De nuevo he acudido al bosque de Valorio en busca de los buhos. Mi amigo Fernando quería fotografiarlos en buenas condiciones y me propuso ir para ver si los encontrábamos y así, sacarles unas fotos decentes.
Se tiene conciencia de Valorio desde la Edad Media y, seguramente, desde siempre, haya habido buhos. Al poco de llegar descubrimos un buho chico joven.
Nos miraba extrañado y tras sopesarnos un rato decidió que era suficiente tiempo y echó a volar en un vuelo silencioso que impresiona por eso, por la ausencia total de sonido. Hecho que se debe a que sus plumas están aserradas en sus extremos para amortiguar el sonido que produce el aire al rozar con ellas, haciendo que el sonido se cuele entre ellas y así, no se emita, ni un solo ruido. Impresionante.
Poco después decidimos cambiar de aires en busca de un pájaro carpintero de pico menor que Fernando sabía donde había criado otros años. Al llegar nos encontramos con el nido vacío pero pudimos disfrutar del magnífico canto de un ruiseñor que marcaba el territorio que ocupa, año tras año, siempre con la misma hembra.
Volvimos en busca de los buhos y nada mas llegar nos encontramos con un árbol en el que había 5 pollos volanderos y un adulto que se sorprendieron tanto como nosotros al encontrarnos. En el suelo había dos aves comidas, parecían estorninos negros, pero lo curioso es que solamente les habían comido la cabeza. Se fueron yendo y seguimos al adulto que acudía a la llamada hambrienta de sus pequeños dispersos por los árboles cercanos. Sus grandes ojos nos tenían controlados pero podía mas su instinto de alimentar a sus pequeños que el miedo que pudiéramos infundirle.
En todo territorio de buhos nos encontraremos con sus egagrópilas. Son bolas formadas por huesos y pelos que no pueden digerir y por lo tanto devuelven. Lo hacen casi siempre desde sus posaderos mas comunes, con lo cual, es una forma de localizarlos. Si se estudian estas egagrópilas se puede saber cuales son sus hábitos alimenticios; en relación a los buhos de Valorio hay un estudio de las egagrópilas, publicado (Instituto de Estudios Zamoranos Florian Docampo) por J. Alfredo Hernández, habitual paseante por Valorio que hablando con él demuestra un profundo conocimiento de las aves. En ese estudio Alfredo demuestra que las presas mas habituales del buho en Valorio son el topillo de campo, el ratón de campo y el ratón moruno que suman entre los tres el 65,5% de sus presas. Luego, las aves, que son un 19,2% de su alimento, entre ellas, sobre todo, el gorrión común, el estornino negro y el mirlo común. El resto de presas es muy variado, entre ellas encontraremos, ratas, pequeños pajarillos (jilgueros, lavanderas, colirrojos, verdecillos,…) e insectos (grillos, chicharras y alacrán cebollero).
Allí estuvimos hasta que la noche se nos echó encima. La última imagen fotografiada fue un pollo que pedía insistemente comida a sus padres. Nuestra visita había terminado y comenzaba la actividad para el buho, el señor de la noche.
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