Seca. Villafáfila está seca. Por desgracia, en los últimos años, es la misma historia, es la tónica. No hay agua. No ha llovido y en una época tan importante para las aves migratorias como es esta nos encontramos que vienen a pasar el invierno y no encuentran agua, con lo cual, no se quedan, se quedan muy poco tiempo o se quedan en números irrisorios.
Sinceramente creo que, dadas las circunstancias, desde la dirección de la Reserva deberían replantearse la posibilidad de meter agua en años como este, años secos, no digo meter agua siempre, no, digo que si en una fecha concreta como puede ser mediados-finales de octubre no ha llovido se meta una cantidad de agua suficiente en la Salina Grande como para que cuando lleguen las aves invernantes encuentren una zona en la que poder quedarse, si no se hace así vamos a perder Villafáfila, además del prejuicio medioambiental está el perjuicio económico para la zona ya que mucha gente que venía a ver aves ya no viene y no vendrá si no hay aves, por lo tanto, restaurantes, bares, gasolineras, alojamientos…están perdiendo y perderán una importante fuente de ingresos: el turismo de naturaleza que dejaba mucho dinero en la zona.
¿Y qué sucede con estas aves que están viniendo y no encuentran agua para poder quedarse? Evidentemente se van a zonas en las que tengan agua como son La Nava (Palencia) o El Azud del Río Lobos (Salamanca), zonas que tienen agua porque se han llenado artificialmente, o bajarán hasta Extremadura y Doñana aunque el icónico Parque Nacional de Doñana también está completamente seco.
Aún con esta situación se ve una gran variedad de aves pero en números muy, muy bajos, números lamentables para la época del año en la que nos encontramos. El ejemplo más característico y sangrante son los ánsares. El pasado sábado pudimos ver unos 300 ejemplares que conforman un pequeño grupo que se mueve entre los exiguos charcos de agua y las zonas de alimentación. Grupo que al día siguiente no llegaba a 100 ejemplares.
Este número contrasta con los 1.200 de 2018, o los 4.000 que había en el censo realizado por la reserva el 15 de noviembre del 2016. De 4.000 a 100 en cinco años, en la misma fecha. Sin palabras.
El ánsar piquicorto es el primero del grupo. |
Este precioso ánsar se reproduce en Groenlandia, Islandia y el archipiélago de Svalbard situado al norte de Noruega. Los ejemplares que proceden de Islandia y Groenlandia llegan hasta Gran Bretaña para invernar así como los de Svalbard lo hacen a Noruega, Alemania pero sobre todo a Holanda, Dinamarca y Bélgica; de ahí es, seguramente, de donde vienen hasta nuestra tierra.
Otro de los atractivos de Villafáfila en esta época son las grullas. Grullas elegantes, chillonas y de movimientos gráciles. Grullas que viajan en familias. Familias en las que los padres enseñan a los pollos del año el recorrido de ida y vuelta desde su lugar de cría hasta el de invernada, así como los lugares de descanso y de alimentación. Pollos que deben de memorizarlo y recordarlo porque al año siguiente no tendrán la guía de sus padres.
Como ha sucedido con un pollo del año pasado: BBR-YRW, anillado el 13-6-2020 por T. Heinicke en Görlsdor Brandenburg (Alemania) que ha vuelto este año, ya de adulto.
Grullas procedentes de Alemania como BBY-WGW anillada el 9-7-2012 por H.J. Haferland en Arnimswalde Brandenburg (Alemania) que he visto en 2013, 2018, 2019, 2020 y ahora en 2021, ha sido vista en Alemania, Francia y España.
También pude ver a la BBR-WRW que tiene solamente dos observaciones previas en Alemania y de la cual no tengo sus datos de anillamiento aunque seguramente fue anillada en 2020.
Grullas que este año por estas fechas también hay menas que el año pasado. Actualmente habrá alrededor de 500 ejemplares que deberían de ir aumentando.
Perdices, estorninos, avefrías, alondras y pequeños bandos de avutardas se ven salpicando el seco amarillo de las hierbas mientras un lagunero patrulla el terreno en busca de alimento a la vez que unos conejos se refugian en sus madrigueras asustados por el vuelo de un cernícalo vulgar, milano real o un busardo ratonero ante la atenta mirada de un águila real que posada en el suelo impone con su presencia.
Entre las grullas se pueden distinguir perfectamente las familias, los adultos y el pollo o los pollos que van con ellos, así como las que no tienen ningún pollo a su cargo.
150.000 grullas invernan en España, de las cuales más de la mitad se concentra en las dehesas extremeñas donde encuentran una fuente de alimento fácil y nutritiva, la bellota. El resto lo hace entre Andalucía, Castilla la Mancha y Aragón pero, un porcentaje muy bajo, se queda en las lagunas de Villafáfila. La mayoría de estas grullas provienen de Alemania, Suecia o Noruega y, en un porcentaje muy bajo, de Polonia, Finlandia, oeste de Rusia o países bálticos.
En la zona de la balsa 118 tarros blancos descansan en el lodazal en compañía de 3 avocetas, chorlitos dorados, correlimos comunes, avefrías, algunos azulones, patos cuchara y gaviotas reidoras mientras en la lejanía combatientes y cercetas comunes deambulan en la fina capa de agua mientras entran a dormir las gráciles grullas en compañía de dos garcetas grandes.
Seca. Villafáfila está seca. El agua es vida y como no llegue pronto la invernada será un verdadero desastre. La situación es muy preocupante, muy delicada. Las previsiones para esta invernada son desastrosas. No tiene pinta de llover. No hay previsiones de lluvia. Si no llueve, el campo se muere y con él sus habitantes.
Como bien dices, el agua es vida. Y es el principal y prioritario bien para todo ser vivo.
ResponderEliminarOjalá esas previsiones sean equivocadas y pronto nos llegue a la península el ansiado 'bien'.
¡Bonita sorpresa el piquicorto!
Salud y saludos de 'Ojolince y Sra.'
Sin lugar a dudas muy preocupante el retrato que nos muestras sobre la actual situación de este emblemático enclave para las aves que es Villafáfila. lugar de referencia en la península para la observación de numerosas especies de aves. Desconozco si sería posible la aportación de agua de manera artificial, para paliar en alguna medida la falta de agua, pero esta claro que como sociedad no hacemos lo suficiente para evitar que las lagunas se sequen. Un abrazo José.
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