Estos últimos meses he tenido la inmensa suerte de ver unas
cuantas veces al lobo. Verlo es un momento único y especial que siempre es
diferente; cada observación tiene su propia historia, sus propias
particularidades. La última ha reunido todo en una y creo que merece la pena
contarla.
El viento cortaba la cara y la niebla se iba levantando poco
a poco mientras los primeros rayos de sol se abrían paso por encima de la neblina
y luchaban por calentar la fría mañana con solamente dos grados.
Me encontraba en una conocida zona de la sierra en la que
había unas diez personas venidas de diferentes lugares de la península; todas
con la esperanza de ver a esa maravilla natural que es el lobo ibérico. En
otras ocasiones he criticado y sido bastante duro con alguna de la gente que se
congrega en estas zonas tan conocidas de la sierra, pero en esta ocasión he de
felicitar a todos los que allí se encontraban. Todos venían a intentar ver al
lobo. Sabían cómo comportarse y eso siempre hace más fáciles las observaciones.
Me coloqué a unos diez metros de ellos. Quería ver una parte
de la sierra que desde donde ellos estaban no se veía. Craso error. Unos
cuarenta minutos más tarde oí un ruido delante de mí, detrás de las escobas que
daban a la vía. Parecía que un animal había salido a la vía y caminaba por las
piedras. Asomé un poco la cabeza pero el talud no me dejaba ver nada. Sería un
corzo o un ciervo. Al minuto, un movimiento rápido de mis compañeros delataba
que habían visto algo. ¡El lobo les salió a unos diez metros! Había pasado por
delante de mí y bajaba por el cortafuegos.
Lo vi a unos ochenta metros. Se
paró. Se giró y nos miró. Nadie hablaba. Todo eran caras de sorpresa,
incredulidad y admiración. Solamente se oía mi cámara que intentaba capturar
todo lo que podía. Intentaba absorber el instante.
Esta primera foto es testimonial ya que está desenfocada. No me dio tiempo a más. |
Ninguna de las fotos está recortada. He querido dejarlas tal cual salieron de la cámara porque quería que se apreciara al lobo en su entorno... |
Nos quedamos boquiabiertos. Lo buscábamos en la lejanía con los
telescopios y nos salió al lado. Este animal nunca dejará de sorprenderme. Se
encontraba seguro. Le trasmitíamos tranquilidad y seguridad. No nos evaluó como
una amenaza.
Pasados unos segundos de sorpresa y estupor comenzamos a
reaccionar. "¡Vaya pasada!" "¡Impresionante!" "¿Le has
hecho alguna foto?" "¿Lo grabaste?" Había sido un momento
especial para todos y para algunos mucho más, acababan de ver un lobo por primera vez en su vida y tan cerca. Esta observación, por sí sola, hubiera sido algo memorable
para todo el día,... pero no. La historia continuó, y de qué manera.
...en su hogar. El color del lobo le camufla. Es igual que el de su entorno. |
Nos volvió a mirar. Nos controlaba. |
Los jóvenes lobatos se movían tranquilos. Descubrían su
territorio. Avanzaban despacio. Oliendo. Buscando. Memorizando todo lo que les
rodeaba. Captando sensaciones. Dos de ellos se separaron del grupo y
desaparecieron entre el brezo, los otros cuatro permanecieron juntos. Se
tumbaban. Se sentaban. Jugaban. Olían. Deambulaban descubriendo un mundo nuevo.
Su pelaje pardo, monocromo y corto les delataba como jóvenes
lobatos de unos cinco o seis meses pero todavía les faltaba el color
característico de sus padres y la vistosa silla de montar que no les saldrá
hasta pasado más de un año de vida.
Su pelaje todavía no es el apropiado para pasar el invierno. Parece delgado, débil... |
En esta época los jóvenes lobatos cada vez pasan más tiempo solos,
deambulando por su territorio. Tienen mucho que aprender y los juegos y peleas
simuladas marcarán su futura conducta. Sus padres u otros miembros de la manada no andarán lejos.
Los cuatro lobatos recorrieron casi un kilómetro de forma
pausada, pero seguros de sí mismos. Llegaron hasta un camino y, ¡de repente!
Aparecieron dos lobos adultos con un andar rápido. Seguro. Elegante. De aspecto
fuerte y pelo más tupido. Inmediatamente los lobatos se acercaron sumisos y les
comenzaron a saludar contoneando su cuerpo, moviendo su cola y chupándoles el hocico.
Querían comida. Uno de los lobos adultos se perdió entre los brezos seguido de
tres de los lobatos pero el otro lobo adulto se paró. Agachó la cabeza y su cuerpo comenzó a arquearse con espasmos cada vez más seguidos. Supongo que regurgitó comida ya que el lobato
cercano se puso a comer algo del suelo. Este lobo adulto se volvió por el
camino hasta cierta distancia desde donde observaba inquieto. Algo le preocupaba. Cuando se
tranquilizó, volvió y desapareció junto con los otros entre la vegetación más
espesa.
...pero no es así. Es un superviviente. Un luchador. Es un lobo. |
Volví a casa contento. Emocionado. Era la segunda observación en la que había visto un número mayor de lobos. La vez que más he podido ver fueron catorce preciosos lobos en una memorable mañana de hace varios años. (Si queréis recordarla pinchar aquí)
Según volvía a casa recordaba lo vivido en una mañana espectacular en la que también pude presenciar dos peleas de ciervos que cualquier otro día hubiera sido un recuerdo fantástico, pero hoy los recuerdos estaban llenos de lobos. Recordaba su andar, su comportamiento, su elegancia y su mirada. Mirada que he podido ver muy cerca. Mirada nocturna, de ojos brillantes, que tuvimos la inmensa suerte de ver hacía una semana a escasos diez metros y que nos causó un enorme impacto, pero eso será otra historia. La historia del lobo de los ojos luminosos y por qué tienen ese fulgor.
(Si alguno de los que estabais en la espera leéis esta entrada y me distéis el e-mail., disculpadme, ya que perdí el papel. Poneros en contacto conmigo.)
Enorabuena José, inmensa suerte la que has tenido.
ResponderEliminarMira que he hecho horas delante de ese cortafuegos imaginando que el lobo salía por donde os salió a vosotros.
Supongo que será cuestión de tiempo, perseverancia y algo de suerte.
Saludos desde león
Tuvimos mucha suerte. Coincidió y lo aprovechamos. Un saludo y gracias por el comentario.
EliminarFantástico amigo!!!...vaya momentazo...y pedazo fotos...
ResponderEliminarSalud!!
Muchas gracias. La verdad es que las fotos las podía haber acercado y que se viera el lobo más cerca pero me gustaba que se viera todo el entorno; donde vive, por donde va. Fue un momento muy especial. Un saludo.
EliminarSi resulta único y sobrecogedor el momento en el que te echas un lobo a la vista... no podemos ni imaginar (aunque tu elocuente relato lo explique a las mil maravillas) como ha de ser el encuentro múltiple que has disfrutado en esta ocasión.
ResponderEliminarTodo un lujo!!
Un saludo de 'Ojolince y Sra.' y nuestra sincera enhorabuena.
Es muy, muy especial...Muchas gracias por vuestro fiel seguimiento del blog. Un saludo.
EliminarEres muy paciente y todo tiene su recompensa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que tener paciencia y un poco de suerte. Un saludo.
EliminarQue Maravilha,
ResponderEliminarAbraços de Portugal
Patrícia e Luís
Muchas gracias Patricia y Luis hace mucho que no coincidimos; seguro que seguís viniendo. Un saludo y a ver si nos vemos pronto.
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