lunes, 28 de octubre de 2013

¿Por qué brillan los ojos en la oscuridad?

“¡Un lobo!”. La noche era oscura y fría pero allí estaba, a escasos quince metros nuestros, en la orilla de la carretera. Sus ojos nos miraban fijamente. Paré el coche y giré para enfocarlo mejor con las luces. Impresionante.
Me imagino a gentes humildes de zonas aisladas y con escasa cultura cuando vieran a un lobo por la noche con los ojos luminosos, brillantes… que cada vez que se moviera, sus ojos dejaran un rastro de destello. Ahí surgirían las leyendas, los dichos, los refranes.
El lobo a lo largo de los siglos no ha tenido buena fama. Ha sido considerado por muchos como un problema, acrecentado por la “publicidad negativa” que se le ha hecho gratuitamente en cuentos, leyendas o en el acerbo popular. Era el causante de todos los males; el hecho de encontrarse con un lobo por la noche era algo terrorífico, algo demoníaco, algo que no podía ser nada más que obra del mismísimo diablo que había actuado en un animal maligno, peligroso y sanguinario que tenía los ojos inyectados en sangre y además le brillaban. Así fue durante muchos siglos,... pero la realidad es mucho más sencilla.
El lobo nos miraba fijamente. Estábamos petrificados. Sorprendidos. Impactados. De las cinco personas que íbamos en el coche, dos nunca habían visto un lobo y para ellas fue lo mejor de los tres días que estuvimos por la sierra. Se movió cauto hacia la izquierda. Se paraba. Agachaba la cabeza. La volvía a levantar. Nos miraba. Nos controlaba. Aparecía y desaparecía detrás de los brezos. Tenía un andar elegante y cauto, parecía que se deslizaba en la noche. Sus ojos brillantes se movían. El reflejo de las luces marcaba su silueta. La luminosidad de sus ojos. La elegancia de su porte. Su mirada penetrante. Brillante...
La visión de un animal responde a sus necesidades; es un factor de supervivencia en el medio natural. El lobo es un carnívoro. Un cazador. La evolución ha ido conformando la posición de sus ojos al frente. Lo ha hecho por una cuestión práctica y de supervivencia.
El lobo caza y por lo tanto debe de fijarse en la presa y no perderla de vista, con lo cual, según va avanzando hacia ella no deberá de dejar de mirarla. La evolución lo ha adaptado para esa necesidad, así tiene los ojos al frente de la cabeza.
El ángulo de visión total de un depredador, al tener los ojos frontales, es de aproximadamente 150º, de los cuales 120º se ven simultáneamente con ambos ojos. Esto es lo que ayuda a medir la distancia, algo que para los depredadores es básico si quieren hacer un ataque con precisión. A esto hay que añadir que el lobo, fundamentalmente, se mueve de noche, siendo el anochecer y el amanecer dos momentos muy importantes en su actividad; por lo tanto, aparte de tener los ojos frontales necesita ver bien con muy poca luz.
Dentro del coche la emoción se respiraba, se palpaba. El lobo giraba. Se volvía. Se escondía pero no dejaba de mirarnos. De asomar la cabeza. De mostrarnos esos ojos pero...¿por qué se le ven los ojos tan brillantes y con ese tono amarillo-azulado en la oscuridad de la noche cuando se le ilumina?
Los ojos brillan al ser iluminados...
Ernesto, amigo y biólogo que también iba en el coche me lo explicó el por qué de esos ojos. Días después decidimos hacer una entrada conjunta para nuestros blogs, y lo que estáis leyendo es el resultado.
El lobo necesita ver bien con muy poca luz o con nada y lo consigue mediante una mezcla de características que la evolución ha ido perfeccionando a lo largo de los siglos.
Dentro del ojo existen dos tipos de células: los bastones y los conos; ambas son muy sensibles a la luz. Los bastones responden a la intensidad de la luz y los conos ayudan a percibir los colores; por lo tanto, si el animal tiene más bastones verá mejor con muy poca luz y cuantos más conos diferentes tenga tendrá la posibilidad de percibir más colores; los lobos ven en forma dicromática (tienen dos tipos de conos) y los humanos vemos de forma tricromática (tenemos tres tipos de conos y diferenciamos los tres colores primarios). Cada tipo de cono es capaz de percibir una frecuencia lumínica distinta.
Es decir, el lobo ve bien con poca luz porque tiene muchas células bastones en el ojo que le hacen percibir más luz porque tiene mayor respuesta a la intensidad de la luz; además tiene otra característica que le permite ver bien con tan poca luz; detrás de la retina tiene una membrana (tapetum lúcidum) que hace de espejo que produce un aumento de la brillantez de la imagen, es decir, aumenta unas cincuenta veces el rastro de luz que pueda haber y cuando les enfoca un rayo luminoso (luces del coche) brilla. En los herbívoros, el tapetum lúcidum, suele ser de tipo fibroso, mientras que en los carnívoros suele ser de tipo celular, más efectivo. Fascinante.
El lobo se movió durante varios minutos entre los brezos llegando a acercarse a menos de diez metros y desapareció. Se lo tragó la noche. La noche lo envolvió con su oscuro manto para nosotros pero para él no lo es tanto ya que, como hemos visto, está perfectamente adaptado para poder ver en la oscuridad de la noche.
Cuando observamos un objeto, la luz entra en el ojo por la córnea, atravesando la pupila y, tras pasar por una serie de zonas, llega a la retina. En la retina es donde se localizan las células fotorreceptoras, es decir, aquellas que van a transformar la luz en impulsos nerviosos que serán enviados al cerebro a través del nervio óptico.
Pues bien, en un ojo como el nuestro, la luz pasa por la retina, incidiendo una única vez sobre los receptores, puesto que tras la retina se encuentra una capa, llamada coroides, que es de color oscuro y que absorbe la luz que a la retina le ha “sobrado”
No ocurre así en el caso del lobo. En éste, al igual que en todos los cánidos, felinos,... tras la retina se encuentra la capa de la que antes hablábamos, el tapetum lucidum. Es una capa de color claro normalmente, aunque su color depende del pelaje del animal y de la especie de que se trate. Esta capa refleja la luz, de tal manera que devuelve parte otra vez hacia la retina, haciendo que la imagen vuelva a formarse de nuevo y que se envíe una segunda señal nerviosa que será integrada por el cerebro junto a la primera, aumentando el poder de visión con poca luz.
Entonces, podemos pensar que, el lobo y otros animales pueden tener problemas de visión diurna. Pero no es así ya que pueden regular la cantidad de luz que entra mediante la apertura o cierre de la pupila, pueden “solventar” el problema del exceso de luz. Aún con esto, los lobos son animales con visión nictálope (ven mejor con poca luz)
El tapetum lúcidum es el responsable de que al fotografiar alguno de estos animales, o cuando tenemos esa maravillosa suerte de  encontrarnos a nuestro amigo lobo frente a los faros del coche, sus ojos parece que brillan en la oscuridad. En realidad, lo que estamos viendo es la luz reflejada por este tapetum lúcidum, con lo que nos encontramos unos colores que van desde los azulados hasta los amarillentos. ¿Y si nos enfocamos a nosotros, o nos fotografiamos? Pues todos hemos pasado por la experiencia de los “ojos rojos”, ocasionada porque los rayos de luz inciden y se reflejan sobre los vasos sanguíneos que riegan y nutren la retina. Como no disponemos de tapetum, este es el color dominante del la luz reflejada por el interior del ojo.
Regresamos a la casa impresionados por la experiencia. Por esa mirada. Por esos ojos luminosos que brillaban con un color amarillo-azulado y se movían en la noche con soltura y elegancia. El lobo comenzaba su jornada...

