miércoles, 22 de mayo de 2013

Un día en la sierra con sorpresa final.

La mañana se levantó heladora, mas propia de un mes de diciembre que de mayo. El frío envolvía el ambiente cuando llegué a la sierra alrededor de las ocho y media de la mañana; mi intención era intentar observar a ese animal que tanto me apasiona, el lobo.
Cuando vas en su busca hay que ir mentalizado; hay que tener claro que verlo es muy, pero que muy complicado. Me aposté en un lugar de la Sierra de la Culebra y esperé contemplando la belleza de la gélida mañana.
La Sierra de la Culebra es una sierra muy antigua, de suaves ondulaciones y no de mucha altura, su altura máxima es Peña Mira (1.241m). Como dice Ascensión Baz, geóloga y conocida: "la Sierra de la Culebra pertenece a la denominada Zona Centro Ibérica, ligada a una estructura geológica muy importante, el anticlinal del Ollo del Sapo. La Sierra de la Culebra se desarrolla en la Orogenia Hercínica, hace unos 260 millones de años. En cambio sus materiales fueron depositados mucho antes, en zonas de playa y marinas someras. La edad de los materiales que la forman se encuentra entre los 500 y 410 millones de años". (libro: "Sierra de la Culebra: tierra de urces y lobos. De Patricio Bariego y José Luis Gutiérrez)
La mañana transcurría y el lobo no aparecía pero un buen ramillete de ciervos se asomaban entre brezos, escobas, pinos y carqueisas. La verdad es que estuve viendo ciervos a todas horas del día y los pude ver con todo tipo de cuernas (cuernas que no cuernos). 
Desde los que tenían unas pequeñas protuberancias que asomaban tímidamente, pasando por los que tenían una cornamenta medía cubierta de borra aterciopelada hasta algo que me chocó sobremanera, dos grandes ciervos que todavía no habían tirado las cuernas, algo sumamente extraño a estas alturas del año.
Algún corzo asomaba cautelosamente entre las escobas y un precioso zorro con su pelaje de invierno me dio un tremendo susto ya que cuando lo vi estaba medio escondido y solamente se le veía un trozo de su lomo, parecia otra cosa, pero cuando se movió pude disfrutar de este bello ejemplar que se movía con cautela.
La sierra de la Culebra tiene cumbres de cuarcita alargadas y estrechas que no siguen una misma línea, yendo de forma paralela; de ahí le viene el nombre a la sierra porque sus cumbres zigzagueantes parecen una culebra moviéndose.
Agateador común entrando en una grieta que hacía las veces de nido.
La mañana transcurría entre alegres y variados cánticos de los pájaros y tímidas apariciones del sol que se agradecía en cuanto asomaba. Alrededor de las once decidí abandonar la zona y me dirigí hasta un bosque cerca de Villardeciervos en el que pude disfrutar de innumerables pajarillos que tenían un trajín constante entre cánticos, exhibiciones y aportaciones a sus nidos.
A lo largo de todo el día pude disfrutar de multitud de aves como el herrerillo capuchino, carbonero garrapinos, acentor común, trepador azul, oropendola o torcecuello, pero quiero hacer referencia a un pájaro muy especial, el piquituerto; del que pude disfrutar de una verdadera exhibición de como se alimentaba de piñas.
Este pájaro tiene un pico característico y adaptado para comerlas. La mandíbula superior está recta mientras que la inferior está cruzada a la derecha o a la izquierda (no todos los pájaros la tienen hacia el mismo lado). 
Este pico lo introduce en la piña quedando las dos puntas una encima de la otra. Al cerrar el pico hará cuña para ir separando la escama de la piña, si hace falta se ayudará de giros de cabeza; de esta manera conseguirá abrirla y llegar al piñón. Aquí entrará en acción su larga y pegajosa lengua que cogerá el piñón y se lo comerá. 
Villardecirvos es uno de los 41 pueblos que están dentro de la Sierra de la Culebra que tiene alrededor de 70.000 hectáreas, de las que 61.305 han sido declaradas Lugar de Interés Comunitario y 67.340 Reserva Regional de Caza que se creó en 1973 con intereses, fundamentalmente, cinegéticos. 
A mediodía dejé Villardeciervos y me acerqué hasta el embalse de Valparaiso, construido en 1988, donde continué viendo ciervos en su orilla y la sorpresa de un águila pescadora y de encontrarme con cinco tarros blancos que nunca había visto en este lugar.
Tras una buena comida decidí ir a una zona en la que había posibilidades de observar nutria. Salí de la reserva pero según me dirigía hacia el lugar una silueta llamó mi atención. Paré el coche. Bajé y me quedé perplejo. Veintiún buitres leonados y tres negros estaban dando cuenta de una carroña muy cerca de la carretera.
