Eran las tres menos diez de la tarde cuando iba por la zona del Sillón de la Reina (Zamora ciudad), de repente, miro a mi derecha y no podía creer lo que estaban viendo mis ojos: ¡¡un ciervo en el jardín!!
Ahí estaba caminando despacio, cansado, azuzando sin parar y la boca llena de espuma, su estrés era evidente; giró en el muro y se refugió contra la muralla, en el rincón, entre el muro de piedra de la casa y la vieja muralla. Ahí se sentía mínimamente seguro.
Llamo al 112, a la policía municipal y a medioambiente de la Junta de Castilla y León donde me dijeron que no podían hacer nada ya que dependía de la policía municipal.
Ahí seguía. Pegado a la muralla donde se sentía relativamente protegido. Levantaba la cabeza expectante, todo era causa de estrés, nerviosismo y miedo. En su lado derecho se le veía una herida. Algunas personas lo vieron y estaban tan asombrados como el pobre animal en cuyos ojos se podía ver la desesperación, el desconcierto y el miedo en un entorno hostil y desconocido.
¡A donde van! Dos personas se quisieron acercar lo máximo posible para hacerle una foto con el móvil y, lógicamente, el ciervo no se iba a quedar ahí esperando; salió corriendo jardín hacia arriba, paralelo a la muralla, giró y se metió en el parking de San Martín.
Llamé de nuevo para comunicar que se había metido en el parking. Al poco llegó un coche y una furgoneta de la policía municipal que se pusieron en la entrada para impedir que saliera de nuevo. A partir de ahí se revolucionó la ciudad y rápidamente comenzó el peregrinaje por redes sociales a una velocidad de vértigo, además de radio, televisión, internet…y muchos curiosos en la entrada del parking; más de cuatro horas después sacaban al ciervo los bomberos en un remolque después de sedarlo y curarlo los veterinarios para soltarlo en la naturaleza.
El ciervo había entrado desde el bosque de Valorio, recorriendo la calle hasta los jardines de la muralla donde me lo encontré.
En muchas ocasiones los animales se despistan, se pierden, hacen un alto en su viaje porque están heridos o se asustan y, van a sitios, a los que normalmente, no irían. Y no es porque haya superpoblación como se está diciendo desde determinadas asociaciones y agrupaciones, aprovechando que ha entrado en la ciudad este ciervo ya se pide la eliminación de ciervos, conejos y todo lo que que sea porque nos van a invadir.
Aparte de la historia de este ciervo hay otras curiosas historias parecidas a esta que me han pasado en Zamora ciudad hace algunos años como estas dos que viví en las calles de Zamora.
Eran las 12 de la noche. Paseaba con mi perra Nala en la ronda nocturna cuando, al cruzar la carretera y mirar para un lado, a lo lejos, vi un gran perro (o eso parecía a esa distancia) que venía por la carretera. Cuando llegábamos justo por la mitad, un ruido raro llamó mi atención. Miré y…¡un enorme jabalí venía a toda velocidad hacia nosotros! Nala lo miraba como diciendo ¿qué es esto? No me lo podía creer, un jabalí a unos 10 metros y directo hacia nosotros. La verdad es que el animal tenía más miedo que otra cosa y huía despavorido por la carretera. Nos vio y giró por la calle abajo, corrimos detrás de él hasta que lo perdimos. El pobre animal no sabía dónde meterse. Seguramente se despistó, entró en la ciudad y eso fue su final.
Subí a casa alucinado y llamé a la policía municipal esperando que me creyeran, mi sorpresa fue cuando el policía descolgó el teléfono y sin yo decir palabra me dijo: “Si. Un jabalí. ¿Dónde está?” Minutos más tarde se escucharon unos disparos en la calle. Lo habían abatido. Así acaban muchos de los animales salvajes que, por despiste o porque vengan huyendo, entran en la ciudad.
La siguiente historia también es sorprendente y triste. Me encontraba en el bosque de Valorio cuando, un amigo me llama y me dice: “Estoy corriendo por Valorio y acabo de ver un ciervo”. Un ciervo ¿En la ciudad? Me dirigí rápidamente hasta donde lo había visto pasar y, mi asombro y tristeza, a partes iguales, recorrieron mi cuerpo.
El pobre bareto había saltado un muro que por el otro lado tenía un desnivel de unos 8 metros, cayendo entre dos coches. Allí estaba. Tirado. Atolondrado. No tenía heridas visibles pero su aspecto no era muy bueno. Es muy triste ver a un animal de este porte allí, tirado. El pobre ciervo entró por Valorio (al día siguiente, los medios de comunicación, dijeron que vendría asustado de una batida, se despistó y entró) lo atravesó y, de repente, se encontró en la ciudad.
En seguida se arremolinaron los curiosos con las preguntas de rigor: “¿Qué es? ¿Qué ha pasado? ¿Ha caído desde ahí arriba?”. El ciervo no se movía ¿Tendría algo roto? Pasado un tiempo llegaron los veterinarios de la Junta, le lanzaron un dardo para dormirlo, lo cargaron en un camión y se lo llevaron al Centro de Recuperación de la Fauna Salvaje de Villaralbo. Allí seguramente moriría ya que según informaron tenía un fuerte golpe en la cabeza.
Estas historias demuestran que los animales pueden despistarse y aparecer en la ciudad que, para ellos, es una verdadera ratonera de la que es muy difícil que puedan escapar.