15 comentarios:

  1. Había leído sobre los bastones y conos en estrigiformes, pero no sabía nada del tapetum.

    Una aclaración; creo que nuestros ancestros cuando se encontraran con un lobo por la noche, a este no le brillarían los ojos, ya que no irían en coche. Y en el supuesto que dispusieran de una linterna, la llevarían apagada para no gastar pila.

    Un reportaje muy interesante.

    Saludos.

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  2. Hola a todos. Muchas gracias por el comentario. Argimiro Crespo, el llamado juglar de la Carballeda, fue arriero toda su vida; es un hombre de más de noventa años con el que he hablado muchas veces y me ha contado encuentros con los lobos desde que era un chaval de diez años yendo por la sierra de noche con las mulas; para ver sus ojos bastaba una hoguera, un candil o simplemente una noche de luna. Respetaba al lobo pero lo temía.
    Un saludo y espero que sigáis disfrutando en Inglaterra por esos paisajes y lugares tan espectaculares que nos muestras.

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  3. Fantástico el relato e interesantisima exposición...Mi abuelo era pastor en tierras zamoranas y en varias ocasiones me contó como solo con la luz de la luna se le veían los ojos al lobo...Muy buen post amigo.

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  4. Hola! Debió ser impresionante la experiencia.
    Muy buenas las fotos.
    Un saludo!

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    1. Te aseguro que fue impresionante. No es lo más cerca que he visto un lobo pero esta fue misteriosa y mágica. Un saludo y gracias.

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  5. Estupenda entrada, a la vez que didáctica. Te felicito.

    Dani

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    1. Hola Dani. Muchas gracias por seguir el blog y participar en él. La visión de los animales por la noche era una de las cosas que más me llamaba la atención de pequeño y saber el porqué; ahora me sigue impresionando. Un saludo.

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  6. Felicidades por la entrada. Siempre ha sido un tema que ha despertado cierta curiosidad al naturalista y lo has reflejado en la entrada de manera magistral. Enhorabuena por ese fabuloso trabajo que realizas con la especie. Un saludo

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  7. De entre las crónicas tan didácticas a las que nos tienes acostumbrados... ésta de hoy... se lleva la palma!!
    El tema, contribuye mucho a que se incremente el interés y, tal y como nos lo has expuesto, combinándolo sabiamente con la experiencia vivida, ha resultado de sumo agrado.
    Muchas gracias, como siempre, por refrescar y desempolvar nuestros algo escasos conicimientos de biología y darle claridad a la fisio ocular.
    Enhorabuena por esta excelente crónica.
    Recibe un saludo de tus fieles seguidores 'Ojolince y Sra.'

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    1. Me alegra que os haya gustado porque es un tema sorprendente, curioso y fascinante. Muchas gracias y un saludo.

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  8. La verdad es que es una duda muy interesante, y que no solo nos puede surgir a los que nos perdemos con la linterna o el coche por lo mas oscuro, sino a cualquiera al ver un gato por la calle, etc.
    Muy bien explicado, enhorabuena!

    Y creo que un ejemplo claro de esto que nos muestras hoy es la gineta, con dos potentes bombillas por ojos...
    Un saludo. Pablo.

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    1. Hola Pablo. Muchas gracias por tu comentario. La naturaleza está llena de hechos fascinantes y este es un ejemplo. Un saludo.

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  9. La verdad es que me ha encantado el relato del reportaje. y es que yo entre en busca de respuestas. y me he encontrado con maravillosa explicación.
    saludos....

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