Cabeza levantada, orejas tiesas y mirada fija en un punto de la sierra. Los grandes machos están en tiempo de berrea pero en este momento su atención no son las ciervas que hay cerca de donde se encuentran, algo pasa, su atención está fijada, su interés constante por una zona nos hace presuponer que su ancestral enemigo se encuentra cerca. Salen corriendo. No vemos al causante de su espantada pero está ahí. Seguro. Los ciervos desaparecen pero las hembras con crías se quedan.
Minutos más tarde un imponente lobo surge como un fantasma de entre las hierbas. Avanza buscando. Avanza entrando y saliendo del espeso brezal o del agostado helechal que salpican la pradera. Continúa. Prosigue su avance por la sierra. De vez en cuando para. Observa. Escucha. No pierde detalle de todo lo que sucede en su territorio. Una nueva cierva con su cría del año se ve sorprendida por su presencia. Esta vez lo han visto venir. Lo han evaluado y saben que hoy no es peligroso. Lo miran con la cabeza alta, orejas erguidas y músculos atentos. Se acerca. Pasa muy cerca de ellas. No se inmutan. El lobo las mira pero continúa su avance. No le interesan. Lo que necesitaba ya lo lleva en su barriga. Ha comido y es hora de que sus pequeños se alimenten. Prosigue su avance. Aparece y desaparece en el mar de brezos. Pasa por claros en los que me muestra toda su potencia y esplendor.
Tranquilo. Sigiloso. Al trote. Con un andar elegante y majestuoso que mi pequeña definió muy bien una de las primeras veces que los pudo observar: “Papá va como bailando”. Esa es la manera de moverse de un lobo; el trote lobero es la manera más común de desplazarse del lobo. Es la manera en la que se mueve por su territorio de una manera que le supone el menor gasto de energía, pudiendo recorrer, en una noche, más de 60 km.
Avance eficaz. Avance que es una mezcla entre andar y correr. Avance que les permite recorrer grandes distancias a una velocidad alta durante mucho tiempo, consumiendo la menor energía posible.
Continúa su avance. Va decidido. Aumenta la velocidad al atravesar la loma pelada donde está más expuesto; busca el refugio del pinar, la seguridad del pinar, lejos de las miradas indiscretas de algunos hombres que se fascinan al verlo, al disfrutarlo mientras otros sólo buscan su destrucción pero el lobo es un superviviente, un luchador que continúa hacia adelante en una vida llena de peligros.
Estas fotografías como tales, no valen nada de nada, pero, muchas veces, no hace falta que sean de una extraordinaria calidad para ser significativas y elocuentes de lo que quieren contar.
Muchas veces, la mayoría, los lobos se observan a enormes distancias como es este caso. En estas imágenes lo verdaderamente importante es lo que está sucediendo en ella, lo que se ve y no su calidad. Lo que uno ha sentido en ese momento. Lo que uno ha sido capaz de experimentar, que es muy difícil de transmitir, al saborear esos minutos de observación de un magnífico animal de nuestra fauna ibérica que nos sigue fascinando cada vez que lo podemos ver. Un animal que debemos conocer para poder respetar y valorar.
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