El águila imperial ibérica es una de esas especies emblemáticas que se mueven entre el mito, el romanticismo y la realidad. En agosto de 2012 tuve la inmensa suerte de verla por primera vez en mi provincia, Zamora, observación que me impresionó porque la pude ver en un intento de caza; desde ese momento la he visto en diversas ocasiones en diferentes puntos de la provincia y, en el año 2018, se produjo la maravillosa noticia de que, por primera vez, criara en nuestra provincia.
La he visto en diferentes oportunidades durante los últimos años pero la observación de hace unos días fue única y quizás irrepetible.
Una gran rapaz era acosada por una pareja de cuervos que la atosigaban sin descanso; según nos acercábamos la rapaz empezó a tomar forma, era un águila imperial adulta que volaba cada vez más alto para dejar atrás a los cuervos que la acosaban sin tregua. Se elevó y elevó hasta perderse entre las nubes. Había que esperar a que volviera por la zona.
La he visto en diferentes oportunidades durante los últimos años pero la observación de hace unos días fue única y quizás irrepetible.
Una gran rapaz era acosada por una pareja de cuervos que la atosigaban sin descanso; según nos acercábamos la rapaz empezó a tomar forma, era un águila imperial adulta que volaba cada vez más alto para dejar atrás a los cuervos que la acosaban sin tregua. Se elevó y elevó hasta perderse entre las nubes. Había que esperar a que volviera por la zona.
En la espera apareció otra águila imperial. Allí estaba.
Posada en lo alto de una ladera. Majestuosa. Imponente. Observaba su entorno
como digna dominadora de todo el valle. Cabeza alta. Porte altivo. Era otra
adulta, seguramente la pareja de la anterior que no perdía detalle de su
alrededor; en un momento determinado un conejo se movió a su izquierda, conejo
que es la base de su alimentación, conejo que salió a la hierba y comenzó a
comer tranquilamente sin percatarse del peligro que tenía tan cerca.
Era curioso ver a la presa y a la cazadora, juntos, tan
cerca uno del otro. El águila imperial lo miró en varias ocasiones pero no hizo
el más mínimo intento de moverse, siguió tranquila, esperando.
Pasados unos minutos la otra águila imperial apareció y
se situó junto a ella conformando una estampa espectacular en lo alto del cerro
y, ante nuestro asombro, se subió encima de ella y pudimos presenciar una
cópula de esta especie tan mítica. No salía de mi asombro. ¿Estábamos viendo
una cópula de águila imperial? Así era. Nunca me lo hubiera imaginado pero era
cierto, pasados unos segundos se bajó y se quedaron juntas observando su
territorio.
El águila imperial ibérica es un mito. Un mito que estuvo
a punto de desaparecer, a punto de extinguirse por culpa del hombre. La masacramos hasta casi la extinción; pensemos que en 1974 se localizaron,
solamente, 38 parejas.
Las dejamos en su atalaya y continuamos por el camino;
pasado un tiempo otra águila imperial se distinguía en el horizonte, no había
una, eran otras dos, una pareja en otra ladera que contemplaba la caída del
sol. Elegantes, esbeltas e hieráticas observaban desde lo alto. Llevábamos cuatro
águilas imperiales adultas y otra de segundo año que volaba en la lejanía. Cinco
preciosas e imponentes águilas imperiales.
La tarde llegaba a su fin. Una tarde memorable en la
que habíamos disfrutado de la maravilla de la naturaleza que es esta ave
emblemática, ave que apareció para la ornitología en la parte final del
romanticismo europeo, en 1861, en el boletín de actas de la XIII Reunión de la
Sociedad Ornitológica de Alemania donde Ludwig Brehm hizo“la primera descripción para la ciencia de una nueva especie de águila y la propuesta de que se denomine águila del príncipe Adalberto, con el nombre científico de Aquila adalberti, en homenaje a S.A.R. el príncipe Adalberto de Baviera (1828-1875)” (texto extraído del libro “El águila imperial ibérica” de Luis Mariano
González y Andoni Canela).
En el mismo libro podemos leer: “ Ludwig Brehm describió
esta nueva especie de águila basándose en cinco ejemplares obtenidos por su
hijo Reinhold en 1860 y 1861 en Madrid. En la publicación compara su plumaje y
medidas con los de otras águilas con las que podía confundirse, como el águila
rapaz (Aquila rapax) o el águila imperial oriental (Aquila heliaca), y llega a
la conclusión de que se trata de una nueva especie diferente”.
En 1957, el fotógrafo Eric Hosking, integrante de la famosa
expedición británica al Parque Nacional de Doñana, tomó la primera fotografía
conocida de la especie, apareciendo en la revista The Sphere, en National
Geographic y en el ABC.
Primera fotografía tomada a una águila imperial ibérica por Eric Hosking en 1957 (Parque Nacional de Doñana). |
A lo largo de todo el siglo XX la decadencia del águila
imperial fue imparable hasta llegar al borde de la extinción pero su lenta
recuperación ha sembrado de esperanza su futuro. Si en 1974 se localizaron 38
parejas; en 1986: 106; en 2003:184; en 2008: 251; en 2011: 327 (datos extraídos
del libro: “El águila imperial ibérica” de Luis Mariano González y
Andoni Canela). Si seguimos en sucesivos años: en 2012: 350 parejas; en 2013:
407 y actualmente se estiman alrededor de 500 parejas reproductoras.
Datos que son lo suficientemente elocuentes como para dar a entender que ha
estado al borde de la desaparición y ahora va despuntando muy lentamente.
¿Y en Castilla y León? En la página efe
verde el 24 de agosto de 2016 se escribía: “En 2003, cuando la Junta
aprobó el Plan de Recuperación, había 22 parejas. La población de águila
imperial ibérica registrada en Castilla y León este año (2016) -que supone 89
parejas reproductoras y 112 pollos que han alcanzado la madurez- multiplica ya
por cinco las 16 parejas de esta especie que habitaban la región en 1990,
cuando se preveía cercana su extinción”.
Águila imperial subadulta. Fotografía tomada por J. Alfredo Hernaández, al cual le agradezco enormemente dejarla para ilustrar esta entrada. |
Pasados unos días de la observación de esas cinco águilas
imperiales he podido ver otra de segundo año en otro punto de la provincia y,
J.A Hernández, magnífico conocedor de la fauna zamorana, pudo observar un subadulto
mas. Dejemos que esta emblemática ave se recupere, que vuele libre y sin
problemas en nuestros campos, es un icono de nuestra fauna que debemos de
preservar.
Magnifica entrada sobre este ave tan simbólica de la avifauna ibérica, con detalles históricos que desconocía. A ver si tengo la suerte de disfrutarla, cuando me acerque por la tierruca.
ResponderEliminarUn saludo desde Donosti
Alfredo
Hola Alfredo. Gracias por el comentario. Verla aquí es muy especial. Un saludo.
EliminarInteresante entrada y apasionante experiencia de la que has podido disfrutar. Enhorabuena por ella y por la estupenda exposición que haces de ella y que nos hace revivirla contigo de alguna manera. No creo que se te pueda olvidar en muuuucho tiempo. Fotografías y reseñas bibliográficas muy buenas e instructivas. Saludos. José Ignacio Valdenebro.
ResponderEliminarMuchas gracias. Te aseguro que no se me olvidará. Fue una tarde memorable. Un saludo.
EliminarPepe genial tus comentarios y el ayudante lo paso de maravilla
ResponderEliminar¡Momentazo!
ResponderEliminarenhorabuena por la observación.
Ya espero ansioso a que aparezca alguna por León.
Un saludo