Me encuentro en Puebla de Sanabria, en el campamento de las
XV Convivencias Medioambientales organizadas por el AMPA del Colegio Sancho II
de Zamora. No tengo mucho tiempo libre pero del que dispongo lo aprovecho para salir
al campo. Eso hice en tres ocasiones antes de que llegaran los niños, salir al
campo, sobre todo, al anochecer, que es cuando los animales se empiezan a mover.
Corzos, jabalís y ciervos empiezan su actividad cuando el día llega a su fin.
Hemos podido ver bastantes ciervos, tanto machos como
hembras e incluso una cría recién nacida que era igual que “bambi”, con sus manchitas y sus largas,
delgadas y torpes patas que parece que no le sostuvieran cuando se pone en pie.
La cría estaba junto a su madre en una zona de hierbas altas
en las que se tumbará y no se moverá hasta que ella vuelva. Es su manera de
defenderse de los depredadores. Permanecer inmóvil, quieta y callada, sin
emitir ni un solo ruido. Varias veces al día su madre acudirá a darle de mamar
y lamerla de arriba abajo para quitarle cualquier olor que pudiera tener. Al terminar
esta operación la cierva marchará, no muy lejos, permanecerá atenta y alerta en
las cercanías por si sucede algún imprevisto.
Si un depredador apareciera y se dirigiera hacia su cría la
cierva no dudaría en ningún momento en ir hacia él para llamar su atención,
distrayéndolo o atrayéndolo hacia ella, poniendo su vida en peligro si fuera
necesario.
La cierva vigilaba y su pequeña cría mamaba placenteramente
empujando con su hocico para llamar a la leche. Cuando terminó, la cría se
tumbó y la cierva se separó.
También hemos podido contemplar machos de diferentes edades,
todos ellos todavía con la borra en los cuernos. Borra que se le irá cayendo en
las próximas semanas cuando la cuerna deje de irrigarse con sangre y deje de
crecer. Los capilares se cerrarán y la cuerna se irá endureciendo, la borra
(recubrimiento de la cuerna) les comenzará a picar y se restregarán en los
árboles con lo cual se desprenderá y quedarán las cuernas afiladas que todos
conocemos.
Por cierto, los corzos, ciervos o gamos tienen cuernas, no
cuernos. La diferencia fundamental entre cuernos y cuernas es que los cuernos
son permanentes y las cuernas se caen todos los años.
Ambos son estructuras óseas recubiertas y, mientras los
cuernos (lo que tienen las vacas) nunca se caen. Las cuernas (lo que tienen los
ciervos, corzos,…) cuando dejan de crecer, dejan de irrigarse y se secan,
quedando a la estructura ósea sin enervación ninguna, sí se caerán al cabo de unos meses y comenzarán a salirles otros para la temporada siguiente.
Foto "robada" a mi amigo Ernesto de su blog, naturaleza diminuta. |
Vareto sin "borra" en los cuernos. |
Dos varetos, ciervos machos de un año que tienen su primera
cuerna que son dos varas largas, acompañaban a una cierva, seguramente su madre,
que fue la primera en detectarnos. Se cuadró y nos miró. No nos veía con
claridad. No sabía lo que éramos pero estaba mosqueada. Emitió su característico
sonido de alerta. Un sonido seco, corto y profundo. Los tres se quedaron
petrificados mirando hacia nosotros. Cuando la hembra dio la orden salieron
hacia donde ella marcó como zona de escape. Fueron tras ella perdiéndose en las
escobas.
Un enorme macho comía tranquilamente. Su cornamenta era
impresionante, aún estando todavía creciendo, la cuerna tenía ya catorce
puntas. Sería un macho poderoso y fuerte que controlará en tiempo de berrea,
tiempo del celo de los ciervos, a unas cuantas hembras.
Jabalí rascándose en un tocón de pino. |
Junto a él un ciervo más pequeño y varios jabalís que comían
sin inmutarse de sus formidables vecinos. Varios jabatos corrían de aquí para
allá por la pradera jugando bajo la atenta mirada de su madre y varios jabalís
adultos cuidaban de ellos y, si alguno se iba lejos, rápidamente lo conducían
hacia el resto del grupo.
Un buen susto nos dio un jabalí mientas caminábamos por una
zona de brezos bajos cuando un jabato salió corriendo a unos 6 metros de
distancia pero un adulto, se levantó y nos miró fijamente. En voz muy baja le
dije a mi compañera: “Pilar date la vuelta muy despacio”. A lo que me contestó:
“¡No!. ¡Sí está ahí!”. “Por eso”. Le respondí. “Ni se te ocurra acercarte”.
Los jabalís con crías son bastante peligrosos y a esa
distancia y con esa mirada, más. Nos dimos la vuelta y seguimos nuestro camino
mientras la noche comenzaba a adueñarse del campo en el que un zorro buscaba crías de conejos en una zona propicia y los corzos ladraban con fuerza.
Están en celo y los machos ahora están con la cuerna en todo
su esplendor. Vimos varios corzos y corzas que mientras unos estaban
preocupados ladrando al viento y nos dejaron acercarnos, las hembras, mucho más
atentas, huían más rápidamente ante cualquier ruido o presencia extraña. La noche
envolvió el campo y, como decía mi abuela, “todos los gatos son pardos”, con lo
cual, regresamos a nuestro quehacer
cotidiano en esta zona tan hermosa y espectacular como es Puebla de Sanabria.
Estas experiencias son reconfortantes pues le ayudan a uno a conectar con la naturaleza en estado puro, de la que cada vez es más difícil disfrutar.
ResponderEliminarOs habéis incorporado al quehacer de corzos, ciervos, jabalís y zorros como debe hacerse, sin perturbar su tarea y habéis podido observarles bien y comprenderles un poquito mejor.
Buena experiencia.
Un saludo desde Pucela.
Es apasionante, por lo menos para mi, observar a los animales en su habitat, sin interferir en sus quehaceres cotidianos y siempre se aprende. Un saludo y gracias por seguir el blog.
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