miércoles, 7 de marzo de 2018

Un buen día: nutria y búho real.

Se han ido los ánsares y las lagunas de Villafáfila se han quedado sin su principal atracción del invierno. Ha sido la peor invernada de ánsares desde que se tienen recuentos, oficialmente no han llegado a los 3.000 pero, seguramente, hayan rondado los 5.000. Aún así la invernada de ánsares caretos ha sido espectacular; se han visto las mayores concentraciones de estos preciosos ánsares con una cifra record de 91 ejemplares vistos por J. Alfredo Hernández y yo el día 29 de diciembre de 2017.
Estamos en un periodo en el que los invernantes se han ido y todavía no han llegado la mayoría de las aves veraniegas así es que, el movimiento, era muy escaso en las lagunas. Ánade friso, rabudo, silbón y azulón, cerceta común, avocetas, tarro blanco…Toda mi atención la centraron los pequeños pajarillos. 
Pinzón real.
De entre todos me centré en un precioso grupo de unos 200 pinzones reales que se movían nerviosos de unos arbustos a otros; otro de más de 500 pardillos y un pequeño y variado grupo que se encontraba comiendo cerca del observatorio de Otero en el que se mezclaban pardillos, pinzones vulgares y reales, trigueros, jilgueros, gorriones chillones, estorninos, colirrojo tizón, lavanderas y unos 10 zorzales reales.
Zorzal real.
Nunca los había visto aquí y estuve un buen rato observando como se ocultaban entre las hierbas y buscaban su alimento. Se movían temerosos, en ningún momento salieron de la seguridad de las hierbas. Se agachaban, introducían el pico, escarbaban un poco y sacaban una larga lombriz que rápidamente se tragaban.
Como no había mucha actividad decidí cambiar de lugar y me fui hasta un enclave cercano en el que, seguramente, hubiera más movimiento. 
Por el camino no faltaron las preciosas e imponentes avutardas.
Vaya si hubo movimiento. Cerceta común, ánade friso, azulón, zampullín chico o focha común nadaban tranquilamente mientras garcetas grandes y garzas reales se tensaban en las orillas para lanzarse como verdaderos arpones en pos de cualquier pez que se les pusiera a tiro.
Garceta grande.
Cornejas y cormoranes pasaban volando mientras una pareja de arrendajos bebía agua en la orilla, un roquero solitario se asomaba curioso o alguna gaviota sombría se desplazaba por la zona. Las verdaderas estrellas fueron dos especies emblemáticas y preciosas: la nutria y el búho real.
Más de dos horas y media disfrutando de una pareja de nutrias es una auténtica maravilla. Verlas moverse, perseguirse, jugar, pescar, revolcarse en las hierbas o nadar alegremente es una verdadera gozada. Son animales activos, alegres y juguetones pero de fuerte carácter.
Siempre permanecieron juntas. Posiblemente fueran macho y hembra en su celo. Las nutrias tienen un celo especial ya que se les puede retrasar o adelantar en función de la climatología y la comida disponible; así el invierno pasado ya había nutrias que habían tenido a sus pequeños en febrero como sucedió con la triste historia de la pequeña nutria quemada (podéis recordarla pinchando aquí).
Anocheció y las cornejas se empezaron a poner nerviosas. Cada vez que pasaban volando por la ladera se lanzaban empicadas a un punto concreto. Allí debía de estar. Era automático. Corneja que pasaba se lanzaba a los árboles del otro lado de la ladera. Igual sucede con otros córvidos que marcan a un depredador, como cuando las urracas te están marcando la posición de un lince en mitad de la sierra.
Anocheció por completo y apareció volando desde una encina a otra. El búho real se mostró por fin.
Se posó en unas ramas altas y comenzó a mover su cabeza. Comenzaba su día, nuestra noche. Nuevas cornejas le molestaron y levantó el vuelo nuevamente pero esta vez nos sorprendió y vino directamente hacia donde nos encontrábamos. Con fuertes aleteos combinados con pequeños planeos y un silencio absoluto nos pasó por encima y se situó a escasos 30 metros de nosotros, en una repisa. No lo veíamos. Pasados unos instantes se volvió a levantar y deshizo el camino para volver a su ladera.
Es increíble verlo volar. Es un ave muy grande. Poderosa. Elegante. Fuerte y…silencio absoluto. El búho real es la mayor de las rapaces nocturnas. Su envergadura es de más de un metro y medio y es impactante verlo pasar muy cerca de ti.
No pudimos verlo nítidamente. Era de noche pero si disfrutamos de su presencia, de su poder, de su majestuosidad. Su silueta se marcaba en el cielo nocturno. Allí estaba. Comenzaba su día…nuestra noche. Fue un gran día.

6 comentarios:

  1. ¡Gran jornada, sin ninguna duda!
    Disfrutar del buen número y variedad de especies de avifauna que nos relatas con la agradable sorpresa de esa pareja de nutrias y el vuelo del alado rey de la noche no tiene parangón.
    ¡Menudos recuerdos os habéis traido de la jornada! Enhorabuena por las observaciones, José. Gran relato.
    Un saludo de 'Ojolince y Sra.'

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    1. La verdad es que disfrute bastante. Un saludo y gracias por vuestro fiel comentario.

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  2. Buena y variada lista de observaciones. Es cierto que en un lugar tan emblemático como es la laguna de Villafáfila haya que contabilizar las especies, aunque interesantes, como habituales, ya que las dos estrellas (se entiende) sean, ni más ni menos, que el búho real y las nutrias.
    Ciertamente, también hubiera presumido de semejante jornada.
    Saludos.

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    1. Hola Javier. El búho real y la nutria no fueron en Villafáfila, fueron en una zona cercana. Fue un magnífico día. Un saludo y gracias por tu comentario.

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  3. Hola. Preciosas fotografías! Me encantan las de la nutria.
    Muy interesante tu blog.
    Un saludo desde Galicia.

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