Sobrevuela la catedral. Planea lenta, parsimoniosa, como si con ella no fuera el paso del tiempo. Observa meticulosa. Gira en círculos. Su objetivo está abajo. Nervioso. Las palomas se alteran. Un palpable y acrecentado nerviosismo se huele en el ambiente. Las palomas están nerviosas. Miran al cielo. Su enemigo está ahí. Esperando su oportunidad. Esperando el momento en el que alguna paloma cometa un error. Momento en el que una de las asustadas palomas se distraiga, se separe o cometa el más mínimo fallo.
El nerviosismo se acrecenta. La poderosa águila calzada está ahí. Esperando. Vigilando. Una paloma se mueve y el resto la siguen en un gran revuelo. Es la oportunidad. Una paloma ha quedado despistada. El águila calzada se gira. Recoge las alas y…
...otra águila calzada se lanza sobre ella. Aparece de la nada. Quiebros. Agarradas. Giros. Las dos águilas luchan. Se pican. Se agarran. La atacante no ceja en su empreño, quiere expulsar del cazadero a una competidora, estas palomas son suyas y no tolerará a una intrusa. La expulsa. Triunfante se alza volando en círculos sobre la catedral. Vuela alta. Orgullosa. Altiva.
El nerviosismo se acrecenta. La poderosa águila calzada está ahí. Esperando. Vigilando. Una paloma se mueve y el resto la siguen en un gran revuelo. Es la oportunidad. Una paloma ha quedado despistada. El águila calzada se gira. Recoge las alas y…
...otra águila calzada se lanza sobre ella. Aparece de la nada. Quiebros. Agarradas. Giros. Las dos águilas luchan. Se pican. Se agarran. La atacante no ceja en su empreño, quiere expulsar del cazadero a una competidora, estas palomas son suyas y no tolerará a una intrusa. La expulsa. Triunfante se alza volando en círculos sobre la catedral. Vuela alta. Orgullosa. Altiva.
Las palomas han vuelto a la seguridad de la sobria torre
y de la majestuosa cúpula. Pasan los minutos y el águila calzada va descendiendo
nuevamente. Es su hora. Ha conseguido ser la que tenga derecho a cazar en este
antiguo lugar. Lugar repleto de palomas que nuevamente están alerta. Esta águila
calzada utiliza otra estrategia. Se aleja un poco, hacia la zona del castillo,
desde allí vigila. En un momento determinado se gira, repliega las alas y se
lanza, no en picado, si no de forma oblicua, en diagonal sobre su objetivo, las
palomas del tejado de la catedral que no la ven llegar porque el águila se ha
lanzado desde detrás de la torre ocultando su trayectoria.
Según va bajando extiende sus poderosas patas calzadas,
sus fuertes pies se abren, sus largos dedos se separan y sus poderosas garras
se disponen a capturar a una paloma que no ha sido capaz de detectarla. No la
ha visto venir. El águila ha triunfado. Ha conseguido su objetivo. La paloma es
suya. El cazadero es suyo.
Saciada, al cabo de un tiempo, vuela orgullosa y con el buche
lleno hasta un abeto cercano sobre el que se dispone a descansar. Nada más
lejos de la realidad. Una pareja de urracas no están dispuestas a dejarla
tranquila. Es su árbol y cerca está su nido. El águila no puede estar allí.
El águila se limpia, descansa pero las urracas son
tenaces y van a comenzar con su estrategia de hostigamiento sobre la llena
calzada. Una a una, como si de un sincronizado baile se tratara se van
lanzando, desde una seca rama cercana, sobre el águila.
Le pican. Le tocan con las uñas. No paran de
molestarla. Una tras otra no cejan en su empeño durante minutos y minutos. La calzada
no se inmuta. En ningún momento les ataca ni se defiende. Aguanta estoicamente
las arremetidas de las persistentes urracas que tienen un único objetivo:
expulsarla de allí.
Pasan los minutos y el águila calzada levanta el vuelo. Las
urracas lo han conseguido. La incomoda y peligrosa intrusa ha sido expulsada. El
águila asciende cuando un pequeño misil anaranjado le cae encima. Un cernícalo
vulgar no está dispuesto a que vuelva a la catedral. Cernícalo que con su
pareja anidan allí: en la vieja catedral. El cernícalo vuelve en un nuevo
intento de expulsarla de la zona. La calzada se aleja. Ha comido. Está
tranquila. No tiene ganas de ningún altercado pero volverá.
El cernícalo vuelve a su recio posadero y una nueva calzada
aparece en escena. Es su turno. Le toca cazar a ella, o por lo menos,
intentarlo.
Muy bien contado y aqui las urracas se llaman pegas
ResponderEliminarGracias Paco. Se llaman pegas en muchos lugares. Un saludo y cuidaos.
ResponderEliminar¡Menuda ventana!
ResponderEliminarLo primero, gracias por llamarla águila; águila calzada. No es un águila menuda, sino menuda águila es. Por lo tanto, nada de aguililla como propuso SEO.
Por lo demás, extraordinaria observación de la vida en estado puro desde la butaca de casa. Qué más se puede pedir.
Saludos.
Estoy de acuerdo contigo, es una señora águila. Estas águilas me están dando muy buenos ratos desde mi ventana. Gracias por el comentario. Un saludo y cuidaos.
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