miércoles, 4 de junio de 2014

La gaviota, el cangrejo y los somormujos.

Cuando llegamos a la laguna nuestro objetivo principal era ver los pollos de los somormujos que en estos días están naciendo y conforman una estampa muy especial con sus padres en el agua.
Si retrocediéramos varias semanas nos encontraríamos con la pareja de somormujos lavancos en pleno cortejo. Cortejo espectacular y llamativo. Cortejo en el que parece que estuvieran haciendo natación sincronizada en la final del campeonato del mundo de paradas nupciales para aves acuáticas.
La pareja se enfrentará. Se mirarán cual enamorados de película levantando y agitando las plumas de la cabeza, erizarán el moño y golas, estirarán el cuello y moverán las cabezas rítmicamente de un lado a otro a diferentes velocidades; se deslizarán como nadadoras de natación sincronizada, paralelos y enfrentados o uno alrededor del otro para terminar enfrentándose, pecho contra pecho y el cuello muy estirado, con el ofrecimiento de su amor en forma de plantas acuáticas (o algún pececillo) que se pasan de pico a pico.
Después vendrá la construcción del nido en forma de plataforma flotante entre carrizos y hierbas que si el agua de la laguna o del río varía, el nido también subirá o bajará ya que flota y no se irá río abajo porque está anclado. Allí pondrán de 3 a 5 huevos que al cabo de, más o menos, un mes de incubación, nacerán los pequeños somormujos que inmediatamente se tirarán al agua y subirán a la espalda de sus padres que los llevan como si fueran pasajeros de un confortable barco de recreo.
Y es, en este momento, cuando nos encontrábamos en la laguna mi amigo Ernesto y yo observando como nadaban alrededor de los padres, subiéndose y bajándose de la espalda como si fuera una atracción de feria.
En otra parte de la laguna una solitaria gaviota sombría de 2º año (gracias Damián Romay por su identificación) nadaba tranquila de un lugar a otro mientras fochas con sus proles patrullaban las orillas y una garza imperial se metía en su oculto nido.
Los pequeños somormujos nadaban alrededor de uno de los adultos, el otro, constantemente, se sumergía en busca de pececillos que daba a uno de sus pollos que podía estar nadando o subido en la espalda del otro adulto. 
El somormujo adulto que emergió del agua lo hizo un poco más alejado del grupo, con lo que, los cuatro pollos, se dirigieron nadando y reclamando hacia el que acababa de salir cuando, visto y no visto, con una rapidez endiablada, la gaviota se abalanzó sobre los pequeños somormujos. Su objetivo era el que estaba más alejado de los padres.
Si la sorpresa del ataque de la gaviota fue impactante la reacción de la familia de somormujos fue todavía más. Todo sucedió en segundos pero con una coordinación y determinación digna del mayor estratega de acciones de guerrillas.
Según la gaviota se lanzó hacia el pequeño, este se sumergió rápidamente y los otros tres lo imitaron como si les hubieran tirado de un resorte, mientras, el somormujo adulto que acababa de emerger, se lanzó con una rapidez, decisión y ferocidad sorprendentes hacia la gaviota que se había quedado en el agua desorientada. Le lanzó veloces picotazos que sorprendieron a la gaviota que no esperaba esa reacción y tardó unos segundos en remontar vuelo. Mientras, el otro somormujo adulto había nadado, sin perder tiempo, hacia donde se habían sumergido los pollos que, nada más que lo vieron llegar, salieron del agua y se subieron a su espalda como si fueran un dibujo animado saliendo como un pequeño torpedo a la superficie buscando el amparo y protección de la espalda de su progenitor.
Cuando el somormujo consiguió ahuyentar a la gaviota volvió junto al otro adulto que llevaba a los pollos sobre su espalda, se colocaron en paralelo, como si fueran dos barcas dispuestas a un abordaje y, dos de los pollos, se pasaron de un adulto a otro sin tocar el agua. El susto había pasado. La gaviota se alejó volando unos metros. Había fallado pero volvería a intentarlo.
Si el ataque de la gaviota a los pollos de somormujo nos sorprendió el siguiente hecho no fue menos.
En la misma laguna había varias parejas de somormujos lavancos nadando y pescando; uno de esos somormujos salió del fondo de la laguna con...¡un cangrejo! Era la primera vez que tanto Ernesto como yo veíamos algo parecido.
Única imagen que me dio tiempo a sacarle, con tan mala suerte que
el cangrejo quedó del otro lado (se le ve una pinza asomar).
Si raro fue que sacara un cangrejo más raro fue como se lo comió. ¡Le peló la parte de atrás y se lo comió! (Días más tarde pude presenciar nuevamente la misma escena de captura de un cangrejo con la misma operación. Algo que nunca había visto y en poco tiempo vi dos veces).
Días después del ataque de la gaviota volví a la laguna y uno de los pollos había desaparecido. Quedaban tres. Así es la naturaleza. Dura. Hermosa. Maravillosa. Impactante. 

2 comentarios:

  1. Otra lección sobre la vida que debieron de darte los pequeñines lavancos, me hubiera encantado haber estado allí para verlo. Una pasada. Comparto contigo que es una de las paradas nupciales mas espectaculares de nuestra fauna ibérica, unos momentos que algún día trataré de inmortalizar con mi cámara. Otra cosa es que lo consiga. Lo de los cangrejos no me sorprendió demasiado ya que alguna vez les he visto con ellos en el pico.
    Un cordial saludo y gracias por mostrarnos estas preciosidades

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    1. Hola Carlos. Los somormujos son muy espectaculares tanto sus crías como su parada nupcial. Con respecto al cangrejo era la primera vez que lo veía y me sorprendió. Un saludo y gracias por estar ahí.

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