martes, 10 de noviembre de 2015

Gijón II.

Un paseo por la playa, y más para alguien de interior, es algo mágico, especial y, si además, tu pequeña es la primera vez que ve el mar, que toca la arena o que las olas cubren sus diminutos piececitos se convierte en algo único y muy difícil de olvidar; maravillosos paseos por la playa en los que siempre hay algo que observar y, si es tu pequeña la que se emociona cuando un perro va corriendo o una gaviota o una garceta pasan volando o las ve en el suelo, la satisfacción se multiplica infinitamente y la sonrisa te ilumina la cara viendo como las señala y grita de emoción.
Las gaviotas, cuando la marea está baja, se posan en la arena mientras las garcetas comunes rebuscan entre las rocas o los vuelvepiedras no paran en sus constantes idas y venidas entre las rocas o las olas y, en uno de esos paseos, tuve la suerte de localizar a una gaviota cabecinegra anillada, mi primera gaviota anillada que había conseguido leer el código completo.
La verdad es que a muchos no os hará ni sensación pero para mi era algo diferente y especial. Como he comentado en muchas ocasiones me gusta especialmente conocer la historia de las aves que veo anilladas, es algo que me llama mucho la atención y que me da igual que sea un ganso, una grulla o una gaviota porque cada una de esas aves tiene una historia que contarnos, una vida diferente y apasionante.
Siempre he pensado que el mundo de las gaviotas, para alguien de tierra adentro, es algo realmente muy complicado, sus diferentes plumajes hacen que te vuelvas loco y, en muchas ocasiones, no sepas que estás viendo por lo que la gente que es capaz de distinguirlas sin problema tienen toda mi admiración y reconocimiento.
La gaviota cabecinegra estaba en un grupo en el que había gaviotas patiamarillas y reidoras; estaban en la playa, descansando. Su anilla era PEA7.
Cuando volví a Zamora me puse en contacto con Antonio Gutierrez (al cual le doy las gracias por su atención y ayuda) de gaviotasyanillas quién, muy amablemente, me indicó los pasos que debía de dar; así es que me puse manos a la obra y en dos días tenía el historial de la gaviota.
Fue anillada  en Mietkow-Wroclaw (Polonia) como adulto de tercer año de calendario el 1 de mayo de 2007, con lo cual tenía once años. Había sido vista 38 veces sobre todo en Francia y España a donde viene desde pocos meses después de anillarse (siempre a Asturias) y es una asidua de Gijón desde el 8 de octubre de 2013 cuando vino por primera vez volviendo, desde entonces, todos los años.
Otro de los habituales de la playa es el pequeño vuelvepiedras que tan pronto te lo puedes encontrar en mitad del paseo comiendo pan junto a los gorriones como entre las rocas buscando y rebuscando comida.
Entre los vuelvepiedras volví a encontrarme con uno anillado que ya había visto en mayo de 2012; este pequeño fue anillado por el grupo GIA-Torquilla en febrero de 2012.
Vulevepiedras anillado. Fotografía del 2 de noviembre de 2015.
El mismo vuelvepiedras anillado en una fotografía
del 13 de mayo de 2012.
El pequeño vuelvepiedras es una de las aves que realiza mayores migraciones; por ejemplo, un vuelvepiedras anillado en Canadá (en el nido) a los dos meses estaba en Portugal habiendo recorrido 5.000 km pero, no solo viajan enormes distancias, sino que lo hacen a una velocidad muy alta, por ejemplo, un vuelvepiedras anillado en Noruega se recuperó once días después en Portugal a 2.300 km de distancia (datos recogidos de la web pajaricos).
Este pequeño limícola no para un instante, busca y rebusca, levanta piedras, da la vuelta a pequeños moluscos que come mientras las olas suben y bajan en un baile constante en el que parece que va a ser tragado por las olas.
Las garcetas comunes son otro de los fijos entre las rocas, sobre todo, con la marea baja, momento que aprovechan para buscar peces o moluscos que quedan en las pequeñas charcas o entre las rocas.
También pueden aparecer diferentes tipos de correlimos o este precioso chorlito gris que se paseaba por la playa.
Como mencioné en la entrada anterior el parque de Isabel la Católica es un lugar para visitar y en él pude disfrutar, a placer, de las evoluciones de varios martines pescadores que volaban en las pequeñas lagunas posándose en sus posaderos desde los cuales se lanzaban como pequeñas y endiabladas flechas sobre el agua.
El Martín pescador es un ave espectacular de un color azul metálico y naranja que impacta cuando lo ves de cerca; es un pequeño rayo que penetra en el agua como una flecha para salir, de vez en cuando, con un pequeño pez al que golpea enérgicamente contra la rama en la que se encuentra y comerá empezando por la cabeza menos, cuando está criando que le lo tragará por la cola para así regurgitarlo con la cabeza hacia adelante y facilitar la comida de sus pollos.
En el parque también había gaviotas patiamarillas y reidoras, garcetas comunes, cormoranes, un ánade rabudo, un pato cuchara o varios patos colorados de origen salvaje que nadaban entre los habitantes domésticos del parque así como un halcón peregrino que vimos varias veces tanto en el parque como en la playa que andaba detrás de las gaviotas.
Hembra junto a dos machos de pato colorado.
Los días se nos terminaron y los paseos por la playa también, paseos que recordaremos como el primer contacto de una niña pequeña y avispada con el mar, niña que mira todo lo que tiene a su alrededor y se emociona con el mundo que descubre día a día y nosotros con ella.

2 comentarios:

  1. Más que afición, es la pasión por la naturaleza y especialmente a las aves las aves, lo que nos une. Pero ninguna emoción es comparable a la registrada en los ojos de esa niña, abierta a todo lo que sucede. ! Que la disfrutes !

    Un saludo desde Donosti
    Alfredo

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    1. Hola Alfredo. Muchas gracias. La pequeña es una maravilla ver como disfruta de todo lo que tiene alrededor con su inocencia, con su mirada limpia y sincera; de momento le encanta la naturaleza, ver los pájaros, los perros, los gatos, los árboles...es un orgullo verla. Un saludo.

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