Tres pequeñas cabezas asomaban entre las plumas del somormujo adulto que los transportaba como a pasajeros de lujo en
un seguro y fiable barco por la pequeña laguna. Tres cabecitas blancas rayadas
con líneas negras que permanecían asomadas hasta que el otro somormujo adulto
se acercó con comida para ellos, lo cual, me permitió verles gran parte del
cuerpo ya que asomaban insistentemente para recibir su parte.
Cada poco el adulto se acercaba para traerles comida e
incluso le daba comida al somormujo-barco que la repartía entre los pequeños
pollos situados sobre su lomo. Es curioso verlos como se pasan de la espalda de uno de
sus padres al otro como cuando una persona se traslada de una piragua a otra
pero, más curioso aún, es verlos cuando el adulto que los lleva se sumerge con
ellos subidos en su lomo, algo que ocurre muy pocas veces.
A veces se bajan de su barco para nadar alrededor,
siempre pegados a sus padres que los defenderán de todo intruso que se acerque
ya sea una focha que pasaba por allí o un peligro mayor que venga del cielo. En
cuanto los pequeños somormujos perciben el peligro y son avisados por sus
padres se suben rápidamente a cualquiera de los dos adultos, el que esté más
cerca será un seguro refugio hasta que pase el peligro; cuando este haya pasado
se volverán a reunir todos sobre la espalda de uno de sus padres.
Nuestra familia de somormujos tiene unos vecinos muy
especiales y variados. Si nos acercamos a la orilla escucharemos
insistentemente el potente y hermoso canto del carricero tordal que compite en
una canción sin fin con cualquier otro que esté en las proximidades.
Se subirá en lo alto de un junco cual maestro
equilibrista para desgañitarse con su característico canto que se escucha en
toda la laguna al igual que el inconfundible canto del cuco que desde lo alto
de un árbol cercano emite su monótono cuuuu-cu con la esperanza de encontrar
una compañera.
Dos machos de pato colorado se mueven tranquilamente
entre azulones. Machos con un plumaje muy diferente ya que mientras uno está
engalanado y vistoso el otro se encuentra en eclipse con un plumaje más apagado
que le hará parecerse a una hembra pero, su pico rojo intenso, le delatará como macho.
Junto a ellos una pareja de porrón moñudo se alimentan en
la laguna mientras las polladas de azulones entran y salen de los protectores
juncos al igual que las de las fochas o las gallinetas.
Entre los espesos juncos una garza imperial cría sus
pequeños que permanecen ocultos e inmóviles en el intrincado laberinto de
juncos mientras un aguilucho lagunero o un águila calzada patrullan en busca de
algún pollo despistado.
El críalo. Otro oportunista o jeta, según se pregunte a
unos u otros, también vive en el entorno de la laguna. Siempre que lo veo me
recuerda al dibujo de un enterrador del oeste de Lucky Luke. Ahí está.
Esperando que llegue su oportunidad de poner su huevo en el nido de otro.
En la pequeña laguna varios galápagos leprosos se asoman
subidos sobre palos, piedras o juncos para tomar el sol y así autorregularse la
temperatura.
En la orilla de la laguna el impactante martín pescador observa desde su posadero el vuelo de
aviones comunes o golondrinas que caen en picado sobre la superficie del agua
para frenarse y pasar a toda velocidad paralelas y así poder coger una diminuta
gota de la laguna.
La laguna es vida. Todas las lagunas son importantes,
desde las más afamadas hasta las más insignificantes; todas tienen su
importancia, todas tienen sus habitantes y todas tienen algo que contar.
La laguna es actividad pero este año en las pequeñas
lagunas de Coreses el movimiento es mucho menor que otros años, quizás la
abundancia de agua en otros enclaves, quizás la enorme presión a la que se
somete a estas lagunas por parte de individuos de poca o nula mente naturalista en la época
de caza o, simplemente, porque este año, para ellos, las condiciones allí no son las
idóneas, quién sabe o quizás un compendio de todas ellas han hecho que esta
temporada las pequeñas graveras estén menos pobladas y activas de lo habitual.
Precioso y completo reportaje, un abrazo desde Cantabria.
ResponderEliminarMuchas gracias Germán. Un saludo.
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