Llegamos el viernes con la esperanza de tener, como mínimo, la misma suerte que el año anterior y poder disfrutar del increíble animal que
es el oso, pero todo nuestro gozo se convirtió en frustración; desde que
llegamos el viernes hasta el domingo a mediodía no levantó una niebla meona para nosotros, para los asturianos simplemente estaba orvallando; dicha niebla nos impidió hacer
alguna espera hasta el domingo por la tarde, cuando nos teníamos que volver.
La naturaleza es así y en muchas ocasiones no puedes hacer
nada de lo que tenías previsto; quizás sea la manera de obligarte a volver,
quizás sea una manera de tenerte enganchado.
En vista de que la niebla no levantaba nos dedicamos a
pasear, hablar y disfrutar del entorno en la compañía de buenos amigos; en una
de esas conversaciones tan instructivas, con nuestro anfitrión Tino, nos
enteramos que junto al pueblo en el que estábamos, en esta preciosa provincia de
Asturias, había un oso que vivía en el robledal que estaba junto al pueblo y
que casi todas las noches bajaba a comer fruta junto a una
farola donde lo solían ver. Había que intentarlo. Así es que nos escondimos en
el coche y estuvimos mirando la farola durante casi dos horas en la fría noche
esperanzados de que el oso bajara en ese momento por allí. Nueva frustración.
No bajó en ese momento, pero sí conseguimos estos pequeños tesoros.
Preciosa huella de oso. Vimos alguna más pero menos marcadas. Esta fue un regalo ya que estaba en una zona de barro. |
Excremento de oso lleno de titos de cerezas (a mediados de septiembre). |
Pequeños tesoros que nos dejaron tremendamente
impresionados. Había estado allí. Estaba allí. Vivía allí. El oso se había
bajado al pueblo y como nos decía Tino: "Este año es muy raro; como no
hubo primavera y nevó hasta casi julio ahora tienen para comer manzanas,
arándanos, avellanas, cerezas, moras, bellotas...de todo y es muy difícil
localizarlos. Este baja aquí porque tiene todo eso para comer a la vez, en el
mismo sitio y, además, está tranquilo. ¿Dónde va a ir mejor que aquí? Este año el
bosque está loco".
Tino es un hombre de campo y conoce perfectamente el bosque
y al oso. Sabe por dónde se mueve. Sabe dónde está. Conoce los valles y los
bosques como la palma de su mano y sabe que el oso se mueve en función de la
comida y esta le llega escalonada en el tiempo; primero una cosa y luego otra,
antes el arándano que la avellana o la bellota, pero este año no; todo está a la
vez, que si cerezas en septiembre junto con moras o avellanas, arándanos y
bellotas...
Hablar con Tino es aprender. Aprender de un hombre que habla
de forma pausada, con voz clara y firme, que te cuenta historias de lobos, de
osos o de urogallos, que sabe lo que dice porque lo ha vivido desde niño,
porque lo vive, que admira y ama al oso. Es una de esas personas que trasmiten
su entusiasmo envuelto en optimismo pero nunca olvidando la realidad; que sabe
de los problemas del oso, que lamenta que la Fundación Oso haya cambiado su
filosofía y que todo el prestigio que había ganado en años lo pierda en muy
poco tiempo. Que nos preguntaba sobre el oso o los osos de Zamora interesado
por las noticias; algo de lo que, seguramente, haga alguna entrada próxima.
Sus
experiencias, sus historias y sus sabias palabras te abstraen y emocionan. Te
llevan a lugares especiales. Te muestran la vida del oso sin tapujos, o la del
lobo, o te cuenta cuando el urogallo se cazaba y se ponía de tapa en los bares y
ahora casi no hay, algo que lamenta profundamente, algo que siente en el alma y
lo dice con un pesar infinito. Así es Tino. Un hombre de campo. Un hombre que
ama el campo.
Fue un verdadero placer hablar con él y su familia que nos
acogieron de una manera excepcional y nos hicieron sentir como en nuestra
casa. Volveremos, y la próxima vez esperamos que la niebla nos dé un respiro y
podamos, por lo menos, admirar el paisaje e intentar buscar a ese animal mítico
que es el oso.
Preciosa entrada José,
ResponderEliminarte entiendo perfectamente, nosotros cuando llegamos el sábado: sol en León y niebla en Asturias. No tenemos la suerte de conocer a Tino, que nos habría venido de perlas para hablar con él y disfrutar la mañana con sus historias. Tuvimos que cambiar de planes.
Como ya sabes, el domingo tuvimos más suerte, disfrutamos del oso y del paisaje del Parque natural.
Saludos desde León
Al parecer el oso no quiso que disfrutárais de su presencia pero, tal y como relatas lo acontecido durante el fin de semana, también fue toda una experiencia el compartir conocimientos e inquietudes, nuevos aprendizajes, paseos y charlas animadas... en fin, todo eso forma parte del disfrute del medio si, como cuentas, es entre verdaderos apasionados de natura.
ResponderEliminarUn relato que nos mantiene atentos hasta el final, por si las moscas...
Seguro que a la próxima, aparece.
Un saludo de 'Ojolince y Sra.'
Es interesante encontrar personas como Tino, que conocer la naturaleza. Son auténticos sabios.
ResponderEliminarA ver si hay suerte en otra ocasión.
Un saludo.
Gracias por vuestros comentarios. No pudimos ver al oso pero disfrutamos en muy buena compañía y hablar con gente que sabe tanto y lo vive es una experiencia única. Un saludo.
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