Llevo varias semanas siguiendo las evoluciones de una pareja
de pico menor en su nido, por supuesto sin causarles ninguna molestia y tomando las precauciones necesarias algo que se debe de hacer siempre ya que las molestias en el periodo de cría pueden causar muchos problemas e incluso el abandono de la pollada. Es apasionante ver como van evolucionando, como cada
día que voy sucede algo nuevo, algo diferente.
En España tenemos siete pájaros carpinteros: pito real, pito
negro, pico picapinos, pico menor, pico dorsiblanco, torcecuello y pico
mediano. De todos ellos, el pico menor es el más pequeño, poco más grande que
un gorrión, tan pequeño que pasa totalmente desapercibido en innumerables
ocasiones. Tan pequeño que verlo no es nada fácil, es escurridizo y se adapta
perfectamente al entorno en el que vive.
Durante todo el invierno llevo viéndolos en el bosque de
ribera en el que viven y estaba deseando que llegara la época de cría para
intentar localizar donde tenían el nido y sus evoluciones; la suerte me sonrió
cuando mi amigo Fernando García y su mujer Alegría dieron por casualidad con su
ubicación. Allí estaba el pequeño agujero.
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Macho asomado. |
El agujero se encontraba situado en un viejo árbol muy cerca
del río; el lugar era perfecto para ellos, chopos y álamos seguían la orilla
del riachuelo que fluía con su agua limpia mientras sus habitantes se movían
inquietos de un lugar a otro; los estorninos negros ya tenían sus polladas, los
carboneros se afanaban en sus nidos, los pitos reales reclamaban en lo alto de
los árboles mientras una oropéndola cantaba sin cesar y los ruiseñores comunes
competían por ver quién entonaba mayor variedad de notas y trinos, el pequeño
chochín se movía nervioso de arbusto en arbusto según se oía el hermoso canto
del cárabo y el repiquetear de los picos picapinos. Este es el hogar del pico
menor, el hogar de nuestros protagonistas, una pareja de pico menor que han
construido su nido en este enclave.
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Macho a la entrada del nido y hembra en el lateral del tronco. |
Durante los primeros días tuvieron un trajín constante de
entradas y salidas del nido. El macho estaba trabajando en él, estaba
terminando el agujero en el que sus pequeños nacerían. Entraba rápidamente y
picoteaba en su interior. Se le veía moverse dentro y salir con el pico y la
cara llena de pequeñas virutas de madera que indicaban lo que estaba haciendo;
por el contrario, la hembra entraba muy pocas veces y se limitaba a apoyarse en
el tronco y observar o quedarse en árboles cercanos desde los que no perdía
detalle para, pasado cierto tiempo, entrar en el agujero a modo de pequeña
supervisión pero nunca salía con virutas en la cara, por lo que no trabajaba
dentro, no picoteaba, seguramente acondicionara su interior, le daría su toque
definitivo.
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Macho en el interior trabajando en su construcción. |
Al cabo de los días las entradas y salidas se espaciaron
considerablemente. Entraba el macho y salía la hembra o al revés, lo hacían
rápidamente, sin permanecer como las semanas anteriores apoyados en el tronco.
Llegaba el macho y nada más que la hembra notaba que estaba en la entrada del
agujero salía rápidamente para dejar que entrara y, al revés,
exactamente igual. Estaban incubando.
Cada media hora, aproximadamente, se tomaban el relevo; siempre estaba uno de los dos en el nido, había que defenderlo ya que los peligros pueden venir de muy cerca; el pito real o el pico picapinos suelen atacarlos e intentar reventar el nido del pico menor picoteando la entrada o la zona en la que creen que están los huevos o los pequeños pollos; si os fijáis por debajo del agujero hay unos cuantos agujeritos de un atacante que ha intentado llegar a la cámara cual "ladrón de tumbas". Cuando esto sucede el pequeño pico menor se transforma y defiende ferozmente su nido y pollada con ataques en picado al atacante hasta conseguir hacerle huir.
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Macho de pico menor observando las evoluciones de un vecino. Los pequeños agujeros por debajo del nido son las marcas de un ataque. |
Los días pasaban y la vida a su alrededor proseguía lenta pero
sin pausa; los pollos de los estorninos pedían si cesar mientras un escurridizo
ruiseñor bastardo cantaba entre las zarzas y la pareja de pico menor seguía con
su actividad hasta que un día, la hembra, y sólo la hembra, en algunas ocasiones venía con ceba en el pico; ¿tendrían pollos? ¿habrían nacido los pequeños?
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Hembra con una larva en el pico. |
Continuará.
Unas fotos muy guapas y un un texto muy entretenido...me encanta este pajarín.
ResponderEliminarSalud!!
Jajaja, qué bueno, nos dejas con el continuará.
ResponderEliminarMenudo bosque encantado que tienes.
Por cierto te has fijado que los estorninos imitan el canto de otras aves?
Como siempre un reportaje muy interesante.
Saludos.
Es apasionante poder seguir las evoluciones de una pareja de cualquier especie de ave, se aprende mucho; aunque, personalmente, no he tenido la suerte de localizar el nido de un pico menor. Gracias por compartir la experiencia, así también podemos aprender los demás.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Apasionante relato que nos deja 'in albis'... Bueno, más bien intrigados y expectantes... ¿Qué habrá sucedido en el acogedor nido de los pequeños carpinteros?
ResponderEliminar'Ojolince y Sra.' esperamos la pronta resolución del misterio.
Una especie con mucho encanto que aún no e tenido la suerte de poder disfrutar. Ni de verla siquiera. Es un tesoro ese bosque del que disfrutas
ResponderEliminarUn saludo y seguiremos la continuación de la historia, ojalá que con final feliz
Hola. Soy Isa Oltra. Y conseguí - sin saber como - entrar como blogger.
ResponderEliminarExcelente el relato y fotos acerca del pico menos.
Mi enhorabuena y espero el final.
Un cordial saludo
Poder seguir la evolución de la cria de esta pareja de pico menor es apasionante y lleva unas cuantas horas de espera que se hacen con sumo gusto ya que siempre hay algo que ver y aprender: un detalle, otro pájaro, su comportamiento dependiendo de circustancias determinadas... La historia continuará, no os quepa duda, espero que os guste la continuación. Un saludo a todos y muchas gracias.
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