totalmente al descubierto
y pude apreciarlo en todo su esplendor. Su pico de color rojizo, su pecho grisáceo, su pequeña cola blanca y esos ojos
intensos y despiertos de un fuerte color rojo que llaman poderosamente la atención cuando los ves de cerca.
Era un precioso adulto. Continuó avanzando. Comiendo. Se estiraba como cuando un sprinter llega a la ansiada meta. Se movía entre las hojas y el agua con una enorme delicadeza. Picoteaba la superficie o introducía la cabeza
totalmente bajo la superficie. Otros rascones se oían en el carrizal. Había visto, en total, dos adultos y cuatro juveniles pero a este lo estaba disfrutando
especialmente.
El rascón se movía tranquilamente hasta que se paró. Miró
hacia arriba y, en un segundo, desapareció a una velocidad sorprendente en
dirección a la seguridad de los carrizos. Una águila calzada sobrevolaba la
laguna. Ese día no los volví a ver.
|
Uno de los jóvenes rascones fotografiados por Manuel Segura, al cual le agradezco enormemente la foto para esta entrada. |
Esta familia de rascones vive en un lugar peculiar. La presa de San Miguel en el río Castro, en Sanabria. Un
lugar que tiene una enorme variedad de vida, una enorme biodiversidad. Un lugar
en el que se pueden ver, entre otros: mirlo acuático, martín pescador, galápago europeo, cigüeña
negra, garza real, nutria, rata de agua, carricerín común, ruiseñor bastardo, halcón abejero, alcotán, cigüeña blanca, carricero común, focha común, gallineta,
zampullín común, andarríos chico, grande y bastardo, agachadiza común o chorlitejo grande y
chico además de innumerables pajarillos, mariposas, anfibios, roedores, reptiles o
libélulas. Las siguientes fotografías son una pequeña muestra de toda la vida que hay en la presa.
|
Martín pescador. |
|
Mirlo acuático. |
|
Galápago europeo. |
|
Rata de agua. |
|
Andarríos grande. |
|
Agachadiza común. |
|
Preciosa fotografía de un archibebe claro realizada por Manuel Segura. |
|
Carricerín común. |
|
Fotografía de una nutria realizada por Hipólito Hernández, al cual le agradezco enormemente cedérmela para esta entrada. |
|
Garza real. |
|
Zampullín común en primer término y rascón europeo al fondo. |
|
Focha común. |
Sin olvidarnos de todos los ciervos, corzos, zorros, jabalís y demás animales que acuden a sus orillas a beber, comer o bañarse.
Un lugar especial que
atesora una enorme biodiversidad de especies residentes o que simplemente estén
en paso. Una pequeña presa preciosa con un amplio y diverso ecosistema en el
que conviven cientos de especies tanto animales como vegetales que debemos valorar y respetar. Así es la presa
de San Miguel en el río Castro.
Paciência e um olhar atento é o que você tem de sobra! Guapa, guapa esta entrada cheia de momentos inéditos e felizes...
ResponderEliminarUm beijo
Muchas gracias por tu fiel comentario. Un saludo.
Eliminar