lunes, 6 de febrero de 2012

El rastro del lobo I: las huellas.

Ver a los mamíferos es complicado, y a los carnívoros todavía más. La mayoría son nocturnos o su actividad se desarrolla en los primeros momentos del día o al anochecer. Por lo tanto, para poder tener probabilidades de verlos hay que madrugar o quedarse hasta el anochecer.
Como verlos es muy complicado sí podemos saber si están en la zona mediante una serie de indicios que nos van a decir que viven allí o, por lo menos, que han pasado por allí. Estos indicios son los rastros.
Como el lobo es bastante complicado de ver, en muchas ocasiones nos tenemos que conformar con  observar sus rastros. Entre ellos tenemos las huellas, los excrementos y las rascaduras. Todos estos rastros, si sabemos leerlos, nos ofrecerán información; por lo tanto, hay que saber interpretarlos.
Huella de lobo en la Sierra de La Culebra.
4 dedos con uñas, aunque a veces no las marcan.
Las huellas del lobo son grandes (adulto: 10 cm de largo por 8 cm de ancho; lobezno: 4 cm por 4 cm; lobato: 6 cm por 5 cm) y marcan 4 dedos con uñas. Son muy parecidas a las de un perro, por lo tanto es muy complicado diferenciarlas. Viendo una sola huella es tremendamente difícil saber de quién es. Para diferenciarlas será necesario añadir otras variables como el lugar (aún así no es seguro) y sobre todo el rastro  (ver una sucesión de huellas). Si esta sucesión de huellas es en línea recta seguramente sea un lobo y, si es irregular, será un perro.
Huellas superpuestas.
Algo muy importante en las huellas es dónde quedan marcadas. No es lo mismo una huella impresa en una zona compacta que en nieve, arena fina o barro. La misma huella será diferente en cada sustrato. Por lo tanto, cuanto más inalterada quede marcada, mejor.
Diferentes huellas (lobo, ciervo, jabalí) en una zona de agua.
Las huellas de un lobo presentan variaciones en función de la edad, el sexo y si es una pata delantera (mano) o trasera (pie). Normalmente las huellas de los pies son más alargadas que las de las manos, aunque las lobas tienen las manos más alargadas que los machos. Una manera de diferenciar las huellas de la mano de las del pie es mediante la almohadilla intermedia. En este esquema de Ignasi G. Castellví de su libro "El rastro del lobo" se explica perfectamente.
Nota de campo de Ignasi G. Castellí en el que se explica,
mediante la almohadilla intermedia,
la diferencia entre el pie y la mano.
Si queremos extraer una huella hay una manera muy sencilla de conseguirlo. Se hace mediante un molde.
Lo primero es buscar un lugar apropiado para la extracción, es decir, necesitamos un terreno en el que la huella haya quedado marcada y no esté deformada. En barro seco y duro es un buen sitio.
Después sacaremos los utensilios que debemos de llevar: escayola (también se puede hacer de latex, pero lo normal es escayola), un cuenco (lo mejor es que sea de plástico ya que cuando se seca la escayola es muy fácil de quitar), agua, sal y una cuchara.
Cuando hemos elegido la huella a sacar debemos limpiarla, sin estropearla (si tenemos un pincel mejor) y luego hacer la mezcla. Si queremos que la huella nos quede con rebordes bonitos podremos hacer una especie de muro alrededor con cartulina, piedras,...
Después, en el cuenco echamos agua y escayola hasta casi cubrir (todo en función del tamaño de la huella). Si queremos que fragüe cuanto antes (se endurezca) debemos de echar un poco de sal (cuanta más echéis más rápido fragua). Removemos y cuando está en condiciones (líquido pero que no se empiece a fraguar) con una cuchara o directamente desde el cuenco lo echaremos en la huella y a esperar.
Cuando está duro, con mucho cuidado, debemos extraer la huella, para lo cual nos ayudaremos de una navaja que meteremos por debajo para extraerla sin romperla. Después la limpiaremos.
Huellas extraidas en una buena mañana. Entre ellas tenemos:
nutria, ciervo, jabalí, erizo, gato montés, zorro, corzo,...
Un proceso sencillo con el que podremos conseguir las huellas de cualquier animal.

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