lunes, 12 de abril de 2021

Mi primera buscarla unicolor.

El cielo se oscurecía por momentos según me acercaba al carrizal. Finas gotas de lluvia comenzaron a caer, lluvia fina que, poco a poco, se fue convirtiendo en un chaparrón intermitente que fue mi fiel compañero durante el tiempo que estuve allí. Llegaba con la esperanza de, por lo menos, poder escuchar la buscarla unicolor que había descubierto el día anterior M. A. G. Matellanes, uno de los naturalistas zamoranos mas veteranos y experimentados (Muchas gracias).
Pájaro moscón.
El carrizal estaba en todo su esplendor. Era un canto continuo de sus habitantes que se desgañitaban por ser oídos en la desagradable tarde. Carriceros comunes y tordales entonaban sus preciosos cánticos en el laberinto de carrizos mientras los pájaros moscones cogían material para sus pequeñas obras de arte que son sus nidos. Los buitrones emitían sus reclamos según pasaban volando sobre los finos carrizos en los que verderones se sujetaban cual experimentado equilibrista mientras un carricerín cantaba al viento y un macho de aguilucho lagunero traía entre sus garras un pequeño ratón que le dejó como obsequio a su pareja en la orilla del riachuelo.
Hembra (arriba) y macho (abajo) de aguilucho lagunero.
La oí (Pincha AQUÍ para escucharla). Ahí estaba el chirrido vibrante que salía del carrizo. Sonido mas parecido a un insecto que a un cántico de un ave. Sonido que te puede indicar por la zona en la que está pero verla es realmente complicado. Ave esquiva, mimética, tímida y escasa que parece un fantasma en el enorme laberinto de los carrizos. Localizarla es muy, muy complicado.
La buscarla unicolor es escasa, muy escasa y rara en nuestra provincia; según el “Libro Rojo de las aves de España”: “…cuenta con una pequeña población en declive, que quizás no supere las 2.000 parejas concentradas principalmente en Andalucía (más de la mitad, principalmente en las marismas del Guadalquivir y Jaén), seguido de la población muy localizada de las dos mesetas (en torno al 20% del total) y humedales costeros de Cataluña y Comunidad Valenciana (16%)”. Estando catalogada en el “Libro Rojo de las aves de España” como “Casi amenazada” y en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas figura con la categoría "De Interés Especial". En Castilla y León se estima una población inferior a 50 parejas reproductoras, concentrándose en las Lagunas de La Nava, Boada y Campos (Palencia) mientras que en Zamora es muy escasa y verla es muy complicado.
Ahí seguía cantando con su potente chirrido vibrante que salía del carrizal pero no la localizaba. Un carricero tordal cantaba en la zona de donde provenía el cántico de la buscarla cuando, de repente, un pajarillo salió volando de la zona y cruzó el riachuelo hasta una pequeña isleta. Lo busqué rápidamente con la cámara. Lo localicé y tiré una serie de fotos hasta que desapareció entre el imposible entramado de carrizos.
Buscarla unicolor.
¡La tenía! Había conseguido verla. Acababa de ver a este pequeño paseriforme que ha pasado el invierno en el África tropical y que canta como un insecto (es igual que el cántico del grillotopo) y no como un ave.
Buscarla unicolor.
Esta fue la única vez que la vi en el tiempo que estuve. Su cántico se oía en lo intrincado del carrizal pero no pude volver a verla. Jilgueros, carboneros comunes y pardillos cruzaban el arroyo mientras se oía un lejano tamborilear de un pico picapinos y el típico cántico de un cuco mientras los milanos negros patrullaban en busca de alimento y un busardo ratonero observaba desde su atalaya.
Pardillo común.
Escribano triguero.
Seguía lloviendo de forma intermitente cuando marché con la enorme satisfacción de haber podido escuchar y ver a un pequeño, escaso, tímido y escurridizo fantasma del carrizo, la buscarla unicolor.

3 comentarios:

  1. Menuda entada buena que te has marcado, es una pasada. Te comprendo perfectamente en lo referente a la emoción que te produjo la observación de esa escasa especie. Yo también tuve una sensación similar la primera ves que la pude observar y fotografiar. ¡Enhorabuena!

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  2. Entiendo perfectamente la inmensa satisfacción que produce el descubrimiento de una nueva especie a la que todavía no habíamos tenido la oportunidad de observar, si además se trata de un ave tan escasa y difícil de observar como la buscarla, la satisfacción es total. Saludos José

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