La
mañana amaneció espléndida y calurosa; el sol se levantaba por el horizonte
asomando rojizo y majestuoso. Unos pescadores colocaban
sus aparejos y diferentes grupos de cormoranes moñudos y garcillas bueyeras
pasaban volando mientras esperaba la hora de partida. Poco a
poco empezaron a aparecer más integrantes de la salida organizada por Aves cantábricas desde Santoña.
Llegó
el momento de zarpar. Mis ganas e
ilusión se multiplicaban exponencialmente ya que nunca había realizado una salida
pelágica en busca de las aves del mar; para alguien de interior, el mar es algo inigualable, fantástico, mítico, es un mundo fascinante y
desconocido que asombra en cada instante, en cada ola, en cada ave, en cada
color y que provoca un enorme respeto.
Las
gaviotas comenzaron a llegar en gran número. Se acercaban. Volaban a tu lado o
se tiraban al agua en busca de un trozo de comida en un frenesí constante.
Entre
las gaviotas las más abundantes eran las patiamarillas, algo que me llamó la
atención es que había muy pocas adultas, la mayoría eran jóvenes o de primer y
segundo año que se lanzaban frenéticas al agua buscando una recompensa.
Entre
ellas comenzaron a aparecer otras gaviotas que también buscaban alimento;
algunos ejemplares de argéntea,
tridáctila, cabecinegra, sombría y varios gaviones atlánticos se
mezclaban con las patiamarillas que luchaban por el tesoro que les caía del
barco.
Especial
ilusión me hizo ver alguna gaviota argénteas y tridáctila; especies
que no puedo ver, que ansío y espero que alguna vez aparezcan por mi tierra.
Las dos son preciosas.
Gaviota cabecinegra. |
En
este maremagnun de gaviotas siempre había una voz que chillaba: “Pardela…”; el
movimiento y la expectación eran máximos. Pudimos ver pardela sombría, balear,
capirotada y pichoneta. Nunca las había visto. Son pequeños misiles que se
mueven a ras de agua en la inmensidad del océano planeando para realizar un
mínimo esfuerzo pero abarcando enormes distancias en sus movimientos y
migraciones por el océano.
Pardela balear. |
Pardelas baleares. |
Pardelas sombrías. |
La
actividad era frenética a nuestro alrededor que si a mirar por babor, por
estribor, para arriba, para abajo; las aves aparecían por todos lados. Otras
pardelas que pudimos ver fueron las pardelas pichonetas que crían en nuestro
país solamente en las islas de Tenerife y La Palma pero que en sus migración
también nos visitan; al igual que las capirotadas que volaron muy cerca del
barco mostrándonos toda su belleza.
Pardelas capirotadas. |
El tiempo pasaba a una velocidad de vértigo; las gaviotas
continuaban su búsqueda incesante de cualquier resto que pudiera caer al agua
y, entre ellas, aparecieron varias anilladas. Desde el propio barco pude
distinguir dos patiamarillas, las dos con anilla verde y dígitos blancos: PHXY
y PHZH. Curiosamente esta segunda la había visto el día anterior en el puerto
de Santoña.
En la foto anterior y en esta la misma gaviota. Una en alta mar y la otra, el día anterior, en el puerto de Santoña. |
Las dos están anilladas en Tarragona (todavía no se nada
más de ellas) y, seguramente, hayan llegado hasta aquí a través del río Ebro. Si
estas dos las pude ver en directo otras dos las descubrí en las fotografías
pero ninguna la pude leer. Una cabecinegra anillada con anilla de metal y otra
con anilla roja en la tibia procedente de Holanda; la pena fue no darme cuenta en plena salida para intentar hacerles fotos, de tal manera que se pudiera leer, cuanto menos, la de la anilla roja.
La majestuosidad de un alcatraz adulto. |
La mañana avanzaba sin darte cuenta; aves, mar y gente con la que entablar una agradable conversación como Ernesto Villodas, al cual quiero agradecer toda la información y ayuda que me brindó en la visita a su tierra.
Había pasado más de media mañana pero los avistamientos continuaron y, entre ellos, el verdadero protagonista de la mañana, el alcatraz, un ave bella y majestuosa que hizo las delicias de todos los que íbamos en el barco pero... eso, será otra historia.
Había pasado más de media mañana pero los avistamientos continuaron y, entre ellos, el verdadero protagonista de la mañana, el alcatraz, un ave bella y majestuosa que hizo las delicias de todos los que íbamos en el barco pero... eso, será otra historia.
Muy buena tu narración, José. Fue un placer conocerte y ahora tengo que hincarle el diente a tu libro.
ResponderEliminarUn abrazo
Igualmente. Espero que te guste. Un saludo y gracias.
EliminarBravo PEPE muy bien marrado pero para otra vez me llevas a mi yiyi
ResponderEliminarAnilhamento é uma atividade muito produtiva, útil e interessante! Que sorte a sua poder ver o mesmo pássaro em dias diferentes...
ResponderEliminarPrecioso relato de um dia de mar espetacular! Uma bela entrada com maravilhosa coleção da natureza.
Um beijo
Muchas gracias. Fue una mañana estupenda. Un saludo.
Eliminar¡Al fin se cumplió ese deseo tuyo de salir a la mar a ver aves!
ResponderEliminar¡Cómo lo has vivido y disfrutado!
A medida que avanzamos en la lectura de tu crónica es mayor el entusiasmo que transmites y a 'Ojolince' le viene el recuerdo de esa primera experiencia suya allá en Octubre de 2014, también en el barco de Alejandro.
Impresionante y apasionante la vida de estas aves marinas que son capaces de grandes proezas, casi increíbles, como lo que relatas de la Pardela sombría.
La 'patiamarilla' anillada, se diría que quiso ir a saludarte mar adentro, jeje.
Excelente trabajo, José.
Para 'Ojolince y Sra.' siempre es un placer leerte.
Por fin lo conseguí y lo disfruté enormemente. Me acuerdo de vuestra salida y la he visto varias veces antes de embarcar. Me resultó fascinante e incluso me supo a poco. Espero poder hacer alguna más. Un saludo y gracias por vuestras palabras.
EliminarEstas salidas pelágicas siempre resultan interesantes. Y tu transmites las observaciones con especial ilusión y entusiasmo. Muy buena la narración. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo desde Donosti
Alfredo
Gracias Alfredo. Celebro que te haya gustado, espero que también lo haga la segunda parte. Un saludo.
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