jueves, 26 de junio de 2025

Luciérnagas: esos "bichos de luz".

Recuerdo la primera vez que las vio. Era muy pequeña y con sus ojos curiosos observaba ese punto de luz verdosa que le estaba enseñando. Lo miraba sorprendida y emocionada haciendo gestos con las manos y balbuceando en el idioma de esa época: era una luciérnaga.
Desde ese día, a principios de julio, buscamos esos “bichos de luz” que tanto le sorprendieron. Es como un pequeño ritual salir al fresco nocturno y hacer el recorrido buscando a ver cuantas luciérnagas encontramos, por desgracia, cada año vemos menos pero seguimos viéndolas y enseñándoselas a los que nos acompañan para que las conozcan y las respeten.
Las luciérnagas son escarabajos y aunque parezca mentira hay unas dos mil especies en el mundo aunque, en España, solamente contamos con 7 especies. Cada especie brilla de una manera concreta y ese brillo es algo sorprendente ya que emite luz pero sin generar calor.
Cuando paseamos buscándolas y viene alguien con nosotros lo primero que nos preguntan es ¿Cómo brillan? Y lo segundo es ¿Por qué o para qué brillan?
¿Cómo brillan? Las luciérnagas tienen bajo el abdomen unos órganos especiales que cuando absorbe oxígeno y se mezcla con una sustancia llamada luciferina, provocan una reacción química que da lugar a ese brillo; no se sabe cómo son capaces de apagar y encender esa luz según su voluntad.
¿Por qué o para qué brillan? La teoría más aceptada es que lo hacen para encontrar pareja pero también ese brillo puede servir para advertir a sus posibles depredadores de que no es un bocado muy apetecible.
Salir a buscarlas es como un pequeño ritual familiar en el que caminamos después de anochecer en busca de esa luz verdosa. Esa luz que se ilumina en la noche, entre las hierbas, con una intensidad que impresiona y sorprende la primera vez que la ves. Nos acercamos y la observamos. Luz que proviene de ese pequeño escarabajo, luz que emiten las hembras (que no vuelan) como un faro en la noche llamando para que los machos las vean (que sí vuelan), se acerquen y así poder reproducirse.
Este hecho natural se ve sacudido por el problema de la contaminación lumínica ya que el brillo de las hembras no es capaz de competir con la luz instalada por los humanos a su alrededor y, el macho, en muchas ocasiones, no las encuentra para poder reproducirse. Si a este problema le unimos la pérdida de su hábitat y la utilización desmedida de pesticidas nos encontraremos con una bajada muy preocupante en las poblaciones de luciérnagas.
Hacemos el recorrido contando las que vemos, admirando su luz mágica, hablando y disfrutando del embrujo de la noche sanabresa. Así durante varios días seguidos, días en los que las hembras de luciérnaga se van apagando según van quedando fecundadas, van desapareciendo hasta el siguiente año.
En unas semanas las hembras morirán pero antes pondrán los huevos de los que saldrá una nueva generación de luciérnagas en forma de larva, vivirán en ese estado alrededor de dos años, alimentándose de caracoles, babosas o lombrices que cazan inyectándoles un veneno que las paraliza y convierte en una especie de papilla que solamente tienen que absorber.
Al cabo de casi dos años se produce la metamorfosis que da paso a su estado adulto en el que están aproximadamente dos semanas, tiempo en el que las buscamos, tiempo en el que se alimentan de polen, néctar o no se alimentan, tiempo en el que emiten su luz verdosa, tiempo en el que los machos las buscan y fecundan, tiempo en el que pondrán los huevos y morirán. Tiempo en el que las vemos en la noche sanabresa.
(Las fotografías de esta entrada son luciérnagas de la especie: Lampyris iberica, un endemismo de la península ibérica y sur de Francia. Si queréis ampliar información sobre las luciérnagas visitar gusanos de luz).

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