No estaban todos juntos. Estaban esparcidos a diferentes distancias. Unos ya habían comido y otros esperaban su turno ya que los buitres comen en un estricto orden jerárquico. Había buitres de diferentes edades y los negros llamaron mi atención.
Buitre negro a la izquierda y leonado a la derecha.
El buitre negro es una imponente ave de gran envergadura, de hasta 3 metros, que intenta llegar a las carroñas antes que el buitre leonado para abrir el cuerpo y alimentarse de la parte muscular del animal. Mientras, el leonado, lo hará de las vísceras.
Buitres que volverán a comer en muladares ya que la Junta de Castilla y León los ha autorizado, de nuevo. Muladares en los que se podrán dejar cadáveres para que estos buitres más los milanos negros o cornejas que había por allí e incluso otros carnívoros puedan alimentarse.
En Zamora serán 133 municipios los que serán autorizados para dejar los cadáveres de ganado en determinadas zonas, lo que no quiere decir que haya igual número de muladares. Una buena noticia para estos buitres que se alimentaban detrás de unas rocas y que no pude ver qué era lo que comían; mi curiosidad iba en aumento y decidí moverme por una ladera desde la que, quizás, podría verlos mejor.
Con telescopio en mano anduve por un pequeño valle y comencé a subir una colina. Según llegaba arriba mi sorpresa fue todavía mayor. En la cumbre había más buitres que no había visto. Buitres que comenzaron a ir despegando como pesados cazabombarderos que corrían unos metros hasta el borde para así poder despegar. Conté catorce leonados y uno negro que no había visto desde donde estaba anteriormente que se levantaban pesadamente, con la barriga llena, tras una buena comilona. No conseguí ver la carroña pero el espectáculo mereció la pena.
Buitre leonado con la cabeza manchada de sangre.
Imponente buitre negro...
A medía tarde decidí probar nuevamente con el lobo y fui hasta otro lugar en el que tenía la esperanza de verlo. No podía quedarme mucho. Llegué alrededor de las 18:00 horas. Me coloqué. Monté el telescopio y pasados veinte minutos un precioso lobo salía de entre los árboles. Mis pelos se pusieron como escarpias y mi alegría estalló por dentro.
El lobo salió. Se tumbó y esperó. Pasados unos minutos otro lobo, este más grande y corpulento que el anterior, salió del bosque y se unió al primero. Se tumbaron juntos permaneciendo unos minutos tomando el sol de la tarde. El día se había completado con un premio gordo de dos preciosos lobos que comenzaban sus andaduras.
El primer lobo se levantó y comenzó a andar, al momento, el segundo hizo lo mismo y los dos se acercaron hasta un brezal que los cubrió por completo; es curioso que este brezal era una línea, no muy ancha, que avanzaba unos cientos de metros. Los dos lobos se metieron en él y desaparecieron. Iban por el brezal. Ocultos. Seguros. En ningún momento salieron. Se perdieron en él. Son animales listos, inteligentes que saben que su conocimiento del lugar les ayuda a sobrevivir y estos sabían perfectamente por donde ir ocultos.
El día de la sierra terminaba. Había sido intenso y emocionante. Volveré.

6 comentarios:

  1. Envidiable jornada.
    Enhorabuena por como lo cuentas, me da ganas de coger el coche y ir para allá lo antes posible.

    Saludos desde León

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    1. El día tuvo de todo. Tanto a nivel climático como de fauna. La verdad es que días así son una maravilla. Un saludo y gracias.

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  2. Bien sabes que la paciencia y el conocimiento del lugar tiene su recompensa.
    Un abrazo.

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    1. También le añadiría un poco de suerte que siempre viene bien. Muchas gracias por el comentario y seguir el blog.

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  3. Los de casa leímos el reportaje el viernes y desde entonces estamos planeando una nueva visita a la zona.
    Culebra no es una zona muy documentada, apenas hay información, pero a la vez, es curioso la cantidad de extranjeros que te puedes encontrar intentando observar al lobo.
    Estupendo reportaje.

    Saludos

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    1. Los extranjeros, en general, tienen una cultura ambiental diferente a la nuestra y, como bien dices, es común encontrar grupos de ellos esperando al lobo. La sierra está espectacular. Las lluvias caídas han provocado una explosión enorme de vida. Un saludo y gracias por seguir este blog.

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